Vuelta al cole

Las sensaciones encontradas que desde pequeños produce la vuelta al colegio tras los meses de verano, en lo económico este año son más sombrías que nunca como indican las encuestas de confianza, pero en clara contradicción con lo que vemos en el día a día. La paradoja es todavía mayor si tenemos en cuenta que esos datos de confianza son incluso peores que los que hemos visto estos últimos años en los que no hace falta recordar que hemos vivido una pandemia, el auge de los populismos, la peor crisis financiera de la historia que, en Europa, desencadenó la crisis del euro en la que en algún países los cajeros dejaron de dar dinero. Hoy, con las terrazas llenas, con problemas para encontrar trabajadores en muchos sectores, las exportaciones marcando nuevos récords o con los hoteles alargando la temporada, hoy, repito, las encuestas de confianza están en mínimos. No es que no haya riesgos, que desde luego los hay, pero se le ha dado tanto bombo que tenemos la sensación de que las cosas se pueden poner peor que como se han puesto estos últimos años, que en lo económico ha sido del todo interesante en el el sentido estricto de la maldición China.

Llegados a este punto, lo que termine pasando solo puede ser mejor de lo que ahora mismo imaginamos. Puede ser mucho mejor si el desenlace de la crisis del gas no es tan desastrosa como hoy por hoy se anticipa o puede ser algo mejor de lo esperado porque aunque acabe llegando la sangre al río, al tratarse la crónica de una muerte anunciada, y hemos tenido algo de tiempo para prepararnos, la cosa no termine siendo tan terrible. Y en esta situación absolutamente binaria, las probabilidades del mejor de los desenlaces son más que del otro. Con todo el sentido nos estamos preparando para lo peor, pero tiene sentido esperar lo mejor.