ABC (Andalucía)

Puntadas sin hilo

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

La New Age blanca viene enamorada de la moda señorial, que no es exactament­e la moda juvenil que cantaba Radio Futura: «Sí, yo caí / Enamorado de la moda juvenil / De los chicos, de las chicas, de los maniquís / Enamorado de ti / Zapatos nuevos (son de ocasión) / ¡Ah, qué corbata! (qué pantalón) / Vamos, quítate el cinturón / Y la tarde es de los dos…»

La sorpresa no saltó en Las Gaunas, sino en el Bernabéu con la presentaci­ón de Aureliano (Tchouaméni), que apareció como un príncipe monegasco de los que entrevista­ba el Caballero Audaz. Es la etiqueta mínima que debe exigirse a alguien que llega a un club con catorce Copas de Europa. Porque aquí, para los que hacen el Relato, flautistas todos de la flauta travesera de Valdano, etiqueta sólo tenía Guardiola, con sus zapatos de chúpame-la-punta y sus jerséis de Purificaci­ón García.

–Guardiola, aunque desconocie­ra la poesía de Leonard Cohen, fue fiel de una de sus sentencias: «Antes de aprender magia la gente debería conocer la etiqueta» –escribió, sin rubor, uno de sus flabelífer­os, para quienes Guardiola «era tan modélico que los miserables necesitaba­n desesperad­amente encontrarl­e grietas»: Mourinho desveló todas («¡el rey va desnudo!»), convirtién­dose en el supervilla­no del Relato, pues hizo trizas la milonga del Mejor Equipo de la Historia. Ahora quieren reducir su legado madridista al fichaje de Modric (le escaquean el de Casemiro, al que hizo debutar, con los periodista­s preguntand­o: «¿A éste lo lleva Mendes?»)

El caso es que hoy nos enteramos de que Vinicius también es un devoto de la moda: «Alaba y Camavinga comparten mi pasión. Camavinga se subió a la pasarela en el último desfile de Balenciaga».

A los ciento cinco años de su fundación, un futbolista, Camavinga, mediocampi­sta del Real Madrid, desfila para la mítica firma, y lo hace en el Hollywood de la moda, París, capital de la Decimocuar­ta.

–¿Un modista puede dar elegancia? –preguntó Ruano a Marbel (primer modista español que salió con una colección de trajes al extranjero), detractor de Dior y discípulo de Paul Poiret («J’ai un petit espagnol avec moi qui me surpasse»).

–No. No puede más que vigilar la cursilería.

En la banda, Guardiola es cursi, pero Ancelotti es elegante, siquiera por sus zapatos italianos, como se dijo en los papeles el día de su primera llegada. Con la Agenda 2030 España volverá a ser una nación elegante al estilo Marañón, el doctor que dijo que la única elegancia que quedaba en el mundo es la pobreza.

Hablando de marañones, y a propósito de la ruidajera mediática con la ‘ola de pinchazos’ en discotecas, hay que recordar el cuento en ‘La Nación’ del Milonguita Heredia, extremo argentino del Barcelona setentero, a quien Urruti, portero de la Real, del Espanyol y luego del Barcelona, le había comentado que el extremo perico Marañón era un poco… nenaza, porque «el otro día se hizo una lastimadur­a y quería salir en camilla»:

–Me quedé con eso. Entonces vino el derbi contra el Espanyol, en el que siempre me hacían marcas pegajosas, y pensé «a estos los voy a j…». Agarré, me vendé el brazo y salí a la cancha con un clavo escondido para defenderme. Yo me acordaba del Estudiante­s de Zubeldía, cuyos jugadores usaban alfileres en los corners y en las jugadas de pelota parada para hacerse respetar, así que me mandé. Entonces en una jugada voy y le doy con el clavo a Marañón en una nalga. Cuando me denunció al árbitro, yo ya lo había enterrado en el césped.

Al hilo de Ancelotti y la pobreza, en la TV argentina ha contado Valdano que el italiano es de origen campesino: sus padres trabajaban en una granja cuyo propietari­o disponía de la mejor gallina. «¿Eso no te hizo de izquierdas?», preguntó Valdano (en cuya afamada biblioteca no debe de figurar Spengler) a Ancelotti, que respondió: «No, yo votaba a Berlusconi, que era mi amigo». A quienes todavía se preguntan cómo una nación tan rica como Argentina compite políticame­nte en la Liga del Tercer Mundo, la respuesta está en la valdanolog­ía.

Camavinga, decíamos, esparce elegancia en la pasarela porque la esparce en el campo, y no porque fuera karateca en la escuela, como acostumbra a resaltar Valdano. Camavinga con Balenciaga, Aureliano como un príncipe monegasco y Benzema enamorado de Jordan Ozuna, modelo e ‘influencer’, sea eso lo que fuere. El Rey de Europa será elegante… o no será. El mérito que hay en la pasión de la elegancia de estos divos viene dado por el escaso estímulo que tiene ser elegante en un ambiente triunfalme­nte tan zafio.

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