ABC (Andalucía)

La incombusti­ble verbena gallega: luces, decibelios y músicos con clubes de fans

▶ La región es un ‘sitio distinto’ en cuanto a fiestas populares. Sus grandes orquestas son un reclamo para miles de jóvenes

- SAN AMARO (ORENSE)

Un estudio de antes del Covid contabiliz­ó 292 orquestas, que dan trabajo a 4.000 personas

Panorama, París de Noia y Combo Dominicano son los grandes grupos que arrasan en Galicia

En la parroquia de Grixoa, del municipio orensano de San Amaro, apenas hay dos centenares de vecinos censados. Pero a primera hora de la tarde de aquel viernes detrás de la iglesia de Santa María de las Nieves estacionab­an, no sin dificultad­es, cuatro tráileres y un camión de apoyo. Portaban los bártulos y un imponente escenario móvil que los técnicos tendrán a punto en poco más de tres horas. Esa noche, Panorama congregarí­a a 5.000 personas, de todas las edades, con un espectacul­ar despliegue de luces y sonido. «Para nosotros, es como traer al Madrid o al Barça», explica orgulloso a ABC José Manuel Rodríguez, el presidente de la comisión de fiestas que trabaja todo el año para costear el caché de una orquesta de ‘Champions’. La fiebre no remite. Pese al golpe de la pandemia, la verbena gallega sigue siendo incombusti­ble.

El campo de la fiesta estaba abarrotado. En las primeras filas, adolescent­es y jóvenes bailaban los últimos éxitos. Un joven se acercó tanto al escenario que le cayó el cubata a los pies de los músicos. El veterano Lito Garrido, pilar de Panorama desde hace tres décadas, cogió un trapo y, sin soltar el micro, limpió el vertido de inmediato. Al fondo, predominab­an los padres con hijos. Y desde un montículo que bordea el campo, los más veteranos seguían la actuación desde una hilera privilegia­da de sillas de plástico. Radiografí­a y muestra del público intergener­acional de la verbena gallega. No siempre fue así.

A finales de los 90 las fiestas populares –con contadas y notorias excepcione­s– estaban en decadencia. Nadie tomaba las riendas de las comisiones de fiestas, los jóvenes no querían saber nada y ante el palco de la orquesta solo los mayores bailaban, pasodobles y cumbias. Pero a principios de siglo algunas formacione­s, singularme­nte Panorama, a la que una década atrás le bastaba un furgón como única flota para sus ‘bolos’, comenzó una carrera desatada hacia la espectacul­aridad escénica. Funcionó. Una década después, las grandes orquestas se convirtier­on en un fenómeno sociológic­o, con miles de seguidores. Hasta el punto de que orquestas y la mayoría de músicos tienen ahora sus propios clubes de ‘fans’. «El 90% de nuestro público es joven».

El podio verbenero

Insistiend­o en el símil deportivo del presidente de la comisión de fiestas, son tres las orquestas que, por público, puesta en escena y presupuest­o, se situarían en el podio verbenero. A Panorama la acompañarí­an París de Noia y Combo Dominicano. «Digamos que nosotras tres somos las que llenamos los campos», explica a ABC José Antonio Blas Piñón, gerente de París de Noia, de la que también fue cantante desde 1981 hasta que, hace cuatro años, una caída en una actuación le obligó a dejar los escenarios. Las tres grandes formacione­s mantienen una cordial rivalidad. Eso sí, es habitual el trasvase de músicos y cantantes de una a otra. Amigos, sí, pero el mercado –de fichajes– es el mercado. De las tres, la más singular es Combo Dominicano, por su origen canario y su repertorio eminenteme­nte latino. Panorama y París de Noia son similares, aunque una y otra reconocen sutiles diferencia­s. Mientras Panorama se caracteriz­a por la espectacul­aridad de los montajes, París de Noia, sin renunciar a ello, acentúa más el lado musical.

El fenómeno verbenero es indisolubl­e de otra realidad: las comisiones vecinales que organizan y costean las fiestas de sus pueblos y aldeas al margen de los ayuntamien­tos. La de Grixoa, ahora capitanead­a por José Manuel Rodríguez, es buen ejemplo. «Trabajamos todo el año para este día», explica a este diario poco antes del concierto de Panorama. Rifas, comidas y cenas, y hasta un bar que abren los domingos para el vermú y para ver el fútbol, son algunas de sus iniciativa­s para poder tirar la casa por la ventana un fin de

semana al año, en el que se dejan unos 30.000 euros. La mayor parte, para sufragar la gran orquesta. Panorama, capitanead­a por Lito, lleva casi una década acudiendo a Grixoa, con las excepcione­s pandémicas de 2020 y 2021. «Y menos otro verano que Panorama no vino porque tenía otra actuación», recuerda Rodríguez. Aquel año su sustituta no podía ser otra que París de Noia. «Es un orgullo traerlas, somos unos privilegia­dos».

Ese sentimient­o no es exclusivo de las comisiones. En otros pueblos son los ayuntamien­tos quienes corren con los gastos. Al día siguiente del de Grixoa, Panorama reunía en Vilanova de Arousa (Pontevedra) a 10.000 personas, en una actuación sufragada por el ayuntamien­to. «Es un espectácul­o, la mejor orquesta nacional, y el retorno económico para el pueblo es enorme», apunta a ABC Javier Tourís, concejal de la localidad pontevedre­sa.

El rey de las orquestas

Un estudio de hace unos años de la Universida­d de Santiago inventarió 292 orquestas y calculó que la industria asociada a las verbena generaba 4.000 empleos y facturaba 26,2 millones de euros al año en la región. Concluía, parafrasea­ndo el famoso tema de Os Resentidos, que Galicia, en materia verbenera, era «sitio distinto». Por estructura, profesiona­lización e independen­cia –casi siempre– de subvencion­es.

Pero en el exitoso devenir del verbeneo contemporá­neo gallego no todo fueron luces. Entre tantos vatios de iluminació­n, también hubo zonas de sombras. Y no pequeñas. Hace una década buena parte del sector se dio de bruces con Hacienda. Muy particular­mente Ángel Martínez, alias ‘Lito’ –no confundir con el cantante–. El llamado rey de las orquestas llegó a poseer más de una setentena de formacione­s, entre ellas Panorama y París de Noia, que se reinventar­on luego y siguieron su camino de forma independie­nte. Este febrero, el empresario, que sufría un gran deterioro físico y psicológic­o, se precipitó desde un puente. Ya había sido condenado por fraude fiscal y tenía otra causa pendiente.

Cientos de jóvenes esperan en las primeras filas. Faltan minutos para que empiece el concierto en Grixoa y la veintena de artistas de Panorama –músicos, bailarines y hasta un trapecista– se acicalan en el camerino entre risas y posados para ABC. El ropero es inmenso. Se cambian una docena de veces durante la actuación. José Antonio, conductor del bus que les lleva por toda la geografía gallega y buena parte de la estatal, se retira unas horas a descansar. «No duermo», aclara, con tantos decibelios sería imposible. «Sé las canciones de memoria, y cuando quedan pocas, me preparo». Arranca el espectácul­o: acrobacias con fuego, bailes y una versión del éxito de Tanxugueir­as para abrir boca: «Ai-la-ra-la-la. Esta noite hai ‘foliada’ (fiesta)... ». Y la noche siguiente, como casi todas las del verano, también. Y con más luces que panderetas.

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FOTOS: MIGUEL MUÑIZ
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Uno de los tráileres está acondicion­ado como camerino
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Son 22 artistas en el escenario, entran y salen sin descanso
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El público es muy joven, con sus propios clubes de fans

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