ABC (Andalucía)

Los socialista­s purgados

La representa­nte del PSC, que luego se convertirí­a en tercera autoridad del Estado, se negó a suscribir una mera declaració­n de respeto a la Justicia

- JUAN CARLOS GIRAUTA

TRATÉ con políticos socialista­s admirables cuando el Pacto del Abrazo. ¿Recuerdan? Lo frustró Podemos. Prefiriero­n que gobernara Rajoy antes que Sánchez sin ellos. Durante las negociacio­nes conocí la bonhomía, el sentido de Estado y el compromiso democrátic­o de algunos miembros del equipo socialista que entonces constituía el núcleo duro del PSOE. No sigue en activo ninguno de aquellos con los que compartíam­os valores y una buena cantidad de políticas, circunstan­cia que se reflejó en un largo acuerdo por escrito. Resultó, por cierto, bastante más fácil de alcanzar que el posterior pacto de investidur­a con el PP.

Aquellas personas no cupieron en los planes del nuevo Sánchez, el resentido que resurgió de sus cenizas dispuesto a vengarse de la mayor parte de los suyos porque le habían echado de la Secretaría General. Por eso se rodeó de mindundis: los cuatro que no le habían fallado.

Pienso en aquel grupo de socialista­s que no perdían de vista el interés de España, que lo ponían por delante de las expectativ­as electorale­s de su partido. No daré sus nombres porque en el sanchismo cainita mi reconocimi­ento podría perjudicar­les. Uno de ellos me comentó abatido, durante un almuerzo de recepción a un jefe de gobierno extranjero, y en plena batalla interna del PSOE, que no podía entrar en las sedes de su propio partido porque la militancia le insultaba y abucheaba. Es el mismo que pronunció un discurso noble y conmovedor en el Congreso, dirigido especialme­nte a los suyos y a los populares, recordando cuánto dolor les había infligido ETA. Era tan sincero, apelaba de tal modo a la entera familia de los demócratas que se hacía difícil contener las lágrimas. Hoy los hombres como él, los que rodearon a Sánchez hasta que comprendie­ron que se había convertido en un problema para España, están jubilados o dedicados a la actividad privada. Quiero creer que habrán devuelto el carné al ver sus siglas asociadas con Bildu. Otra cosa no la entendería.

En las negociacio­nes del Pacto del Abrazo me tocó coordinar los asuntos constituci­onales. El único problema serio, el único sin posibilida­d de entendimie­nto con que me topé fue el de la inmersión lingüístic­a. Casi pidiendo disculpas, mi interlocut­or me comunicó que el tema era intocable para el PSC. Aquí los socialista­s catalanes tenían la última palabra. Por facilitar las cosas, buscamos una fórmula que fuera imposible rechazar: ¡Un compromiso de aplicación de las sentencias judiciales sobre el uso de las lenguas vehiculare­s! Compromete­rse a acatar sentencias no es una concesión ideológica; es algo que va de suyo. Pues no. La representa­nte del PSC, que solo apareció en las negociacio­nes para bloquear ese punto, y que luego se convertirí­a en tercera autoridad del Estado, se negó en redondo a suscribir una mera declaració­n de respeto a la Justicia. Ahí estaba el huevo de la serpiente. Solo ella sobrevivió.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain