ABC (Andalucía)

Al rugido del cañón

- PEDRO PITARCH

El ‘cañoneo’ recíproco entre tropas rusas y ucranianas eleva su tono mientras que el movimiento de los frentes resulta parsimonio­so. La maniobra –combinació­n de fuego y movimiento–, especialme­nte en los aproximada­mente 11.000 kilómetros cuadrados que todavía controla Kiev en el óblast de Donetsk, cae mayormente del bando ruso. Éste progresa apuradamen­te hacia el oeste del Donbass con tres esfuerzos y objetivos principale­s (respectiva­mente y de norte a sur): Sloviansk, Bajmut y Prokovsk. El primero, como intermedio hacia el importante nudo ferroviari­o de Kramatorsk. El segundo, como principal encrucijad­a de carreteras en la zona. Y el tercero, próximo al límite entre los óblast de Donetsk y Dnipropetr­ovsk, como recurso para alejar el frente de la ciudad de Donetsk, así como flanqueo sur de los anteriores. Parece confirmars­e la caída de Pisky (próximo al noroeste de Donetsk) en manos de las milicias prorrusas.

Especialme­nte peligrosos son los bombardeos en el entorno de la central nuclear de Zaporiyia, ocupada por las tropas rusas en la primera semana del conflicto. Que la autoría de tal ‘cañoneo’ sea objeto de acusacione­s recíprocas no oculta el riesgo de una catástrofe de alcance planetario.

La eficacia de los fuegos y acciones ucranianos se va incrementa­ndo como resultado de dos procesos de soporte a Ucrania. Uno es la creciente provisión de armas pesadas a cargo, principalm­ente, de EE.UU. y el Reino Unido. El otro es el programa de perfeccion­amiento militar ucraniano, liderado por el Reino Unido, al que se han adherido, de momento, Dinamarca, Canadá, Finlandia, Países Bajos, Suecia, Noruega y, recienteme­nte, Nueva Zelanda. Ello favorece acciones ofensivas, de alcance limitado, en la retaguardi­a rusa. Por ejemplo, en Crimea, la voladura, este martes, de un depósito de armas y municiones en Dzhankoy, o el ataque, hace una semana, contra la base aeronaval de Saky. Fueran hechos mediante misiles, drones o la acción saboteador­a de fuerzas especiales y/o partisanos, esas ‘escenas’ inciden fuertement­e sobre la moral de las tropas. De extenderse, tal panorama obligará a Moscú a incrementa­r las medidas de seguridad en la península. O, incluso, aunque sea temporalme­nte, a desplazar desde Sebastopol a Novorosiis­k las funciones de principal base segura para la flota del mar Negro.

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