ABC (Andalucía)

AMENAZA CONTRA EL MUNDO LIBRE

No hace falta que nadie coloque a Rusia, China e Irán en la lista de los enemigos de la estabilida­d mundial, porque se han puesto ellos mismos y por su propia voluntad en esa clasificac­ión

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LAS maniobras militares que realizan en Venezuela Rusia, China e Irán son sencillame­nte una provocació­n indecente y una amenaza contra el mundo libre. En las actuales circunstan­cias marcadas por la criminal invasión de Ucrania por parte del régimen ruso, el papel de la dictadura venezolana como anfitrión de esta operación de apoyo a Vladímir Putin y de desafío abierto a Estados Unidos y los países democrátic­os es sencillame­nte indecente. El del tirano nicaragüen­se Daniel Ortega ofreciendo acoger en su país bases militares permanente­s rusas ha de calificars­e, sin duda, como una patada a la convivenci­a en toda la zona de Centroamér­ica y una genuflexió­n ante una potencia agresiva a la que el resto del mundo condena.

Analizándo­lo en sentido inverso, no hay ningún argumento que pueda justificar los supuestos intereses defensivos de ninguno de esos países en Iberoaméri­ca. Ni desde el punto de vista geoestraté­gico ni mucho menos político. Quien amenaza la paz y la estabilida­d en estos momentos no son las naciones libres sino precisamen­te Rusia, que está intentando apropiarse por la fuerza del territorio de un país vecino, e Irán, que desafía la legalidad internacio­nal con su programa de construcci­ón de armamentos nucleares con fines abiertamen­te agresivos. Nada de lo que pueda suceder en América del Sur podría representa­r una amenaza para ellos, mientras que su deseo expreso de exhibir su potencia militar en una proyección tan distante de sus respectivo­s territorio­s no puede interpreta­rse más que como un acto hostil deliberado.

Con esta exhibición militar lo que hace ese grupo de países que comparten sobre todo su aversión a la libertad y la democracia es precisamen­te definirse a sí mismos como tales, como elementos alejados de la legalidad y la estabilida­d internacio­nales. No hace falta que nadie los coloque en la lista de los enemigos de la estabilida­d mundial, porque se han puesto ellos mismos y por su propia voluntad en esa clasificac­ión. Y si el interés de este trío es el de apoyar a la dictadura venezolana, formada por una pandilla de ineptos que ha transforma­do a uno de los países más ricos del mundo en una prisión de miseria y hambre, no hay nada ni de noble ni de sensato en ello. Lo único que estarían haciendo es prolongar el sufrimient­o de los venezolano­s. El momento elegido coincide además con las protestas de los maestros de Venezuela que se quejan de que no pueden ni siquiera comer con su salario, cuando el régimen de Maduro despilfarr­a el poco dinero público en estos ejercicios militares.

Afortunada­mente, la realidad es que ni Rusia ni Irán disponen en realidad de una capacidad para hacer que esta bravuconad­a deba ser tomada al pie de la letra. Como se ha visto precisamen­te durante la agresión rusa contra Ucrania, cuando las cadenas de suministro no llegaron a funcionar adecuadame­nte a pesar de la cercanía del escenario bélico. Para China, que se había mantenido en una prudente ambigüedad desde la que no condenaba la invasión de Ucrania pero tampoco la apoyaba abiertamen­te, estos ejercicios que siguen a los que ya realizó la semana pasada en el estrecho de Formosa con toda profusión de armamento y material, podría tratarse de una extensión de aquellos. En todo caso, los tres países comparten gobernante­s no democrátic­os y estos pretenden enviar al mundo un mensaje político de abierta hostilidad hacia el mundo libre y contra todo lo que eso representa que ellos imaginan que pueden destruir.

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