La inflación estrecha márgenes en el comercio en plenas rebajas
▶ La racionalización del gasto y los sobrecostes lastran las ventas. El sector no ve perspectivas de mejora tras el verano
La tormenta perfecta de inflación, interrupciones en la cadena de suministro, falta de demanda y las sucesivas olas de calor no dan tregua al comercio minorista, incapaz de recuperarse tras dos años marcados por la restricciones de la pandemia y un verano con los precios desbocados.
«Compleja e incierta», son las palabras que escoge Rafael Torres, presidente de la Confederación Española del Comercio (CEC), para describir la situación actual del pequeño comercio en el país. La pérdida de poder adquisitivo y el encarecimiento de los productos básicos como alimentos y energía erosiona el bolsillo del consumidor, anulando la alegría compradora propia de la época estival y reduciendo su presupuesto, para los gastos no esenciales.
Para esta campaña de verano, la CEC no espera que se produzcan descuentos importante debido a la elevada inflación, que ya se ha trasladado inevitablemente al precio final de los productos. Además, en el caso de las tiendas dedicadas a la venta de equipamiento personal (textil, calzado, complementos, etc.), que tradicionalmente son las principales beneficiadas de esta campaña, han registrado una aumento en las ventas de los últimos meses, que ha reducido su stock y por tanto, la cantidad de género disponible para ofertar con rebajas agresivas.
También hay que considerar la subidas de los tipos de interés anunciadas por el Banco Central Europeo dificultarán el acceso a la financiación para los pequeños comercios, todavía pendientes de devolver los créditos ICO de la pandemia en muchos casos. «Pedimos al Gobierno que tuviesen la sensibilidad de aplazar seis meses o un año el plazo de carencia hasta que la situación mejorase, pero no pudo ser» indica el presidente de la CEC.
A este problema de demanda y financiación hay que añadir los sobrecostes en la adquisición de materias primas y la factura energética para el comercio minorista. Con los productos más caros, la capacidad de rebajar los precios para atraer al consumidor se reduce o directamente desaparece. Aunque tal y cómo señalan desde la CEC, desde que el período de rebajas fue liberalizado en 2012, su impacto se reduce a un «efecto espuma» que desaparece rápidamente. Según explica Torres, las rebajas «se mantienen por tradición, pero la desestacionalización de los descuentos, que se encadenan a lo largo de todos los meses del año, bajo promociones o descuentos ocasionales, han disipado su impacto más allá de la primera semana».
Desde entonces, es posible encontrar rebajas en cualquier momento del año y no durante las semanas de enero y julio en las que se daban previamente. Un factor determinante para explicar la popularidad de las ofertas digitales como el ‘Black Friday’ o el ‘Ciber Monday’, exportadas de Estados Unidos. Estás promociones y sus respectivas campañas «muy agresivas se trasladan también al canal físico, obligando al pequeño a ir detrás para no perder a su público objetivo», afirma el presidente de la CEC.
«El objetivo no es volver a a la antigua normativa, porque la forma de consumir ha cambiado mucho desde entonces, pero sí que es necesario tener tener en cuenta la rentabilidad de los pequeños negocios en un mercado libre. Si hubiera un período oficial regulado de rebajas, ayudaría y muchos comerciantes tenderían a centrarse en esos plazos», puntualiza Torres.
Sin embargo, la digitalización también supone ventajas para el comercio minorista, que responde a la creciente popularidad del canal online de venta (’e-comerce’) e implica a todas las áreas de negocio: tanto en la producción, como el control de stocks o la relación con el cliente.
Torres señala también que el sector ha hecho grandes avances en este aspecto en los últimos tres años, acelerado en gran parte por las condiciones que impuso la pandemia y sus consecuentes restricciones para la venta al público. «Hubo un impulso muy importante a principios de pandemia de la venta online, llegando a suponer entre el 30 y 40% de las ventas totales, aunque con el tiempo se ha vuelto a la normalidad», señala el presidente de la CEC.
Un invierno incierto
Aunque las previsiones de 2021 para el comercio contemplaban recuperar las ventas prepandemia este verano, la guerra de Ucrania y la incapacidad de controlar la inflación se suman a las olas de calor que se suceden en el país, reduciendo el tráfico en las calles y alterando los hábitos de consumo.
Además, los últimos datos del INE relativos al turismo reflejan que una importante cantidad de los españoles van a reducir sus vacaciones o recortar gastos. El turismo extranjero, que vuelve a subir tras dos años marcados por las restricciones, es una de las esperanzas para el sector, al menos en las zonas más turísticas.
A pesar de ello, Torres señala como la confianza del consumidor ha vuelto a caer en junio tras la recuperación que experimentó desde los mínimos de marzo. «La gente no tiene perspectiva de que la situación mejore después del verano. El último trimestre puede ser complicado», señala el presidente de la Confederación.
La CEC también destaca que el Gobierno no haya incluído al comercio minorista entre los sectores afectados por la guerra de Ucrania, para los que el Ejecutivo destinó 193,47 millones d eueros de ayuda excepcional. Finalmente, la medida se limito a ciertos sectores agrícolas y ganaderos aunque, como señala Torres, «nos afecta a todos» y hay múltiples sectores que «lo están pasando mal».