Otra bofetada a la política de Joe Biden sobre Suramérica
▶EE.UU. lleva meses enfrentándose a Maduro con China y Ucrania de fondo
«China y Rusia están expandiendo su influencia en nuestro entorno de forma agresiva», advirtió la general Laura Richardson, líder del Comando Sur del Ejército de EE.UU., en una comparecencia ante el Senado. Son ejemplo de ello las maniobras militares conjuntas de Rusia, China, Irán y Venezuela: ocurren tras meses de pasos dubitativos del Gobierno de Biden frente al régimen de Maduro, en medio de un reposicionamiento global de China que amenaza la hegemonía de EE.UU. y con el telón de fondo de la guerra de Ucrania.
Desde que llegó a la Casa Blanca, Biden defendió que el centro de su política exterior sería la región Asia-Pacífico y hacer frente al empuje de China. En plena rivalidad con Pekín y con la respuesta a la agresión de Putin a Ucrania, el continente americano ha quedado fuera del foco. Se comprobó, entre ausencias y desplantes, en la Cumbre de las Américas que Biden organizó en Los Ángeles en junio y también, de forma más específica, con Venezuela.
Pasos indecisos
La pasada primavera, la Administración Biden empezó a dar pasos indecisos para cambiar la política frente a Maduro. Una delegación estadounidense visitó Caracas y se entrevistó, entre otros, con el dictador venezolano. La visita buscó la liberación de rehenes estadounidenses en Venezuela, pero trató también de posibles levantamientos de sanciones impuestos por Trump contra la principal fuente de ingresos del régimen chavista, la industria petrolífera.
Esta primavera, sin embargo, el petróleo venezolano aparecía como una solución parcial –pese a opiniones de expertos que dudan de su viabilidad– a las sacudidas provocadas por la guerra en Ucrania a los precios energéticos, una de las pesadillas para Biden.
EE.UU. levantó algunas sanciones al petróleo de Venezuela –le permitió venderlo a la española Repsol y a la italiana Eni, además de operaciones limitadas a Chevron en el país– para impulsar negociaciones con Maduro para un avance democrático. También eliminó la sanciones a un sobrino del líder chavista. Todo ello, acompañado de críticas furibundas de los republicanos y de algunos demócratas.
No obstante, esas concesiones no han dado fruto: esos avances no se han producido. Venezuela liberó dos de los seis rehenes estadounidenses, pero ha encarcelado a otros tres en lo que va de año y ahora desafía a Washington con las maniobras militares. Los ejercicios son solo un ejemplo de la creciente influencia de rivales de EE.UU. en el continente: China dispara su presencia económica, con contratos multimillonarios ante la ausencia de inversiones estadounidenses; Argentina y Brasil se han mostrado como apoyos de Putin en el hemisferio y Maduro no ha dudado en solidificar sus relaciones con Irán.
Rusia, China e Irán trasladan esta cooperación ahora al continente americano, ante la falta de respuesta de la Administración Biden, que no ha reaccionado de forma pública a las maniobras.