El sacerdocio femenino no se contempla como opción
«En menor medida, ha surgido igualmente el tema de la ordenación de las mujeres». Con esta escueta frase, el documento del Sínodo recogía la reivindicación de una decena de diócesis españolas en las que se había planteado la posibilidad de que el Papa autorizara el sacerdocio femenino. Una forma de mantener vivo el debate pero con muchas prevenciones lingüísticas, sabedores de que se adentran en un terreno pantanoso en lo doctrinal. Una petición que ninguna de las mujeres consultadas para este artículo ha hecho de forma explícita. A buen seguro porque su implicación eclesial las hace conocedoras de que la ordenación femenina genera gran controversia doctrinal.
Lo que sí ha crecido es la figura de mujeres que dirigen los domingos las celebraciones en ausencia de presbítero. Aunque para un profano podrían parecer un sacerdote, pues presiden la celebración, realizan la lectura del evangelio, dan la comunión e imparten la bendición, en la práctica son laicas o religiosas autorizadas por el obispo para mantener el servicio religioso en aquellos lugares en los que ya no es posible la presencia de un sacerdote. Una función que pueden realizar tanto hombres como mujeres, pero como es habitual a nivel parroquial, la presencia femenina es mayoritaria. La fórmula se extiende, sobre todo, en entornos rurales, en la medida que decrece el número de sacerdotes. «A los feligreses les gusta, porque ven cubierta la celebración dominical, pero suelen reclamar la presencia del sacerdote. Que una laica se ponga delante de todos a dirigirles la homilía, no siempre es bien visto, sobre todo por los más mayores», comenta Charo Mendo, autorizada por el obispo de Palencia para presidir estas celebraciones.