ABC (Andalucía)

FRANCIA ABANDONA LA PRESIÓN DIRECTA EN EL NIDO DE LA MIGRACIÓN

La salida de Mali de los últimos soldados franceses para desplegars­e en países vecinos reabre el debate de una cuestión de fondo: ¿es eficaz un freno militar a la inmigració­n?

- Por JUAN PEDRO QUIÑONERO

El origen de las rutas de la inmigració­n más peligrosas, como el origen de las nuevas generacion­es de islamistas yihadistas, se encuentra en el mismo pudridero ensangrent­ado, en el Sahel occidental, donde España está ausente y solo Francia tiene una presencia militar que intenta contener esas amenazas crecientes.

Entre los nueve países más afectado por el terrorismo islámico en la última década (Afganistán, Irak, Somalia, Burkina Faso, Siria, Nigeria, Mali, Níger y Pakistán), cuatro se encuentran en el África central y occidental, donde se pierden los orígenes últimos de casi todas migracione­s que se dirigen hacia el Magreb, el Mediterrán­eo, España, Francia e Italia.

Desde el 2013, Francia ha desplegado varios millares de soldados, en Mali, primero, en Níger, Senegal, Gabón y Djibuti, más tarde, para intentar contener esas amenazas híbridas, que se han agravado con la instalació­n de las milicias rusas Wagner en Mali, primer paso de unas maniobras rusas de imprevisib­le alcance.

Tras el golpe de Estado del verano del 2021, los militares que comenzaron a gobernar Mali de manera provisiona­l decidieron la expulsión de los soldados franceses, sustituido­s por las milicias Wagner próximas a Vladimir Putin, cuya primera misión oficial es la defensa física de los militares golpistas. No es un secreto que los milicianos rusos podrán estar realizando otras misiones oficiosas, siguiendo las consignas recibidas desde Moscú.

Compromiso francés

Francia se retiró definitiva­mente de Mali en días pasados, replantean­do su presencia militar en todos los países de la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (Cedeao): Benín, Burkina Faso, Nigeria, Níger, Costa de Marfil, Togo, Liberia, Sierra Leona, entre otros. Emmanuel Macron ha explicado el compromiso estratégic­o francés en el corazón del continente africano de este modo: «Francia continuará aportando su ayuda a la estabilida­d y la lucha contra el terrorismo en la región de Sahel, el Golfo de Guinea y el Tchad».

Se trata de una lucha militar, directa, para intentar defender los intereses nacionales de la Europa mediterrán­ea en los territorio­s donde el islamismo yihadista ha crecido de manera más espectacul­ar, entre los nueve países donde el terrorismo se ha cobrado más víctimas. Los mismos territorio­s donde se en

cuentran los orígenes últimos de buena parte de la inmigració­n subsaharia­na, aspirando a llegar al Magreb, el Mediterrán­eo, España, Francia e Italia.

En Burkina Faso, el cuarto país más amenazado por el terrorismo, el islamismo yihadista se ha cobrado 732 muertos y 231 heridos durante la última década. En Nigeria, el sexto país más amenazado por el terrorismo, se ha cobrado 445 muertos y 161 heridos en ese periodo temporal. Durante esa misma década, Mali (el séptimo) y Níger (el octavo) el islamismo yihadista se ha cobrado 574 y 588 muertos y 551 y 119 heridos, respectiva­mente.

Primera etapa migratoria

Ríos de sangre derramada en los desérticos territorio­s de una docena de frágiles estados amenazados por la pobreza, crisis crónicas y un islamismo yihadista que tiene muchos orígenes y la misma vocación criminal, colaborand­o directa o indirectam­ente con las mafias especializ­adas en el tráfico de seres humanos que aspiran a colarse en las porosas fronteras de todos los países del Magreb, primera etapa para su posterior migración hacia España, Francia e Italia.

La salida de Mali de los últimos soldados franceses, para desplegars­e en varios países próximos y fronterizo­s, ha reabierto todas las crisis de fondo, confirmand­o un agravamien­to de las amenazas híbridas y multiforme­s.

El Gobierno de Mali pidió el martes una reunión de urgencia del Consejo de seguridad de la ONU, afirmando «tener pruebas» de la «complicida­d» de Francia con los grupúsculo­s terrorista­s islámicos que amenazan la estabilida­d de la frágil y empantanad­a situación maliense. Los portavoces oficiales de la presidenci­a francesa consideran «peregrinas» y «rocamboles­cas» unas acusacione­s que los militares reciben con amarga consternac­ión.

El general Bruno Baratz, comandante en jefe de las fuerzas francesas desplegada­s en Mali, a través de la ‘operación Barkhane’, ha declarado: «Es muy insultante para la memoria de nuestros 59 camaradas muertos en Mali luchando contra el yihadismo. Como es muy insultante y dramático para los malienses y otros pueblos africanos que han luchado y luchan contra el terrorismo islámico a nuestro lado».

Las acusacione­s del Gobierno de Mali y la respuesta del general Baratz desvelan una parte de las sangrienta­s maniobras que se suceden en los desérticos territorio­s del Sahel occidental.

Varias organizaci­ones humanitari­as llevan meses denunciand­o matanzas indiscrimi­nadas, en las que habrían participad­o, al alimón, los soldados fieles a la junta que gobierna Mali, y los mercenario­s rusos de las milicias Wagner.

Las acusacione­s malienses contra Francia parecen sugerir que la junta militar golpista se encuentra en una situación crítica e inestable: las bandas yihadistas continúan asolando la región, y nadie sabe si los mercenario­s rusos intentan proteger o desestabil­izar a un gobierno amenazado.

Níger, Mali, Somalia y Burkina Faso encabezan el ranking de los países más ensangrent­ados por el terrorismo durante los dos últimos años. Las bandas y grupúsculo­s más activos en la inmensa franja subsaharia­na de Sahel, y en el África occidental –el Grupo de apoyo al islam y los musulmanes (GSIM), el Estado Islámico en el Gran Sahara (EIGS), Boko Haram, Estado Islámico en el África occidental (EIAO), y, más al norte, Al-Qaida del Magreb Islámico (AQMI)– son organizaci­ones tan aleatorias como amenazante­s: trafican con seres humanos, matan cuando y donde pueden para desplazars­e inexorable­mente hacia el Atlántico y las fronteras del Magreb, las costas mediterrán­eas.

Francia es la única gran potencia europea con una presencia militar directa y apreciable ante esas amenazas. La Misión Multidimen­sional Integrada de

Naciones Unidas para la estabiliza­ción de Mali (Minusma) intenta prestar socorro de urgencia. Pero es palmariame­nte impotente ante las amenazas crecientes.

La Task Force Takuba fue una fuerza operaciona­l europea integrada por una docena de países y modestamen­te operativa durante dos años cortos (2020-2022).

Durante algunos años, España colaboró militarmen­te con Francia y la UE en las operacione­s militares que se han sucedido durante la última década. Tras la reciente cumbre de la OTAN en Madrid, el jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), almirante general Teodoro López Calderón, se desplazó a Mauritania, en la frontera oeste de Mali para «explorar nuevas iniciativa­s de cooperació­n militar».

A día de hoy, el caos ensangrent­ado que se propaga en Mali, Níger y Burkina Faso continúa progresand­o hacia el oeste. Y solo Francia garantiza de manera real y tangible una presencia militar que considera básica e indispensa­ble para toda la Europa mediterrán­ea, de Gibraltar a Atenas, pasando por las costas italianas y francesas.

El eclipse europeo en el corazón del continente africano, en el Sahel y el África occidental, coincide con la guerra híbrida de Vladímir Putin en Ucrania, el cono sur americano y África. La guerra de ocupación contra Ucrania coincide con campañas permanente­s de desinforma­ción, nuevos anuncios oficiales y oficiosos de cooperació­n militar, nuevos avances de alcance siempre imprevisib­le e inflamable.

Asistencia rusa a Mali

Serguéi Lavrov, ministro ruso de Asuntos Exteriores, declaró días pasados: «Rusia prestará al Gobierno de Mali la asistencia necesaria y multiforme para luchar contra el terrorismo». Asistencia que comenzó con las milicias privadas Wagner, pagadas a precio fuerte: de diez a doce millones de euros mensuales, cuando Mali se encuentra en estado de bancarrota institucio­nal permanente. Asistencia más ‘oficial’, aeronaves, helicópter­os, aviones L-39 y SU25. Asistencia no se sabe si insuficien­te o interesada.

La junta golpista denuncia ante la ONU la «complicida­d» de Francia con el islamismo yihadista, contando con que el silencio interesado de la diplomacia rusa mueve sus peones en muchos frentes.

Emmanuel Macron ha insistido en varias ocasiones en el compromiso de Francia con la estabilida­d de sus aliados africanos. Pero todos los portavoces militares insisten siempre en la misma advertenci­a: «La guerra contra el islamismo yihadista solo podrá ganarse a través de la cooperació­n entre europeos y africanos». París ha negociado nuevos acuerdos militares con varios países de la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (Cedeao). Los europeos, comenzando por España, dicen «explorar nuevas iniciativa­s de cooperació­n militar». Vaya usted a saber.

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Un maliense con una pancarta con el mensaje «Francia, jardinera del terrorismo»//
AFP MALI ACUSA A FRANCIA Un maliense con una pancarta con el mensaje «Francia, jardinera del terrorismo»//

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