ABC (Andalucía)

El bocadillo

Tengo pensada una salida elegante por si mi vida deja de merecer la pena

- SALVADOR SOSTRES

BAJO por el deep Entenza, camino de cenar donde Paco Méndez. Tengo tiempo y necesito un café. Me siento en una terraza infame y escucho la conversaci­ón de la mesa de al lado. Son dos chicas mal vestidas pero dentro de un límite. No hacen alarde de la fealdad. Una le está contando a la otra que ayer tuvo un día terrible y entonces describe las muy desagradab­les guarradas que hubo de aguantar a un cliente. Cuando ya creía que una chica no podía sentirse peor, se pone a contar algo todavía más espantoso de su padre. Mi impulso es levantarme y abrazarla, pero pienso que no se entendería. Sin embargo, lo que me sorprende de la escena no es el infierno, por las muchas ocasiones que he tenido para familiariz­arme con su existencia, sino que esta chica está comiendo un bocadillo acompañado de un zumo de la marca Granini.

La vida, como cualquier otro negocio, tiene que salir a cuenta y este drama es incompatib­le con cualquier saldo positivo. No cabe la esperanza en lo que dice, ni ella la espera. Y mientras relata la humillació­n y el asco que en sólo una tarde tuvo que soportar, y se hace evidente que nada en su vida tiene sentido, come un bocadillo y alimenta su permanenci­a en el dolor, en la devastació­n. Y esa crueldad añadida de darse aún más tormento con un atroz bebible Granini.

Vivir no es obligatori­o y hay una contabilid­ad. Me quedo hasta que se termina el bocadillo. Escucho desolado sus inacabable­s desventura­s y pienso que en ninguna de ellas le habría ido peor si hubiera estado muerta. Hace años, tras un terremoto en Haití, viendo en qué miseria habían quedado los supervivie­ntes, escribí que habían tenido más suerte los muertos. Algunos se indignaron conmigo pero mi sentimient­o era amoroso y su supuesta solidarida­d, paternalis­ta y vacía.

Siempre fueron una banda de oportunist­as y de cínicos. Desde entonces tengo pensada una salida elegante por si algún día mi vida deja de merecer la pena. Si alguna enfermedad me convierte en una carga, si el médico me dice que pronto no te voy a conocer. La vida tiene que salir a cuenta y nosotros tenemos que salir a cuenta a los demás. No hace falta anunciarlo, ni legalizarl­o. Basta buscar el fármaco exacto por internet para poder irte sin sufrir y sin que nadie sepa que lo decidiste. Nuestras vidas de imperfecci­ón están ligadas al sentido de la medida.

Es probable que la chica del bocadillo haya desbordado casi siempre esta medida, y es probable que antes de que yo llegue a hacerlo, la muerte me lleve de repente cualquier día. Tal vez ella se haya acostumbra­do al drama, y ya no le duela tanto, y tal vez yo sea demasiado delicado. Pero en un arrebato me levanto y le digo: «O dejas que a partir de ahora tome yo las riendas de tu vida, por supuesto sin ni tocarte ni un pelo, o deja el bocadillo y toma de golpe estas pastillas», llevaba dos cajas de Stilnox que recién había comprado. «Yo no ligo. Yo cobro, y este es mi precio. Si no quieres pagarlo, vete y déjame cenar tranquila».

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain