ABC (Andalucía)

Una sociedad ‘podemizada’

Si hasta la derecha ve el mundo como Podemos, Iglesias no ha perdido

- JOSÉ F. PELÁEZ

EN 2015 las encuestas aseguraban que Podemos había adelantado al PSOE y al PP, aunque hayamos decidido olvidarlo para restarle importanci­a. Solo la inteligenc­ia de Rajoy fue capaz de impedir que la amenaza se hiciera realidad en las elecciones de 2016. El entonces presidente decidió asegurar los derechos sociales recogidos en la Constituci­ón en lugar de plegarse a las peticiones populistas que le exigían bajar impuestos en medio de una crisis gigantesca. Haberles hecho caso no solo habría cargado a Podemos de votos sino, sobre todo, de razones. Porque la gente tiende a ponerse nerviosa antes de morirse de hambre, qué cosas. Sin embargo, Rajoy fue capaz de tomar decisiones racionales y objetivame­nte buenas, aunque fueran impopulare­s. Y salvó a España de un rescate que parecía inevitable. Eso es lo que se espera de un gobernante serio y de derechas. Desde entonces Podemos se ha ido desinfland­o y pronto llegará a la marginalid­ad que les correspond­e ‘in natura’. Estallará en mil pedazos insignific­antes y morirá el partido. Pero no su legado: nos guste o no, Iglesias

es una de las personalid­ades políticas más importante­s del primer cuarto del siglo XXI en España. Su influencia es enorme. Para mal, claro. Pero lo es. No solo ha sido capaz de cambiar el escenario de la izquierda, no solo ha dado una patada en el tablero de su espectro y no solo ha cogido de las solapas a la mitad de la sociedad con sus consignas de parvulario, sino que ha sido capaz de poner patas arriba también las ideas de la otra mitad. Y hoy vemos cómo en la derecha se asume parte de su discurso. Podemos ha puesto un huevo en la cabeza del enemigo y allí ha anidado una visión de la que es difícil salir: el victimismo, la ausencia de responsabi­lidad individual para comprender las situacione­s particular­es, las soluciones fáciles, las recetas mágicas, los enemigos invisibles y, sobre todo, la sensación generaliza­da de que el resto de la sociedad te debe algo. Les han hecho creer que vivir bien no es el objetivo de una vida sino lo mínimo garantizad­o y que tener un trabajo bien remunerado, casa, coche, familia amplia, treinta días de vacaciones, tardes libres y salir a cenar cada semana es lo normal.

Pues no, no es normal y nunca lo ha sido. Hay que trabajar mucho y durante mucho tiempo para optar a llegar ahí algún día. Pero de tanto escuchar la basura intelectua­l del 15-M, algunos se han creído que el bienestar no es estación de destino sino de partida. Muchos no son de izquierdas –incluso la desprecian–, pero creen que la derecha es algo que se limita a combatir las bobaditas ‘woke’ y a poner la bandera en el balcón. Y no se puede ser de derechas y ver el mundo como la izquierda, cuestionar el sistema, ver el IBEX como el enemigo y sentirse el antagonist­a de las ‘élites’ que ellos aspiran a ser y que, de hecho, exigen ser. Si hasta la derecha ve el mundo como Podemos, me temo que Iglesias no ha perdido. Podemizar la sociedad habrá sido su gran victoria. Quizá la única.

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