Diana Gabaldon, una ‘best seller’ que va siempre un paso por delante
► La escritora presentó en Madrid la última entrega de la saga ‘Outlander’
Diana Gabaldon (Scottsdale, Arizona, 1952) siempre ha sido más de números que de letras, como prueban sus títulos en Zoología, Biología Marina y Ecología del Comportamiento. Sin embargo, su vocación era ser escritora y, a fuerza de darle a la tecla a escondidas, ha terminado convirtiéndose en un fenómeno. Fue por las noches, porque no le «gusta madrugar» y su «cerebro funciona mejor que por las mañanas», cuando empezó a imaginar hace 34 años a Jamie Fraser y Claire Randall, protagonistas de una historia de amor inabarcable que viaja a través del tiempo y los géneros, con más de 50 millones de libros vendidos y una serie de televisión, ‘Outlander’. Pero el éxito no ha cambiado a la autora de origen sefardí, fiel a la filosofía con la que empezó a escribir sin contárselo a nadie. «Escribo sin pensar si va a gustar o no, me ahorra un montón de problemas», admite Gabaldon en una entrevista con ABC en Madrid, donde ha presentado la novena entrega de la saga, ‘Cuenta a las abejas que me fui’ (Salamandra).
No puede la presión de los fans con la tranquilidad de la autora de ‘Outlander’, consciente de que, además de su papel como «consultora» –revisando guiones, reescrituras y visionados para corregir «algún error»– en la serie de Starz, va siempre un paso por delante de la ficción televisiva. Sus novelas no corren el mismo riesgo que el ‘Juego de tronos’ de George R. R. Martin, a quien el final de la serie de HBO sobrepasó, entorpeciendo los planes del escritor, estancado desde hace años en un final que no termina de llegar. «No me da miedo. Llevo diez años trabajando con ‘Outlander’ y no me va a pasar. A George R.R. Martin le adelantaron, pero yo voy por delante», asegura.
Rigor histórico
Para Diana Gabaldon es fundamental la documentación y también que todo encaje: «Soy superrigurosa». La escritora busca siempre episodios históricos ampliamente documentados, pero también lagunas, lo que abona el terreno para que invente un relato a partir de unos cimientos reales. «Detalles como saber cómo hablan en cada época son importantísimos porque son los que hacen creíbles las historias», dice.
Ha pasado todo un mundo desde que, hace 34 años, comenzó esta aventura y, evidentemente, hay cosas que han cambiado. «En los primeros libros pensaba: «Dickens lo haría de esta manera o ¿cómo lo haría Dickens?», pero ahora ya no», sostiene.
Al principio, su escritura era más fluida, mientras que para ‘Cuenta a las abejas que me fui’ tardó siete años. Gabaldon, que chapurrea español por sus raíces guatemaltecas y mexicanas, justifica la demora en varios motivos. Para ella es una prioridad conseguir que cada nueva entrega tenga el suficiente contexto para que un nuevo lector pueda sumarse al fenómeno sin perderse, pero también que quien ha seguido la historia de Jamie y Claire no se aburra con síntesis repetitivas. «Es una obra de ingeniería. En mi defensa tengo que decir que durante esos siete años he escrito otros cuatro libros», bromea. También, reconoce, recibe invitaciones para promocionar sus ‘best-sellers’ y mientras viaja no escribe. «Para ser honesta, he aceptado venir a España porque mi marido quería ir al Prado», admite.