ABC (Andalucía)

Asier, rey europeo de las vallas

▶ El navarro gana por una milésima al francés Martinot-Lagarde y consigue la sexta medalla para España

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Vuelve a mejorar su mejor marca personal para llevarse el oro: 13.14, también la mejor marca europea de la temporada

No por esperado causa menos emoción. Asier Martínez es el nuevo rey europeo de los 110 metros vallas. Oro continenta­l, sexta medalla española en los campeonato­s, para un atleta tremendo que no conoce techo. Después del bronce mundial en Eugene llegaba como gran favorito a la cita. Pero el navarro es un témpano de hielo y no sabe de presión o agobios. De nuevo hace marca personal (13.14) para imponerse al vigente campeón, el francés Pascal Martinot-Lagarde por solo una milésima. El bronce es para el también francés Just Kwaou-Matehy con 13.33. Quique Llopis, la cruz, falla en la segunda valla y acaba séptimo. También pudo ser su día. Y lo será en el futuro porque esa rivalidad entre amigos que mantiene con el nuevo campeón le hace también mejor a él.

La final depara una carrera típica de Asier. Rezagado en la salida, va subiendo las revolucion­es hasta alcanzar la zona lisa en su momento de mayor velocidad. Para entonces Martinot-Lagarde parece demasiado lejos. Pero no hay nada demasiado lejos para de Zizur, que si no se achanta ante la figura colosal de Grant Holloway menos lo va a hacer en el Olympiasta­dion...

Pero hay que retroceder un poco, porque la jornada ha empezado para él un par de horas antes. Su primera posición en el ranking europeo de la temporada le exime de disputar el pasado martes las primeras series clasificat­orias, lo mismo que a Enrique Llopis, por lo que ambos inician su competició­n en unas semifinale­s que se disputan la misma tarde en la que han de jugarse las medallas.

En esa ronda, Asier coincide con el británico Andrew Pozzi, con el que vivió en Tokio los diez minutos más tensos de su vida mientras ambos esperaban la confirmaci­ón de su pase a la final por tiempos. El español, miope, tenía que forzar la vista al máximo para confirmar que la ‘q’ minúscula aparecía junto a su nombre y respirar. Todo es más fácil en Múnich, donde Asier se permite el lujo de frenarse antes de cruzar la meta en primera posición. Su tiempo, 13.25, anticipa un gran día. Y queda una sorpresa. Las semifinale­s meten en la ecuación a Llopis, que destrozaba su mejor marca personal para imponerse en la tercera serie con 13.30, tercer español de la historia solo por detrás de Orlando Ortega y el propio Asier.

Ya en la final, el peligro para los españoles llega de Francia. Asusta Martinot-Lagarde (31 años, vigente campeón, el único de todos los inscritos con una marca inferior a los 13 segundos, otro animal competitiv­o). Asier parte desde la calle 4. Llopis, desde la 6. Ambos escoltan al francés, curtido en mil peleas. Es él quien toma la delantera. Como los grandes campeones exhibe su mejor versión cuando de verdad importa. Pero es que Asier también es un gran campeón. Y corre, y sufre, con la cabeza siempre mirando al suelo, para atrapar al francés y cazar la gloria. Llopis, en cambio, tropieza al empezar y condena sus opciones. Se esfuma el doblete.

De Torun a Múnich

Asier, de nuevo con problemas para ver la pantalla, estalla de alegría al comprobar que es primero. Y piensa en su último año y medio, el tiempo transcurri­do desde su primera aparición estelar en el Europeo en pista cubierta de Torun, donde acabó cuarto. Aún no había cumplido los veinte años y le birló la medalla una mala salida. Para entonces ya lucía esa planta seriota y despreocup­ada que ahora es marca de la casa. Asier la enseñó también al verano siguiente, nada menos que en la final olímpica de Tokio. Fue sexto. La sorpresa se había convertido en promesa, y la promesa se hizo realidad hace apenas un mes, en el Hayward Field de Oregón, templo de los velocistas estadounid­enses a los que el navarro tanto admira. Bronce mundial y un nuevo impulso a su carrera.

Aquellos focos no le deslumbrar­on, y de vuelta a casa hizo un reseteo para acudir sin lastres a este Europeo, cons

ciente de que ya nunca más será un tapado sino, todo lo contrario, el rival a batir, la referencia. También apunta a serlo fuera de las pistas, aunque asegura no tener alma de líder. Ha hablado claro ante la Federación Española por la ausencia de determinad­os atletas en la lista para el Europeo. Ahí también pesan sus estudios de Políticas o sus lecturas filosófica­s. La opinión propia, la ética de la competició­n, el respeto al atleta... Los básicos de su formación.

Asier ya sabe lo que le espera a su regreso a casa. Petardos, bengalas, manteos y el cariño de todo un pueblo, Zizur Mayor, que ha entrado en ese mapa de pueblos reconocido­s y reconocibl­es por sus estrellas deportivas. Y después, el descanso, la lectura, las reuniones con la cuadrilla. Y enseguida la vuelta a los entrenamie­ntos, a las largas conversaci­ones con Fran Beoringyan, su entrenador y compadre. Sobre técnica, bloqueos mentales o rap, qué más da. Porque al fondo asoma el Mundial de Budapest, que tampoco está tan lejos. Y un poco más allá, aunque ya muy presente, los Juegos de París, el gran objetivo, donde de verdad habrá que liarla.

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// REUTERS Asier Martínez superó en la meta por una milésima al francés Pascal Martinot-Lagarde

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