La falta de lluvias merma la producción y consolida la senda alcista del aceite de oliva
▶ La coincidencia de la sequía con unos costes elevados y una cosecha a la baja, impulsan los precios
A poco más de un mes del inicio de la campaña 2022-2023, que se prolongará hasta septiembre del año que viene, el aceite de oliva se enfrenta a una prueba de estrés: la concatenación de una fuerte sequía con unos costes de producción disparados, una cosecha a la baja y que su sustituto natural, el aceite de girasol, se mueve en unos precios superiores a los habituales por la guerra en Ucrania. La gran incógnita será cómo se comportará el consumidor ante este cóctel.
Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Enrique García apunta que «de acuerdo con los indicadores actuales, nada hace pensar en una bajada de precios en los próximos meses porque no hay circunstancias que inviten a pensar en un cambio significativo de la coyuntura». En concreto, desde la OCU estiman que entre mayo de 2021 y el mismo mes de este año el aceite de oliva suave se ha encarecido un 52,6%, frente al 16,9% para todo los tipos de aceite de oliva que estima el INE en los últimos 12 meses. Sin embargo, García matiza que hay otros factores, como «las campañas, las cosechas y la climatología». Una opinión compartida en Asaja-Sevilla, donde también concluyen que «la tendencia de los precios, como mínimo, es que se mantenga en los niveles actuales».
Empecemos por la próxima cosecha, la de la campaña de 2022-2023. ABC ha consultado a representantes de la Interprofesional del Aceite de Oliva, de la Asociación Nacional de Industriales, Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac), así como con el grupo cooperativo Dcoop y la organización agraria Asaja. Con prudencia todos admiten «que vamos a sufrir una merma considerable», en palabras del presidente de la Interprofesional y máximo responsable de Asaja, Pedro Barato, que lo atribuye principalmente a las condiciones climáticas. «Ni siquiera se han podido librar los olivares de regadío por las restricciones que se han implantado en las principales confederaciones hidrográficas», apunta.
Las fuentes consultadas estiman una producción de entorno al millón de toneladas y recuerdan que las necesidades en España rondan las 600.000 toneladas. Esta última campaña, la de 2021-2022, según el Ministerio de Agricultura, se produjeron 1,48 millones de toneladas y, desde 2017, la cosecha media ha sido de 1,39 millones. Desde Dcoop, que el año pasado facturó 1.021,16 millones de euros (561,84 millones solo en aceite de oliva), su presidente, Antonio Luque, cree que no habrá problemas de ‘stock’ porque «las existencias de enlace mínimo entre campañas –el aceite producido el año anterior que se sigue vendiendo– se encuentra entre las 450.000 y 470.000 toneladas». A lo que se suman las importaciones (160.000 toneladas en la última campaña).
De momento, según Anierac, entre enero y junio de este año las ventas de aceite de oliva ascendieron a 157,70 millones de litros. Lo que supone un 1,68% menos que en el acumulado de 2021. Al respecto, Barato se muestra contundente: «Tenemos que irnos hasta la campaña 2012-2013 para encontrar una que pudiéramos considerar como muy corta en este siglo». A la previsible merma en España, origen de casi la mitad del aceite de oliva del mundo, se pueden unir países productores como Italia, por la sequía, Francia y Marruecos.
Sobrecostes
Para completar la suerte de tormenta perfecta que se abate sobre el olivar, en Asaja-Sevilla llaman la atención sobre «los altísimos costes de los insumos y del transporte». En esta línea, Luque (Dcoop) advierte de que «la variabilidad de costes es muy grande» en el olivar, de entre 1,5 y 3 euros por kilo, y explica que la factura de la luz se ha duplicado. «Mandar un contenedor a Estados Unidos nos costaba antes entre 2.000 y 3.000 dólares, ahora son 12.000 o 13.000 dólares», abunda.
En vista de lo anterior, el director de Anierac, Primitivo Fernández, da por hecho «que la próxima cosecha será más cara, lo que elevará los precios en origen y los costes de la industria como la electricidad y el cartón».