ABC (Andalucía)

La incesante presión policial no frena a los narcos en Andalucía

▶ El Plan Especial de Seguridad del Campo de Gibraltar cumple cuatro años con luces pero también sombras ▶ El aumento de medios es insuficien­te para unos delincuent­es con mucho dinero y capacidad de reinvenció­n

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El narcotráfi­co genera mucho, mucho dinero para las organizaci­ones criminales dedicadas a esta actividad delictiva. Capos de la droga y la legión de personas a sus órdenes se están haciendo inmensamen­te ricos con este sucio negocio y no están dispuestos a renunciar a estas ingentes ganancias.

En el Campo de Gibraltar, por su proximidad con el continente africano, los contraband­istas de tabaco procedente de Gibraltar se dieron cuenta de que traer hachís desde el país vecino, a sólo unos kilómetros de distancia, les podía reportar muchos más beneficios. Ya tenían las embarcacio­nes, las que luego se denominaro­n narcolanch­as. Y así comenzó una actividad que ha ido creciendo en la misma proporción que el dinero que se han embolsado.

Aunque los primeros narcotrafi­cantes mostraban cierto respeto por la autoridad, quienes les sucedieron no han seguido la misma senda.

Los tentáculos del narcotráfi­co se expandiero­n vertiginos­amente en una zona con una gran tasa de desempleo, baja formación y bolsas de marginalid­ad. Era el caldo de cultivo perfecto. Muchos adolescent­es tenían en los capos de la droga a sus ídolos. En algunos institutos, algunos alumnos respondían cuando les preguntaba­n qué querían ser de mayores, que pilotos de narcolanch­as.

La actividad se desbocó. Desembarco­s de hachís en playas repletas de bañistas a plena luz del día, embestidas a los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad para evitar ser detenidos, persecucio­nes y tiroteos y ostentació­n de la riqueza eran parte del día a día en algunos rincones de esta comarca gaditana, que clamaba por más atención de las administra­ciones públicas para frenar a los narcos.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado trataban de combatirlo­s pero con los medios de los que disponían la lucha era muy desigual. El principio de autoridad se había perdido y los narcos campaban a sus anchas con total impunidad. Se creían intocables.

En febrero de 2018, la fuga de Samuel Crespo, lugartenie­nte del todopodero­so clan de «Los Castañitas», del hospital de La Línea a manos de unos encapuchad­os tras ser detenido disparó todas las alarmas. Aquello supuso un punto de inflexión en la lucha contra el narcotráfi­co.

Tras algunas visitas a la zona, el ministro del Interior, Fernando GrandeMarl­aska, decidió dar una vuelta de tuerca a la lucha que había iniciado su predecesor en el cargo, Juan Ignacio Zoido. Tras reuniones con alcaldes, Fuerzas de Seguridad y el incansable movimiento antidroga de esta comarca, el Gobierno aprobó en julio de 2018 el Plan Especial de Seguridad del Campo de Gibraltar.

Éxitos

Este plan, que ha cosechado y sigue cosechando incuestion­ables éxitos, ha permitido aumentar los medios humanos y materiales, crear unidades especiales contra el narcotráfi­co y el blanqueo de capitales y trabajar de una manera coordinada contra estas organizaci­ones criminales.

En este tiempo no han cesado las macroopera­ciones contra el narcotráfi­co. Ante tal presión policial en el Campo de Gibraltar, los narcos se reinventar­on. Fueron adquiriend­o más medios tecnológic­os para eludir la acción policial e incluso crearon cooperativ­as. Ya se encargaban no sólo de traer la droga y desembarca­rla

La escalada de violencia no cesa pese a las organizaci­ones desarticul­adas y los miles de detenidos hasta ahora

sino de custodiarl­a hasta su posterior distribuci­ón. Su logística y capacidad de reinvenció­n sorprendió a todos y se expandiero­n a otras provincias, establecie­ndo allí alianzas con otros narcos.

En julio de 2020, este plan se extendió al resto de la provincia de Cádiz y a las de Málaga y Huelva, y en marzo de este mismo año se ha ampliado a Granada, Almería y Sevilla y se ha prorrogado hasta 2023 con un presupuest­o de 35,2 millones de euros.

El balance del Plan Especial de Seguridad hecho público el pasado mes de marzo, cifraba en 60.573 los detenidos desde julio de 2020 gracias a 6.686 operacione­s e investigac­iones policiales y en 814 las toneladas de droga intervenid­as, la mayoría hachís.

También han caído grandes capos de la droga y se les está dando donde más les duele, su dinero y patrimonio.

Pero en esta cruenta batalla se han perdido vidas de agentes de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y también de algunos narcos.

Además, el embudo judicial hace que hasta la fecha sólo haya comenzado un macrojuici­o contra dos de los capos de

la droga en el Campo de Gibraltar, los hermanos Tejón, alias «Los Castañitas». Son muchos más los procesos judiciales que restan por celebrase.

Mientras tanto, la escalada de violencia no cesa y pese a los esfuerzos realizados hasta ahora, el Plan Especial de Seguridad se revela insuficien­te dados los sofisticad­os medios de estas organizaci­ones. Los sindicatos policiales y el movimiento antidroga siguen clamando por más medios humanos y materiales y por incentivar a los agentes. Consideran que el Plan Especial de Seguridad se ha quedado pequeño.

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