ABC (Andalucía)

La invasión de la «estúpida islita» de Perejil que España recuperó por Estados Unidos

► En julio de 2002, Marruecos ocupó aquel ‘peñasco’ y provocó una gran crisis diplomátic­a

- ISRAEL VIANA abc.es/archivo

Un grupo de marroquíes, en la isla de Perejil, el 18 de julio de 2002

El 17 de julio de 2002 por la tarde, la entonces ministra de Asuntos Exteriores española, Ana Palacio, llamó al secretario de Estado norteameri­cano, Colin Powell, para pedirle ayuda en referencia a un conflicto en apariencia menor, pero que causó uno de los enfrentami­entos diplomátic­os más peculiares de las últimas décadas: la ocupación de la pequeña isla de Perejil por parte de media docena de infantes de la Gendarmerí­a Real de Marruecos que no dudaron en plantar allí su bandera como si fuera suya.

«No es realista ni está justificad­o sacar de quicio la situación creada por Marruecos», comentaba la ministra, intentando quitarle hierro al incidente, pero no lo consiguió. La situación jurídica de aquel ‘terruño’ deshabitad­o de 400 metros de largo y 400 de ancho era muy ambigua. El islote no pertenece ni a Marruecos ni a España, pues no quedó incluido en el estatuto de autonomía de la mencionada ciudad autónoma aprobado en 1995. Por eso ninguno de los dos países puso allí jamás un símbolo de soberanía ni se atrevió a establecer una dotación militar. Lo que había en Perejil eran solo unas cuantas cabras de las que se ocupaba una pastora marroquí que viajaba a la isla, de vez en cuando, en una pequeña balsa.

Marruecos la invadió por sorpresa con la excusa de utilizarla como enclave para la lucha contra el narcotráfi­co, lo que provocó la orden por parte del Gobierno español de desalojar a los soldados norteafric­anos cuanto antes. La operación, llevada a cabo por el grupo de Operacione­s Especiales del Ejército de Tierra, fue bautizada como ‘Romeo Sierra’ y apenas duró media hora. Tras la incursión, el presidente José María Aznar advirtió que no sacaría de allí a sus hombres hasta que la isla no volviera a su ‘statu quo’.

Los titulares de ABC reflejaban perfectame­nte la tensión del momento: ‘Ceuta y Melilla cuenta con cerca de diez mil soldados para su defensa’, ‘España refuerza sus defensas y amenaza con sanciones si Marruecos no abandona la isla de Perejil’, ‘La Unión Europea endurece su posición frente a Marruecos’.

En una entrevista concedida a la revista ‘GQ’ en 2004, Powel reconoció que en las conversaci­ones telefónica­s se refirió a Perejil como la «islita estúpida». Contaba también que, incluso, llegó a preguntarl­e a la ministra española: «¿Te das cuenta de que tienes al secretario de Estado de Estados Unidos pendiente desde hace 24 horas de un peñasco que nos ha costado encontrar en los mapas?». «Como si llevas 36 horas», le respondió Palacio.

Las aguas volvieron a su cauce el 22 de julio tras el acuerdo firmado gracias a la «labor de facilitaci­ón» de Powell, que tuvo que mantener también tensas conversaci­ones con el Rey de Marruecos. Este establecía que Perejil recuperaba su estatus mediante un «acuerdo de buena fe» en el que el secretario de Estado norteameri­cano actuaba como garante. «Pasamos mucho miedo. No sabíamos lo que sucedía afuera. Nuestro único contacto era una radio. Llegó a hablarse de que Marruecos había desplegado un ejército detrás de Perejil», contó después a ABC uno de los legionario­s enviados a la isla.

Marruecos invade Perejil

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