ABC (Andalucía)

Injusticia sumaria

El terrorismo reproduce ese reflejo justiciero como acaso sabemos mejor que nadie los españoles que padecimos la carnicería de ETA, y es probable que en eso trate de legitimars­e el terrorismo de Estado

- JOSÉ ANTONIO GÓMEZ MARÍN

¿QUIÉN que conservara un ápice de energía moral no deseó aquel 11-S, tras contemplar la siniestra odisea de las Torres Gemelas, una respuesta adecuada al terror? ¿Es posible mantener la moderación ante la reciente escena del islamista fanático intentando degollar a Salman Rushdie en memoria de una bárbara ‘fatua’? A ver quién niega ahora que, más allá de algúnremil­go ético, no aceptó entonces ni acepta ahora complacido las tremendas imágenes de la caza de Bin Laden en su guarida de Abbotabbad o la tremenda ejecución de su heredero Zawahiri.

El terrorismo reproduce ese reflejo justiciero como acaso sabemos mejor que nadie los españoles, que padecimos la carnicería de ETA, y es probable que en eso trate de legitimars­e el terrorismo de Estado al que las nuevas tecnología­s han dotado de instrument­os incontrola­bles como los drones. La noticia del asesinato en Kabul de al-Zawahiri, el sucesor de Bin Laden, ha sido dignificad­a por Biden, una vez más, como un simple ejercicio de Justicia, en esta ocasión aliviado por el logro que supone eliminar al objetivo sin ‘víctimas colaterale­s’ gracias a un selectivo misil armado con cuchillas que lo laminaron por sorpresa en su propio balcón. Este escalofria­nte suceso culmina, de momento, la aterradora crónica de esa ‘guerra de drones’, forzando a la conciencia a plantearse dudas cada día más vehementes sobre esa presunta legitimida­d. Porque ya no son sólo los EE. UU. quienes asesinan por ese artero procedimie­nto que han empleado sin complejos, entre otros, –lo mismo selectivam­ente que en operacione­s masivas–países tan diversos como Francia, Turquía, Yemen o Marruecos y que en la guerra de Ucrania parecen estar también a la orden del día. ¿De verdad acabaremos aceptando como legítimo el derecho de cualquier líder a ‘asesinar’ a quien él considere ‘asesinable’ en virtud de su propio criterio?

Prospera la sospecha de que en la caza de al-Zawahiri haya pesado como mayor motivo la necesidad de reforzarse sentida por un líder, como Biden, desacredit­ado por la intempesti­va retirada de sus tropas de Afganistán, que ha devuelto insensatam­ente aquel país martirizad­o a la barbarie talibán. Pero ¿y los demás, y los responsabl­es tanto de democracia­s como de tiranías? ¿Habremos de concederle a esa variada tropa, moral –¡y hasta jurídicame­nte!–, la capacidad de enviar sus drones sigilosos por doquier para eliminar a sus rivales, tal como cuenta la leyenda que el ‘Viejo de la Montaña’ enviaba por el mundo a sus ‘hashshasin’ provistos de sus dagas envenenada­s?

El dron asesino al servicio de la política se ha convertido de repente en el icono de una suerte de autocracia invisible que acabará arruinando el derecho humano no sólo en las satrapías confesas sino en lo que queda de estas lastimadas democracia­s.

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