Ministerio de Indultos
Durante los últimos setenta años, los indultos eran algo extraordinario, pero, ahora son casi tan frecuentes como la declaración de la renta
LAS circunstancias de la vida cambian y, en muchas ocasiones, los que ya tenemos más experiencia –no por méritos propios, sino debido a la edad– sabemos que asuntos que parecen esporádicos se transforman en consuetudinarios.
Los indultos, por ejemplo. Durante los últimos setenta años, los indultos eran algo extraordinario que ocurría en muy raras ocasiones, pero, de un tiempo a esta parte, ya nos hemos dado cuenta de que el indulto es casi tan frecuente como la declaración de la renta. La primera transformación fue pasar del indulto personal al indulto colectivo, que es algo así como, si en el sector de la enseñanza se pasara de la revisión puntual de un examen al aprobado general. La tacada de dar indulto general a todo secesionista catalán, que hubiera participado en el intento de golpe de Estado, fue algo que cambió de manera definitiva la tradición y convirtió lo extraordinario en habitual.
Conocemos el pasado, atisbamos el presente inmediato –indultos para Chaves y Griñán– y es sencillo deducir el futuro, con Laura Borrás, muy cercana a ser condenada, y la más que probable, segura, extradición del Prófugo, Puigdemont, porque los regates se terminan y, pasadas las Navidades, que es un tiempo muy confuso para extraditar, porque hay demasiado personal viajando, como los Reyes Magos y Papá Noel, no tardarán muchos meses en que el Prófugo sea trasladado a España.
Si sus compañeros, con menos responsabilidades políticas, fueron indultados, no cabe una discriminación que sería escandalosa, y al pobre Prófugo habrá que indultarlo, siguiendo la doctrina PSOE, ya que con su decisión puso en peligro al Estado, comenzó la ruina de Cataluña, se dejó invitar a las rondas de la huida, pero no se quedó dinero para él como hizo Pujol y familia. (Dentro de poco, a lo mejor los asesinatos en primer grado merecen el indulto, si el asesino no se ha llevado un euro de la víctima). Convertido, pues, el indulto, en un hábito, es importante crear un Ministerio de Indultos, con sus correspondientes direcciones generales: la de Políticos del PSOE; la de Secesionistas; la de Madres Secuestradoras, etcétera.
Un candidato ideal para ese puesto podría ser el Secretario de Organización del PSOE, electricista de profesión, pero agudo estudioso de indultos y corrupciones, que ya ha declarado que la corrupción en España se llama PP. Con una persona tan fría y objetiva, capaz de una síntesis tan brillante como pedagógica, los españoles podríamos dormir tranquilos, sabiendo que los indultos no afectarán nunca personas del PP, y de paso, podrían meter en la cárcel a Francisco Camps, que se pagó los trajes, ha salido declarado inocente en media docena de causas judiciales, pero no es del PSOE, con lo que así Pedro I, El Mentiroso, podría dar una muestra de equilibrio y ponderación, demostrando que en este Gobierno no se indulta a cualquiera, a ver que se han creído. Y que no falten los asesores.