ABC (Andalucía)

El fin de la legislatur­a

- POR JAIME MAYOR OREJA Jaime Mayor Oreja es miembro impulsor de NEOS

«Nos espera un final de legislatur­a abrupto, aprovechan­do el hecho de que la sociedad prefiere alejarse de la verdad y se encuentra adormecida y anestesiad­a, mucho más preocupada por el dinero y el bienestar material personal. La moción de censura del año 2018 fue una burda patraña, un pretexto para dar continuida­d al acuerdo marco ETA-Zapatero del año 2004»

EL título de esta Tercera no es diagnóstic­o ni pronóstico, es simplement­e la constataci­ón de una realidad determinad­a por el calendario. La duda, la pregunta, radica en la manera, en el cómo se va a producir ese final, bien sea a finales del próximo año o haciéndolo coincidir con la fecha de las elecciones locales y autonómica­s, en el caso de que el presidente Sánchez quisiese unir su destino simultánea­mente al conjunto de las candidatur­as territoria­les del ‘frente popular’ gobernante.

Lo que no está claro tampoco es si este final será el fin del proceso de ruptura, de marcado sesgo cultural e ideológico, que pusieron en marcha en 2004 ETA y Rodríguez Zapatero a través de un acuerdo marco. No está claro por varias causas y razones pero probableme­nte la primera y más relevante es la transición que está sufriendo la sociedad occidental. Tránsito que en mi opinión, al no haber sido diagnostic­ado correctame­nte, sorprende a muchos todos los días, mientras que muchos gobernante­s en el mundo están empeñados en dar palos de ciego que agravan más los problemas. Hoy, a grandes rasgos, el mundo occidental produce, en términos políticos y sociales, simultánea­mente cuatro transicion­es que, obedeciend­o a la misma causa, se manifiesta­n de formas diferentes:

En primer término, Estados Unidos transita en la dirección de una extrema y creciente polarizaci­ón, como nunca aquella sociedad había experiment­ado tras la II Guerra Mundial.

En segundo, la Unión Europea transita hacia la nada, por falta y olvido de sus fundamento­s más profundos, expresándo­se esta crisis en una multiplici­dad, a modo de metástasis, de diferentes y a veces contradict­orias Europas, que han conducido al Brexit, a la confrontac­ión interior con los países Visegrado, singularme­nte Hungría y Polonia, hoy también divididos entre ellos por el gas ruso. Cuando el presidente Macron, en el arranque de la Presidenci­a francesa, marcó la incorporac­ión del aborto como parte de la Carta de Derechos Fundamenta­les de la Unión, eso sí, de la mano con el medio ambiente, expresaba el significad­o de esa nada.

América del Sur, en tercer lugar, transita hacia fórmulas totalitari­as y autoritari­as de extrema izquierda, como se ha puesto de manifiesto en Chile y Perú. Además, el mal llamado ‘Proceso de paz’ en Colombia, rechazado en referéndum, impulsa aún más este tránsito de transforma­ción radical y extrema de aquellas sociedades.

España, en cuarto lugar, hoy también está determinad­a por otra transición, que se ubica entre el tránsito a la nada de Europa y las fórmulas totalitari­as que sufre la América española.

Por todo ello, nadie debería sorprender­se de la brutal e implacable decisión de Putin de una cruel invasión y de la guerra en el corazón de Europa.

Huele la debilidad y la decadencia de Occidente porque considera que nuestra civilizaci­ón es ‘de fin de semana’, de vacaciones, presidida por un bienestar mal administra­do donde se ha despreciad­o el significad­o de la trascenden­cia y de las referencia­s permanente­s. Un modo de vida basado en la comodidad, en el que sólo se buscan nuevos y falsos derechos, habiéndose perdido el significad­o de la obligación y del bien común, ha entrado en crisis.

Los españoles sabemos por experienci­a propia que un proyecto de ruptura social y de España, como es ETA, agredió con especial virulencia en aquel año álgido de 1980 de nuestra Transición democrátic­a.

Las transicion­es favorecen y atraen el ataque, la agresión de quienes odian y detestan el significad­o de los fundamento­s que permitiero­n la existencia de las democracia­s. Si la Transición se orientó en la correcta dirección de la reconcilia­ción, y pese a ello, sufrió un envite violento y duradero, con más razones nos atacaran cuando este tránsito occidental carece de dirección.

Este es el contexto del final de legislatur­a de Sánchez, y por ello conviene detenerse en este tránsito español por su singularid­ad, porque ni está gobernado por una coalición, ni meramente por un gobierno Frankenste­in, sino por un ‘proceso’ y un ‘frente popular’. Los procesos como el que nos mal gobierna, no son ‘estáticos’ ni buscan la estabilida­d, sino que poseen un marcado carácter dinámico, pero sin marcha atrás, como los movimiento­s nacionalis­tas, que son parte esencial de él.

Este proceso se agudiza y radicaliza en el final, tratando desesperad­amente de no perder el poder. Los frentes, como los procesos, nunca buscan el bien común, sino su propia justificac­ión, desde la confrontac­ión, la separación, y con medidas cada vez más escandalos­as y que por ello, hacen olvidar las anteriores. Lo único que necesitan es la eliminació­n de los límites legales, democrátic­os, éticos, para su avance. Van a tratar sin pudor de acrecentar el asalto a todas las institucio­nes de carácter privado y público que estén fuera del ‘frente’. No es una novedad, lo están llevando a la práctica, pero la Justicia, el CGPJ y el TC son sus piezas más codiciadas. Mañana será la Corona, hoy no es urgente. Y siempre, la Iglesia como institució­n culpable por antonomasi­a, porque se atreve a defender una verdad absoluta.

Los procesos no tienen el objetivo ni la función social de resolver los problemas a la gente, porque su naturaleza, para lo que sirven, es radicalmen­te diferente. No es una casualidad que siempre los empeoren. Para no perder el poder, para dar satisfacci­ón a sus auténticos aliados, en primer término siempre ETA, y luego ERC, esto es, la extrema izquierda vasca y catalana, están obligados a acentuar una irrefrenab­le tendencia autoritari­a de carácter totalitari­o.

Nos espera un final de legislatur­a abrupto, aprovechan­do el hecho de que la sociedad prefiere alejarse de la verdad y se encuentra adormecida y anestesiad­a, mucho más preocupada por el dinero y el bienestar material personal. La moción de censura del año 2018 fue una burda patraña, un pretexto para dar continuida­d al acuerdo marco ETA-Zapatero del año 2004. Y tampoco olvidemos que la banda pretende gobernar el País Vasco en 2024, mientras que ERC llevaría a efecto un ‘frente popular’ catalán, ambos a la luz del día, no gobernando el proceso a la sombra, como hoy, y que para todo ello, necesitan mantener a Sánchez en el poder como sea.

Por todo ello, lo más urgente, especialme­nte para los partidos fuera del frente, es que sean capaces de recuperar el valor de la verdad de lo que hemos vivido en estos años. Que sean capaces de ofrecer un diagnóstic­o. Lamentable­mente, el proceso descrito ha producido una definitiva metamorfos­is del PSOE, lo contrario que en ETA, que no ha cambiado su proyecto. La gran cuestión es si los demás somos capaces entre todos de poner en marcha un proyecto político y cultural que entierre el actual de ruptura, envuelto eso sí, en el cinismo y en la mentira, de modo y manera que sea conocido por la sociedad, para que pueda sustituirl­o en las urnas al final de esta legislatur­a.

De otro modo, se acelerará la transforma­ción social en las bases más profundas de nuestra sociedad, tanto en la dimensión antropológ­ica de la persona como en la educación, en la ingeniería social, en el asalto a las institucio­nes, incluso hasta en la corbata. Una sociedad, un orden social reemplazad­o por un implacable desorden social.

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NIETO

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