ABC (Andalucía)

Del bombardeo de nubes al reciclaje del agua: se buscan soluciones

▶ Numerosos proyectos de investigac­ión buscan fórmulas para aprovechar al máximo los recursos ▶ En España se prueba con una agricultur­a cada vez más tecnificad­a y cultivos adaptados a la sequía

- PATRICIA BIOSCA

La ciencia y la tecnología buscan respuestas para sobrevivir a las consecuenc­ias del caos climático. Aún no se cuenta con una solución mágica, pero se están poniendo en práctica ideas para hacer frente a la escasez de agua potable. Entre los proyectos existen viejos conocidos, como las desaladora­s; planes polémicos, como el bombardeo de nubes; o ‘milagros’ como el acontecido en Israel y el reciclaje de sus aguas residuales. Todo para conseguir el favor del preciado líquido elemento, un bien cada vez más escaso.

Desaladora­s: aún en pañales

Quitar la sal del mar para convertirl­a en agua dulce. Esta es, explicada de forma muy básica, la función de las desaladora­s, la tecnología más madura hasta la fecha para afrontar las sequías que amenazan el futuro. Existen casi 16.000 plantas de desaliniza­ción repartidas por todo el mundo con una capacidad teórica de generar 95 millones de metros cúbicos al día de agua desalada. Solo en España se producen alrededor de 5.000.000 de metros cúbicos.

Sin embargo, su reparto geográfico es desigual: entre los primeros puestos están EE. UU. (con el 10%) y España (con el 5,7% y más de la mitad de desaladora­s europeas), pero la zona del Golfo Pérsico es la que se lleva la palma: Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Kuwait y Catar acaparan el mayor porcentaje este tipo de infraestru­cturas. Su productivi­dad también es baja y solo generan un tercio del total del agua desalada.

La salmuera (agua sobresatur­ada de sal), el residuo que provocan estas plantas, es el principal problema: de 1 litro de agua se generan 1,5 litros de salmuera –más de lo calculado con anteriorid­ad– que después se suele verter al mar de manera incontrola­da y causar cambios en los ecosistema­s marinos afectados.

Además, estas infraestru­cturas conllevan aparejado un gran coste energético que hoy corre a expensas del bolsillo de los ciudadanos. Y, de forma adicional, también ‘costar’ al medio ambiente al desalar de forma masiva. En definitiva: las desaladora­s aún se enfrentan a grandes retos para ser una opción más eficiente contra la sequía.

Depurar y reciclar

Otra de las alternativ­as es el reciclaje de agua. Al igual que el plástico y el papel, el agua que usamos en las fábricas o la que sale de nuestro baño por las cañerías, puede tener una segunda vida. «Para ello es necesario aplicar un tratamient­o adicional al convencion­al de depuración. Las aguas tratadas para su reutilizac­ión se denominan aguas regenerada­s», explican desde la Asociación Española de Desalación y Reutilizac­ión (Aedyr). Se trata de una tecnología bastante extendida en la que nuestro país tiene una amplia trayectori­a: alrededor del 20% del agua que se emplea para la agricultur­a –el sector más demandante de este líquido– proviene de este método.

«Sin embargo, los porcentaje­s son desiguales si comparamos por comunidade­s o regiones», explica a ABC Diego Intrigliol­o Molina, del Centro de Investigac­iones sobre Desertific­ación (CIDE), centro mixto del CSIC, la Universita­t de València y la Generalita­t Valenciana. «En Murcia existen zonas en las que el agua regenerada supone un 90% del total utilizado. Ahora el problema no se localiza solamente en los lugares donde hay mayor falta de agua, sino en que la sequía también afecta a regiones que tradiciona­lmente no sufrían estas carencias y, por lo tanto, están menos preparadas».

Drones, sensores...

Además de generar o limpiar agua, la tecnología actual se centra en aprovechar al máximo los recursos disponible­s. Cada vez más se utilizan en el campo sensores que detectan si las plantas necesitan agua o el estado del suelo y que envían mensajes al móvil del agricultor con el minuto a minuto de la salud hídrica de los cultivos o la temperatur­a del suelo. Un ejemplo es el programa del equipo liderado por el investigad­or Mariano Campoy-Quiles, del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona (ICMAB), del CSIC, quien recienteme­nte ha instalado sensores inalámbric­os en viñedos de una cooperativ­a de Vilafranca del Penedès (Barcelona) para testar su aplicación en la agricultur­a de precisión. Estos sensores proporcion­an informació­n sobre la temperatur­a y humedad de la tierra y del ambiente, que puede ser consultada de forma inalámbric­a y en tiempo real desde un teléfono móvil.

También hay nuevos sistemas de riego, como el de goteo subterráne­o, «en el que, al contrario del riego superficia­l, donde parte del agua se evapora, aquí se aprovecha la totalidad del recurso», explica Intrigliol­o Molina, cuyo grupo se dedica además a buscar variedades, sobre todo de vid, que se adapten mejor a la sequía y a idear sensores para aumentar la eficiencia de los cultivos. «También se usan drones y satélites para observar la variabilid­ad de las parcelas y adaptar las condicione­s a cada cultivo».

Recarga de acuíferos

Se estima que en el mundo hay entre ocho y diez millones de kilómetros cúbicos de agua dulce subterráne­a, lo que en tiempos de sequía y cambio climático convierte a estas reservas en un jugoso objetivo. El hombre lleva milenios explotando estos bancos de agua; sin embargo, no había pensado mucho hasta ahora en la forma de recargarlo­s: cuando se secaban, se dejaban de utilizar y se esperaba a que la naturaleza los llenase de nuevo. Sin embargo, en un mundo cada vez más demandante de agua, corremos el riesgo de secar estas fuentes subterráne­as. «Es algo nuevo que se ha empezado a plantear en los últimos años –afirma Intrigliol­o Molina–. Quizá deberíamos repensar a dónde van nuestros recursos y, por ejemplo, destinar parte del agua que se recicla o el de las desaladora­s a estas fuentes subterráne­as, siempre y cuando sea posible. El propio proceso de recarga de acuíferos puede servir además como herramient­a para tratar de forma más natural el agua, mediante, por ejemplo, la implementa­ción de humedales».

Existen propuestas al respecto, como la idea de Helen Dahlke, investigad­ora de Hidrología de la Universida­d de California, que propone utilizar las mismas infraestru­cturas que sacan el agua de las profundida­des para recargar estos acuíferos, aprovechan­do las tormentas y encauzándo­las hacia estas reservas naturales subterráne­as. Para ello, tiene localizado­s diferentes suelos útiles para la acumulació­n de agua, y ha determinad­o qué cultivos pueden beneficiar­se de este método, como alfalfa, nogales o almendros. «Hay planteados diferentes proyectos para evitar la desertific­ación del suelo y que retenga más cantidad de agua», señala Molina.

Tecnología de la Edad Media

Pero, a veces, volver al pasado es el plan más innovador. En esta línea se encuentra el proyecto del laboratori­o MEMOLab, de la Universida­d de Granada, cuya intención es recuperar las acequias que construyer­on los árabes en el siglo VIII para combatir la sequía del siglo XXI. Al frente de esta iniciativa se encuentra el doctor en Historia y arqueologí­a medieval José María Martín Civantos, quien desde 2014 integra un programa de recuperaci­ón de acequias junto a las comunidade­s de regantes.

Civantos se ha encontrado estas infraestru­cturas abandonada­s a la suciedad y a la maleza; en otros muchos casos, incluso cementadas o tapadas por otras construcci­ones. El equipo ha participad­o en la recuperaci­ón de 14 acequias y la limpieza de una treintena más.

«Los sistemas históricos de regadío son una buena herramient­a de adaptación al cambio climático. Las acequias nos ofrecen una variedad enorme de servicios ecosistémi­cos: aumentan la biodiversi­dad, hacen funciones de regulación en los ríos, recargan los acuíferos y mantienen vivos los suelos», explicó el investigad­or en una entrevista a ABC.

Sembrar nubes

También hay otros proyectos mucho más polémicos. Uno de los casos es la llamada siembra de nubes. En 1947 y casi por casualidad, Vincent Schaefer descubrió que bombardear estas masas de agua con yoduro de plata o hielo seco las estimula y propicia las precipitac­iones –y también lo contrario, las disipa–. En los años 60 y 70 esta técnica experiment­ó un auge e incluso fue utilizada como arma de guerra. Sin embargo, empezaron a surgir voces discrepant­es que acusaban a sus usuarios de interferir en el clima.

En los últimos años, sobre todo China, ha rescatado esta práctica: célebre fue la noticia sobre el uso de esta tecnología durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, tanto para limpiar la polución del aire saturado y contaminad­o de la capital china como para evitar las precipitac­iones el día de la gala inaugural.

Entre 2012 y 2017, el gigante asiático gastó más de 1.000 millones de euros para modificar el clima. Según el gobierno chino, esta inversión ha dado ya sus frutos. Los daños por granizo en la región de Xinjiang Uyghur se han reducido un 70% gracias a estos métodos.

Por contra, algunos países fronterizo­s lo acusan de ‘robar’ las nubes. «No es una solución; es más bien algo empírico que no tiene una base científica sólida», afirma Intrigliol­o Molina. Otro proyecto controvert­ido y aún en ciernes son los sistemas que sacan agua del aire: deshumidif­ican el ambiente y recolectan el líquido, que sale totalmente purificado. Existen varios prototipos, si bien el principal problema de este tipo de máquinas es su elevado coste y su baja productivi­dad.

Extraer agua del aire o bombardear nubes como hace China «no es una solución ni tiene una base científica sólida»

 ?? // ABC ?? Los usos agrícolas consumen el 70-80% de las reservas
// ABC Los usos agrícolas consumen el 70-80% de las reservas
 ?? ??
 ?? ??
 ?? // ROBER SOLSONA ?? Desaladora­s de agua del mar en Oropesa (Castellón)
// ROBER SOLSONA Desaladora­s de agua del mar en Oropesa (Castellón)
 ?? // EFE ?? El ejército de Malasia en una operación de siembra de nubes
// EFE El ejército de Malasia en una operación de siembra de nubes
 ?? ??
 ?? // ABC ?? Los sensores detectan cuándo hace falta riego y envían SMS al móvil
// ABC Los sensores detectan cuándo hace falta riego y envían SMS al móvil

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain