CUANDO LA SONRISA ENMASCARA EL SUICIDIO
Cada semana 125 personas se quitan la vida en el Reino Unido. La exposición ‘The last photo’ reúne las últimas instantáneas felices de varios suicidas para concienciar a la población de lo invisible que pueden ser, en muchos casos, la angustia y el sufrim
En su última foto antes de quitarse la vida, Ciaran, un joven de 28 años, aparece radiante junto a su bebé. «Era una persona encantadora, divertida y con los pies en la tierra que adoraba ser padre», dice su familia, que permitió que la imagen formara parte de una exposición ‘The last photo’, que ha puesto sobre la mesa el tema del suicidio con una aproximación sobrecogedora. Sonriente como Ciaran aparece también Sophie, celebrando su cumpleaños número 21 sentada a la mesa entre dos globos. «Tenía una risa y una sonrisa contagiosas, que iluminaban cualquier habitación», afirman sus padres, que confiesan que la joven se quitó la vida 11 días después de esta celebración, «algo que nunca anticipamos que sucedería». «Elegimos compartir la historia de Sophie con CALM con la esperanza de crear conciencia», un acto «que podría salvar una vida».
CALM es el acrónimo de Campaign forma aislada, sino que son la excusa perfecta para, a través del arte y de la conexión entre seres humanos que se reconocen en los otros como espejos, ofrecer también las cifras del suicidio en el Reino Unido que ayuden a entender el fenómeno y a ponerle freno a través del reconocimiento de las señales de quienes podrían estar pensando en acabar con su propia vida. Y es que según una encuesta de la consultora YouGov realizada a petición de CALM, el 61% de las personas encuestadas reconocieron que tendría dificultades para saber si alguien que conocen tiene pensamientos suicidas, el 33% se sentirían muy incómodos como para preguntarlo directamente, y el 51% no sabrían cómo ayudar en caso de que la respuesta sea afirmativa. Además, sólo el 24% piensan que alguien en esta situación sonreiría y apenas un 22% creen que publicarían imágenes alegres en sus redes sociales.
Fuentes de la organización explicaron que cada semana se quitan la vida en el Reino Unido un promedio de 125 personas, de las cuales el 75% son hombres y, al menos dos, trabajadores sanitarios. «Existimos para cambiar esto», dicen desde CALM, a través de la generación de una «conversación» al respecto y «a través de nuestros servicios de acción de emergencia» y «campañas para crear conciencia». Un sólo suicidio, dicen, afecta directamente a 135 personas, dejando un impacto duradero en familiares, amigos, colegas, vecinos y conocidos, y «compartimos historias» reales «con la esperanza de que puedan cambiar la opinión de alguien», «desafiando los estereotipos y el estigma que impiden que las personas hablen sobre el suicidio». «Utilizamos la música, el deporte, el arte… para transmitir nuestro mensaje y ayudar a la gente a encontrar la fuerza necesaria para buscar ayuda».
Romper el tabú
Y detallan que, «si bien cualquiera puede sentirse suicida, hay algunos factores que pueden hacer que alguien sea estadísticamente más propenso a experimentar estos sentimientos debido a las circunstancias que enfrenta, como los estereotipos, los estigmas, las expectativas culturales y la discriminación» y que incluyen «ser hombre, identificarse
como LGBTQ+, ser negro, asiático o de origen étnico minoritario, haber estado en prisión, haber tenido un duelo previo por el suicidio de alguien cercano, haber sufrido abusos o tener adicción a las drogas y al alcohol».
Para Simon Gunning, director ejecutivo de CALM, romper el tabú y tener conversaciones abiertas sobre el suicidio es un paso muy importante para salvar vidas, un acercamiento a esta problemática muy distinto al que se consideraba correcto hace unos años, cuando se creía que si se hablaba del tema, se provocaría un efecto llamada, cuando en realidad es lo contrario. Por eso es tan importante que las voces públicas se sumen a esta conversación, como es el caso de los miembros de la banda inglesa Joy Division, que 42 años después de la muerte del vocalista Ian Curtis, han pedido que se declare el suicido como una emergencia de salud pública, o como Roman Kemp, un locutor de radio muy conocido entre la juventud británica y que el próximo 27 de octubre publicará su libro ‘Are you really OK?’ (’¿De verdad estás bien?’) que escribió después de que su mejor amigo se quitara la vida durante la pandemia. «Perder a Joe me hizo comenzar a investigar cuántos jóvenes se quitan la vida cada año, y las respuestas me sorprendieron. El suicidio es la principal causa de muerte de hombres menores de 40 años en este país».
Impulso político
Quien también vivió esta trágica experiencia en un ser querido es Sajid Javid, hasta hace unas semanas ministro de Salud británico, cuyo hermano Tariq se quitó la vida a los 51 años hace cuatro. En junio, Javid habló públicamente sobre esto por primera vez en un evento de la organización Papyrus y explicó como el Gobierno está desarrollando un nuevo plan de prevención, que será publicado a finales de este año junto al nuevo plan de salud mental, ya que las políticas públicas son fundamentales para atajar el problema. Para él, poner en marcha medidas de apoyo es, por razones obvias, «una misión muy personal». «Después supimos que mi hermano tenía un problema de salud física del que no le había hablado a nadie», dijo, «y si lo hubiéramos sabido, si nos hubiera hablado, tal vez podríamos haber hecho algo».
Este año, 113 organizaciones recibieron 5,4 millones de libras esterlinas (unos 6,4 millones de euros) en ayudas oficiales para ayudar a la prevención del suicidio, tras una pandemia que provocó un aumento en la demanda de servicios. Estos fondos han sido usados, entre otros, para talleres, líneas de ayuda en momentos de crisis y sesiones de terapia para los afectados por pensamientos suicidas y las familias en duelo.
Los datos de Samaritans, organización que ofrece ayuda directa y además coteja los datos de todo el Reino Unido, indican que alrededor del 40% de los suicidios son de personas de 40 y 50 años, pero los niños, niñas y jóvenes están también en riesgo y según una investigación de la Commission on Young Lives (Comisión sobre Vidas Jóvenes) presidida por la excomisionada de menores de Inglaterra, Anne Longfield, es necesario un paquete de mil millones de libras «único en una generación» para impulsar al NHS, el sistema nacional de salud, tan sobrecargado que con demasiada frecuencia se ve obligado a rechazar a jóvenes que necesitan con urgencia ayuda psiquiátrica debido al aumento de la incidencia de autolesiones, intentos de suicidos repetidos, y trastornos alimentarios. «La escala del problema está creciendo, impulsada por la pandemia, y el sistema se está doblando bajo la presión y es incapaz de hacer frente a la explosión de la demanda de ayuda», considera Longfield, que da un dato alarmante: en marzo, 90.789 menores de 18 años fueron remitidos a los servicios de salud mental del NHS, la cifra más alta desde que comenzaron los registros.
SER HOMBRE, LGBTQ+, DE UNA ETNIA MINORITARIA, HABER ESTADO EN PRISIÓN, TENER ADICCIONES O HABER VIVIDO UN SUICIDIO CERCANO