Las dos caras de la viruela del mono
▶ Entre un 10% y un 15% de los afectados pueden sufrir cicatrices permanentes si la inflamación alcanza capas profundas de la dermis
España ya ha notificado dos muertes por viruela del mono y 4.577 casos. Las cifras «entran dentro de lo normal teniendo en cuenta la tasa de mortalidad de esta enfermedad y el número de infectados que hay», afirma el virólogo Alfredo Corell, de la Universidad de Valladolid. A pesar de esta baja mortalidad la enfermedad sí «provoca lesiones cutáneas muy llamativas», añade. La OMS considera que estamos ante una emergencia de salud internacional y Estados Unidos ya ha declarado el estado de emergencia sanitaria.
La Academia Española de Dermatología y Venereología también ha dictaminado que la principal vía de transmisión en este brote es a través de la piel. Mediante un estudio de 185 casos, recogidos por multitud de dermatólogos de toda España, se ha determinado que la ruta de transmisión más común en esta epidemia es el contacto durante las relaciones sexuales.
Casos leves
La viruela del mono tiene dos caras. Cuando se transmite de una forma no sexual, como a través de una sábana o por compartir un objeto infectado, sus síntomas no son tan aparatosos. Sin embargo, cuando el contagio es tras mantener relaciones sexuales, las marcas que deja en la piel son más evidentes en zonas específicas. «En los pacientes que se han infectado sin contacto sexual, las lesiones no son tan localizadas, aparecen por todo el cuerpo y no se inflaman tanto. Se parece más a la sintomatología que se describe en África antes de que llegase al resto del mundo», explica a ABC Alba Català, dermatóloga del Hospital Clínic de Barcelona y autora principal del estudio.
El caso de Alfred K., un hombre de 40 años asentado en Tenerife, sigue este patrón sintomático. Dio positivo a mediados de junio, tras volver de un viaje por África. Asegura que no mantuvo relaciones íntimas ni sexuales con nadie, y sus lesiones así lo demuestran. «Cinco días después de regresar de mi viaje comencé a sentir los primero síntomas y acudí al Instituto de Enfermedades Tropicales de la Laguna, donde me confirmaron que tenía viruela del mono y Covid. De ahí me derivaron al hospital», rememora Alfred, que pasó varias horas en la habitación mientras los sanitarios lo atendían envueltos en EPIS protectores, le realizaban un electrocardiograma y tomaban muestras de sus pústulas: «Eran como granitos pequeños y rojos que tenía por todo el cuerpo», explica. Se trata de un caso atípico, menos frecuente que los que se están dando por contacto sexual, así lo afirma la dermatóloga. «Hay pacientes que han podido infectarse en una discoteca o por ser convivientes de un positivo. Se observa que los síntomas son más leves en estas ocasiones. Son poco comunes. Aun así he seguido casos en los que un conviviente se ha infectado por usar el mismo váter que su familiar o allegado infectado», ejemplifica.
Hoy Alfred K. está absolutamente recuperado. Lo que un día fueron pústulas se han convertido en pequeñas marcas similares a las que puede dejar una picadura de mosquito.
Lesiones dantescas
Mario, el nombre ficticio de un joven de 30 años que prefiere no revelar su identidad, no tuvo la misma suerte. Él se contagió por la vía sexual, tras mantener contacto con otro hombre que a los cuatro días del encuentro le puso sobre aviso. «Primero me salieron unas cinco o seis ronchas pequeñas por la cara, debajo de la nariz y una en el pene», explica. «Tardaron mucho en diagnosticarme, y a los tres o cuatro días me aparecieron ganglios en el cuello, también fiebres altas y dolores musculares mientras las lesiones en la piel crecían», relata el afectado, que asegura que a día de hoy aún se notan mucho.
Dependiendo del tipo de lesiones que deja la enfermedad se puede deducir la forma en la que fue contraída, lo que genera un verdadero estigma entre las personas gais.
«Las lesiones de la cara se me sobreinfectaron y afectaron a los nervios, los cuales se atrofiaron. Una mañana me desperté y tenía la cara desfigurada y paralizada, al igual que el labio inferior», recuerda Mario, que durante esos días estuvo muy preocupado.
«En Barcelona no hemos dado con casos así, pero la lesión puede llegar a capas bajas de la dermis por donde pasan los nervios y provocar una neuralgia», comenta la dermatóloga Català, en referencia a las lesiones de Mario. «Aproximadamente entre un 10% y un 15% de los casos que hemos analizado dejan cicatrices atróficas similares a las de la varicela. Si la inflamación en la piel es grave puede afectar a las partes profundas de la dermis, hay zonas del cuerpo donde esto es más probable que pase porque son tipos de piel más sensibles», aclara la especialista en referencia a regiones corporales delicadas como los labios o los genitales.
Es probable que Mario quede marcado de por vida por una enfermedad que presenta poca mortalidad pero que produce dolores muy agudos, daños visibles y lesiones cutáneas dantescas. «El 20% aproximadamente de los casos analizados han tenido un dolor muy intenso que ha tenido que ser tratado con varios fármacos. De un 1% a un 2%
han requerido ingreso, la mayoría por dolor mal controlado, por afecciones oculares de riesgo o por proctitis, que son inflamaciones en la zona rectal. El virus inflama las zonas por donde asciende en el momento del traspaso de un individuo a otro», apunta Català
Síntomas no descritos antes
Esta diferencia sintomática no se debe a una mutación del virus, sino a unos síntomas no descritos antes, dada la infrecuencia de los contagios persona a persona. «Los contagios eran primarios, de animal a persona, pero esta nueva cadena de transmisión por contacto sexual ha podido ser la responsable de que aparezcan nuevos síntomas», explica Corell. Las secuencias realizadas sobre este virus de ADN coinciden con la variante de África Occidental.