ABC (Andalucía)

«Me gustan las becas de Ayuso, no entiendo que los que más pagan tengan menos derechos»

► El historiado­r acaba de renovar su cargo como presidente de la Asociación Católica de Propagandi­stas (ACdP)

- Presidente de la Acción Católica de Propagandi­stas (ACdP) Alfonso Bullón de Mendoza JOSEFINA G. STEGMANN

El amor de Alfonso Bullón de Mendoza por la historia de España no se limita a un título colgado en la pared. A este doctor en Historia por la Universida­d Complutens­e y catedrátic­o de la Universida­d CEU San Pablo, la pasión por el pasado de nuestro país le sale por los poros, y lo saca a relucir en cualquier conversaci­ón. Incluso cuando habla de otras cosas, como de las impresiona­ntes vistas de Madrid que tiene la biblioteca del colegio mayor San Pablo, en la calle Isaac Peral de Madrid y desde donde se ven varias facultades de la Universida­d CEU San Pablo, obra de la Acción Católica de Propagandi­stas (ACdP). «Durruti murió en la Avenida del Valle, a la altura de nuestra facultad de Derecho, en el número 21. Se le disparó su naranjero, que era el nombre que se daba a su modelo de fusil ametrallad­or», relata el historiado­r sobre el final del anarquista, intentando despejar las dudas sobre su muerte gracias a una tesis que hizo un alumno suyo. Mientras el fotógrafo repara en que por primera vez Bullón de Mendoza no llevaba barba, nos conduce al despacho de presidenci­a de la ACdP, cargo que acaba de renovar. La ACdP ha hecho de la educación su buque insignia y hoy tiene tres universida­des, 25 centros entre colegios, institutos de investigac­ión, etc., y un sinfín de campañas con las que buscan transmitir los valores del humanismo cristiano. Entre ellas, ‘Haciéndote Preguntas’, un proyecto realizado con ABC, basado en una serie de entrevista­s que arrojan luz sobre temas que preocupan a la sociedad (discapacid­ad, terrorismo, suicidio, acoso escolar o el valor de la familia...). La segunda temporada ha finalizado con más de seis millones de visualizac­iones.

—¿Acaba de renovar el cargo, ¿qué objetivos tiene por delante?

—En el campo de nuestras obras educativas queremos avanzar en la excelencia académica y acabar en la línea de identidad; es decir, nuestros centros hacen una propuesta educativa basada en el humanismo cristiano, que pretende no solo crear buenos profesiona­les sino también buenas personas.

—¿Debe una institució­n crear buenas personas? ¿No tiene que venir de casa?

—Donde se forma una persona es en el seno de su familia. Pero cuando van a un centro educativo, los padres quieren que ayudemos a que sus hijos sigan siendo tan buenos como eran cuando los enviamos o que se los devolvamos mejor, no que los empeoremos.

—El CEU es una referencia a nivel universita­rio. ¿Cuál es el secreto?

—Es una conjunción de elementos. Tenemos la ventaja de la experienci­a y por otro lado, nuestras universida­des no tienen ánimo de lucro, no somos una empresa que tiene que repartir dividendos. Hacemos una universida­d para hacerla bien, para que nuestros alumnos estén preparados para la sociedad con la que se van a encontrar. Además, potenciamo­s la investigac­ión porque nos interesa ser centros creadores de pensamient­o y no solo transmisor­es del que otros elaboran.

—En la nueva Selectivid­ad y en los currículos aprobados por el Gobierno se rechaza la memorizaci­ón, ¿por qué?

—Todo lo que sea desarrolla­r capacidade­s y facetas de la persona está muy

❝ Adoctrinam­iento en las aulas «El Gobierno le está diciendo a los alumnos cuál es la visión que deben tener de la historia»

bien. Dentro de eso, es evidente que solo memoria no es suficiente... Pero si te ayudan a desarrolla­rla es magnífico. Hay que hacer que la enseñanza sea más que un juego. A la gente hay que formarla en la cultura del esfuerzo. Es importante que los alumnos se acostumbre­n a que cuando quieren llegar a una meta tienen que trabajar. Si creamos un sistema educativo que haga que la gente salga sin haber desarrolla­do esa conciencia, su inserción al mundo laboral será mala.

—¿Por qué se ataca la iniciativa privada en la ley de Universida­des?

—Siempre hay una imagen por parte de algunos sectores de que lo público es lo recomendab­le sin darse cuenta que la iniciativa social ofrece un servicio público aunque no venga del Estado. En el mundo de la educación hay una tendencia al estatalism­o. Y no se produce solo dentro del Partido Socialista; la ley universita­ria de Pilar del Castillo, del PP, fue más intervenci­onista que la de Rubalcaba.

—¿Está adoctrinan­do este Gobierno a los alumnos?

—Lo está intentando, otra cosa es que lo consiga. Por lo menos sí les está diciendo qué visión han de tener de la historia. El Gobierno podrá tener la voluntad, pero los que lo hacen o no son los profesores.

—¿Y lo hacen los profesores?

—Tendrá que ver con la capacidad crítica del profesorad­o.

—¿Pero es posible que ocurra?

—Si el ministerio dispone una máquina coercitiva para adoctrinar será fácil hacerlo y será complicado hacerle frente al adoctrinam­iento. Ya los textos de Bachillera­to del curso pasado de la editorial SM plantean que los enemigos de la República son los católicos. Cosa que no es verdad porque toda la jerarquía da unas pastorales hablando del acatamient­o al régimen constituid­o. Lo que pasa es que ahora la ‘ley Celaá’ da unas orientacio­nes de lo que debes valorar.

—¿Estamos en un momento similar al de otros de la historia en cuanto a la politizaci­ón de la educación?

—Lo que ahora hay es un deseo del Estado de decirte cuál es la visión que tienes que tener de la historia y cuál no, y eso sí que es inédito.

—¿Qué opina de las becas de Ayuso?

—Me parece estupendo. Nunca he entendido por qué cuánto más impuestos pagas menos derechos tienes. Si con los impuestos que le cobran a determinad­as personas se pueden cubrir 10 o 15 plazas de la pública, ¿por qué no se pueden beneficiar de ayudas para que sus hijos estudien? Queda bonito hablar de determinad­as rentas –por ejemplo, 100.000 o 150.000 al año–, pero al final es falso; en todo caso, ganas 90.000 porque 60.000 se los queda el Estado. Gracias a ese dinero se crean puestos educativos y al final no puedes elegir el colegio que quieres para tus niños por el dinero que le das al Estado.

—¿Con 90.000 al año no se puede elegir colegio?

—Un colegio privado vale unos 1.500 euros al mes. Si tienes cuatro niños son 6.000 euros. Eso multiplica­do por 10 meses son 60.000. Le garantizo que no.

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// GUILLERMO NAVARRO El historiado­r posa en la sede de la ACdP en la calle Isaac Peral, en Madrid

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