Medio siglo tras la pista de Pertur, el disidente etarra que desapareció sin dejar rastro
► Se enfrentó a los cabecillas más sanguinarios de la banda tras la muerte de Franco
«ETA es hoy una banda nazi y mafiosa. En ETA, un pequeño grupo de fanáticos, mafiosos y nazis sigue creyendo que en España no puede haber democracia», aseguraba en el 2000 Marta Bergareche, la madre de un ex miembro de la banda terrorista que desapareció en Francia, sin dejar rastro, ocho meses después de la muerte de Franco. Su nombre: Eduardo Moreno, alias ‘Pertur’.
La última vez que se le vio con vida fue el 23 de julio de 1976. Tenía 25 años y era uno de los líderes de los ‘polimilis’, una de las dos ramas en las que se desgajó ETA en los últimos años de la dictadura. Sin Franco, con la Transición en marcha y la democracia en el horizonte, la mente del joven dirigente forjó la idea de que había que abandonar las armas e iniciar el camino de la política
En abril de ese año, los ‘polimilis’ secuestraron al industrial nacionalista Ángel Berazadi. En ese momento, Pertur ya se mostró partidario de aceptar el rescate y liberarle, pero los ‘comandos Bereziak’, el núcleo duro de ETA controlado por los sanguinarios Antxon, Pakito y Apala, optaron por asesinar al rehén. La situación se volvió entonces más tensa, sobre todo cuando nuestro protagonista reprochó a Apala que se durmiera el día que tenía que recoger a los etarras fugados de la cárcel de Segovia.
Pertur fue considerado un traidor y se sabía en peligro, a juzgar por la carta que le envió a su compañero Iñaki Múgica, alias ‘Ezkerra’: «Estas bestias han convertido Euskadi norte en un Estado policial [...]. No logro zafarme de esta dinámica infernal de las conspiraciones, del infundio y la mentira que tiende a eliminar a los rivales políticos, no por medio del debate, sino a través de sucias maniobras».
Llegaron a secuestrarle para que no acudiera a una de las asambleas de ETA. Poco después, el citado 23 de julio de 1976, recibió una nota anónima de alguien que quería reunirse con él: «Soy una persona que te conoció hace un mes y te quiere volver a ver». La cita sería a las diez de la mañana de ese mismo día en el café Consolation de San Juan de Luz (Francia), pero el remitente no apareció. Sin embargo, se cruzó como por casualidad con Apala y Pakito, y desapareció.
En 1994, un juzgado de Irún lo declaró oficialmente fallecido. En 1997 llegaron a levantar una tumba del cementerio de Biriatou por si sus restos estaban dentro, pero la pista resultó falsa. En 2008, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu decidió volver a abrir el caso a raíz de una querella presentada por los padres de Pertur e, incluso, se interrogó a cinco testigos, entre ellos, a Juan José Gurrutxaga Aizpurua, líder de ETA-pm tras la desaparición, y Antxon, cabecilla de la organización terrorista en los años 80. Estos, sin embargo, no aclararon nada.
Andreu señaló tres hipótesis sobre los responsables: la primera apuntó al núcleo más duro de ETA; la segunda, a grupos terroristas de la extrema derecha, y la última, a neofascistas italianos que habrían actuado bajo la dirección de los servicios secretos españoles. El juez, sin embargo, tuvo que tirar la toalla tras cuatro años de pesquisas y, desde entonces, nadie se ha sentado en el banquillo.