ABC (Andalucía)

CINECITTÀ, ENTRE EL FUEGO ETERNO Y LA LLAMA DE LA NOSTALGIA

La «fábrica de sueños» italiana ha ardido cinco veces en 15 años, la última esta semana

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Florencia ardió a principios de semana. En pleno corazón de Roma. Varios decorados de la «fábrica de sueños» del cine italiano, Cinecittà, entre ellos uno que imitaba la capital de la Toscana y los de la miniserie ‘Asís’, fueron devorados por el fuego. No ha habido heridos ni daños materiales irreparabl­es, pero cada vez que arde un decorado así se queman con él miles de recuerdos. Son llamas de pura nostalgia, de la época dorada del celuloide y superprodu­cciones hechas en grandes estudios.

De hecho, Cinecittà nació en cierto modo del fuego. Del incendio de los estudios cinematogr­áficos Cines, situados en el corazón de la capital italiana, en la Via Veio, que ardieron salvajemen­te en septiembre de 1935. Pero también del sueño megalómano de Benito Mussolini, que creía ciegamente que el cine podía convertirs­e en «el arma más poderosa» del régimen. Siguiendo la estela de los estudios UFA alemanes, las obras de esta nueva meca del séptimo arte comenzaron en 1936, y el propio Mussolini inauguró el complejo, que incluía 73 edificios, entre ellos 21 estudios, el 28 de abril de 1937. Su historia arrancó con fuerza: solo en su primer año de vida acogió el rodaje de 19 películas.

«Hay una primera edad de oro asociada a esta etapa. Allí trabajaron directores como Alessandro Blasetti y Mario Camerini, que fueron los que formaron a la segunda generación de directores italianos ilustres: Visconti, Fellini y compañía. También rodaron en Cineccittà españoles como Edgar Neville. Franco tenía una buena relación cinematogr­áfica con Italia, por el bien de la ideología fascista», cuenta Asier Mensuro, historiado­r de arte especializ­ado en cine y autor de la tesis doctoral ‘Cinecittà: un estudio sobre la dirección artística en la fábrica de sueños’.

Pero llegó la Segunda Guerra Mundial y el fuego volvió a marcar la historia de Cinecittà, que afortunada­mente sobrevivió a los bombardeos aliados. En 1943, las tropas alemanas ocuparon los estudios, aunque el Ministerio de Cultura italiano logró conservar parte de los equipos técnicos y llevarlos a Venecia. Durante la contienda y los años posteriore­s, este Hollywood europeo sirvió también como campo de refugiados. Por él pasaron hasta 3.000 personas, algunos incluso hicieron de extras en produccion­es internacio­nales como ‘Quo Vadis’ (1951). Fue en aquella época cuando los directores italianos del neorrealis­mo supieron hacer de la necesidad virtud y salieron de los platós para ambientar sus películas en exteriores.

Hogar de Fellini

A partir de los años 50, los americanos colocaron Cinecittà en el mapa mundial con superprodu­cciones como la citada ‘Quo Vadis’, ‘Guerra y paz’ (1956), ‘Ben-Hur’ (1959) y, sobre todo, ‘Cleopatra’ (1963). «La caza de brujas de McCarthy que se desató en Estados Unidos hizo que muchos actores y productore­s que estrenaban allí bajo sospecha de ser comunistas se vinieran a vivir la ‘dolce vita’. Y aquí ya había una generación de cineastas y técnicos que había hecho grandes películas italianas», recuerda Mensuro, con Visconti, Pasolini y Fellini en mente. Pero fue este último el que hizo de Cinecittà su hogar. Y le dio un nombre eterno que ensombrece el del propio Hollywood: «la fábrica de sueños». De hecho, cuando el genio de la ‘Dolce vita’ murió, en 1993, su capilla ardiente se instaló en el Teatre 5, su favorito.

A partir de los años setenta, el flamante brillo de Cinecittà se apagó. Aunque algunos genios nostálgico­s como Sergio Leone o Bernardo Bertolucci seguían sintiendo predilecci­ón por el Hollywood del Tíber. «Hubo una buena época con coproducci­ones europeas como ‘El nombre de la rosa’ (1986). La última gran película de decorados que se rodó allí fue ‘Gangs of New York’(2002), de Martin Scorsese. Pero el cine ya había cambiado. Muchas de las cosas que antes había que hacer físicament­e se podían hacer ya con ordenador y no eran tan caras», reflexiona Mensuro. La televisión, en los últimos tiempos, también ha ayudado a mantener el legado histórico de los estudios. Cinecittà alberga, desde 2000, la casa del ‘Gran hermano’ italiano. También se ha grabado allí ‘Roma’, ‘Los dos Papas’ y ‘The Young Pope’, entre otros.

Arde Roma

Pero esta última época ha sido también la más incendiari­a, en el peor sentido del término. En el verano de 2007 el fuego consumió más de 2.000 metros cuadrados de Cinecittà, acabando con gran parte de los decorados de la serie ‘Roma’. En julio de 2018 las llamas volvieron a castigar a la serie histórica de HBO y la BBC.

Menos grave, aunque más impactante en lo emocional, fue el incendio que se declaró el 19 de julio de 2012, que afecto al Teatro 5 y el Teatro Fellini. La mecha prendió en la parte alta de la nave, donde se concentran cables y focos. Un año más tarde, en diciembre de 2013, ardió también la casa de ‘Gran Hermano’, afortunada­mente días antes de que entraran en ella los concursant­es más vigilados de la televisión.

«Cualquier incendio es un desastre, pero los mayores problemas de Cinecittà no se deben al fuego, sino a cuestiones económicas. Fue privatizad­o, volvió a manos públicas, se vendieron parte de sus terrenos... Ya no es ni sombra de lo que fue, pese a los incentivos. Sobre todo, porque esa forma de hacer cine ya no existe. Y no hay un proyecto serio para musealizar­lo. Antes, para hacer una película de romanos necesitaba­s miles de extras y vestuario y attrezo para todos ellos. Hoy esa infraestru­ctura no hace falta, todo eso se hace con la ayuda de la tecnología», insiste Mensuro. El romanticis­mo del cine clásico es lo único que no se ha apagado.

Sobrevivió a los bombardeos DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, MILES DE PERSONAS SE REFUGIARON EN LOS ESTUDIOS. ALGUNOS FUERON EXTRAS EN RODAJES DE LA ÉPOCA

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