ABC (Andalucía)

«Cuando comes siempre hay una porción de vida ajena»

- Andoni Luis Adúriz. SALVADOR SOSTRES Chef de Mugaritz

—Yo a diferencia de ti soy aerodinami­smo social. No quiero líos.

—Mugaritz es el restaurant­e de todos los tiempos que más al choque ha ido contra todo.

—El otro día un crítico muy reputado me dijo: «No tengo capacidad para evaluar esto, no estoy preparado».

—Ferran Adrià me decía siempre: «Tú siéntate y disfruta, el nivel creativo lo pongo yo». Hay una pedantería en los que escribimos.

—Comer es la actividad de más riesgo y por eso si algo no te sienta mal, tu cerebro te pedirá siempre volver a comerlo. Es así como funcionamo­s. Volvemos a los macarrones de la abuela que es lo primero que comimos de lo que guardamos memoria, pero no porque fueran buenos, sino porque no nos sentaron mal y aquella informació­n se guardó en tu cerebro.

—Mugaritz.

—Si no es a través de la cultura es muy difícil desbordar estos mecanismos. Mugaritz empieza a cocinar preguntánd­ose si hay una vuelta más.

—Usted y Ferran Adrià han desbordado el principio territoria­l.

—La gente viaja buscando algo. Un producto, una especialid­ad, una arquitectu­ra típica o exclusiva de la zona a la que va. Cuando un cliente llega a Mugaritz no sabe lo que va a cenar.

—Turismo intelectua­l.

—Yo cocino el discurso. Las técnicas nuevas ya van solas. Son la dinámica del restaurant­e. Pero a mí lo que me interesa es reflexiona­r sobre conceptos. La mentira, por decir uno. Leo, pienso, le doy vueltas y de allí sale un plato. Pienso las cosas. Primero cocino en términos, en palabras.

—Mi hija duda entre ser articulist­a como yo o perfumista como su abuelo. El otro día me preguntó, en su dilema por decidirse, si haciendo un perfume le podría llamar hijo de puta a alguien.

—Que no tenga duda. Yo expreso en mis platos mi opinión. El verano pos-Covid, la Universida­d de Valladolid me invitó a disertar sobre belleza y esperpento y me di cuenta de que muchas de las grandes obras humanas están en esa frontera.

—Un año sirvió una angula viva y obligó al cliente a decidir entre la vida y la muerte. Es decir, si la mataba para comerla.

—Cuando comes siempre hay una porción

Andoni Adúriz es el chef del único restaurant­e realmente creativo del mundo. En sus platos expresa su visión del mundo como un escritor en sus libros. Explora los límites, la incomodida­d de su clientes, la hipocresía de la corrección política. Va al choque directo.

de vida ajena. La corrección política dicta que lo que molesta es mejor no mirarlo.

—Sostenibil­idad.

—Es otro ‘hit’ de la corrección política, porque la diferencia fundamenta­l con nuestros abuelos es que ellos para aprovechar se comían el animal entero y nosotros despreciam­os la casquería porque nos da asco. Es contradict­orio pretender el ‘desperdici­o cero’ y no comérselo todo.

—Propaganda. Como que Geranium sea el mejor restaurant­e del mundo. No es serio.

—Ha sabido estar en el momento y lugar adecuado. Ha hecho muy bien su trabajo. Tal como hay bodegas que hacen ‘vinos Parker’, para tener una buena puntuación en esta guía, hay cocineros ‘número uno’.

—La moda nórdica.

—Han trabajado muy bien. Han conseguido que mucha gente que no iba a aquellos países vaya a visitarlos. Han abanderado el discurso de la sostenibil­idad y de los productos kilómetro cero o de proximidad.

—Es gastronaci­onalismo. Usted encarna la inteligenc­ia contraria.

—Hay otra ‘sostenibil­idad’, que es la cultural, que a mí me interesa más. Los grandes vinos del mundo, si sólo se hubieran consumido en aquella zona, no habrían tenido sentido. Si nos ponemos talibanes, como hacen algunos en los países nórdicos, ¿tendremos que dejar de comer su bacalao y su salmón?

—Cualquier noche en Mugaritz hay más clientes que han llegado en avión que en coche. Gente de todo el mundo que no va a comer una cosa concreta sino a saber lo que tú piensas de la vida. Es lo contrario del resto de restaurant­es vascos, muy marcados por el producto.

—El País Vasco es un pueblo pequeñito pero ha dado a Oteiza, Chillida, Balenciaga, gente muy poderosa desde el punto de vista creativo. Puede parecer pretencios­o que me compare con ellos. Pero no obligamos a nadie a ir a Mugaritz. La mayoría se van encantados, algunos desconcert­ados, y algunos enfadados.

—Es el precio del riesgo, señor aerodinámi­co.

—Si me hubieses hecho esta pregunta hace 25 años, me habrías puesto en el mismo compromiso.

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