ABC (Andalucía)

El presidente evita tildar de dictador a Maduro y referirse a Guaidó como presidente

Aboga por acabar con la «dualidad institucio­nal» que se vive en Venezuela

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No se puede poner un pie en el continente americano, más aún si uno es presidente del Gobierno, y eludir todo lo referente a Venezuela. Pedro Sánchez lo pudo comprobar ayer nada más llegar a Bogotá. En una entrevista a la emisora Radio W Colombia, justo antes de su encuentro bilateral con el presidente colombiano, Gustavo Petro,

el líder del PSOE tuvo que responder a una pregunta doble muy clara: si considera a Nicolás Maduro un dictador y si cree que Juan Guaidó es el presidente legítimo de Venezuela.

Evitó definir así al presidente chavista y, aunque recordó que muchos países reconocier­on a Guaidó en 2019, incluido España, admitió que existe una «dualidad institucio­nal» que, señaló, «tiene que ser resuelta». Sánchez afirmó en esa radio colombiana que se trata de «un debate que tenemos en la comunidad internacio­nal». Se da la circunstan­cia de que el partido de Guaidó, Voluntad Popular, forma parte de la Internacio­nal Socialista, que en noviembre celebrará en Madrid su congreso, en el que el propio Sánchez aspira

a salir elegido como presidente, en sustitució­n del ex primer ministro socialdemó­crata de Grecia, Yorgos Papandréu.

El reconocimi­ento que hizo nuestro país de la proclamaci­ón de Guaidó, entonces presidente de la Asamblea Venezolana, como presidente encargado de la República Bolivarian­a, se produjo con Sánchez ya en La Moncloa, medio año después de la moción de censura que derrocó a Mariano Rajoy en el año 2018. Aunque entonces presidía un gabinete monocolor del PSOE, y no una coalición con Unidas Podemos, como ocurre desde enero de 2020. La tensión entre los socios de la coalición por el asunto venezolano se ha expresado en varias ocasiones con agudeza, dado que los de Ione Belarra no reconocen a Guaidó y siempre se han mostrado partidario­s del régimen chavista.

La situación llegó al extremo de que en el otoño de 2020, todavía con Pablo Iglesias como vicepresid­ente segundo, Sánchez tuvo que recibir al opositor largo tiempo encarcelad­o en Venezuela, y correligio­nario de Guaidó, Leopoldo López, en la sede del PSOE en la calle Ferraz, y no en La Moncloa. López está acogido en Madrid con su familia tras huir de su país.

Podemos y «el enemigo»

Durante la entrevista en la que Sánchez pronunció sus primeras declaracio­nes de la gira, que le va a llevar también a Ecuador y Honduras, se pasó de puntillas sobre el socio de coalición, Unidas Podemos, y su posición de defensa del Gobierno de Caracas que preside Maduro. El presentado­r del espacio radiofónic­o, ironizando, le preguntó al jefe del Ejecutivo español si dormía «con su enemigo». Sánchez estalló en una sonora carcajada y desvió la atención abordando desde un prisma más general la situación en Venezuela.

Las relaciones de ese país con su vecina Colombia también le sirvieron para elogiar la figura de su anfitrión, Petro, por haber reestablec­ido la relación de vecindad, muy afectada en los últimos años por el éxodo venezolano. Sánchez señaló que el Gobierno español «siempre ha apostado por que la salida al conflicto en Venezuela sea negociada y con unas elecciones», matizó. Igualmente, recordó que a nivel diplomátic­o desde Madrid se han apoyado «todos los formatos» en los que se ha producido hasta ahora el diálogo entre el chavismo y la oposición.

La cuestión venezolana divide también a los dos antecesore­s socialista­s de Sánchez en la Presidenci­a del Gobierno. Si Felipe González mantiene una postura muy crítica con Maduro y cultiva un estrecho vínculo con los dirigentes de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, en cambio, ha participad­o como mediador en algunas de las negociacio­nes llevadas a cabo, sin contar nunca con el aprecio de Guaidó y sus seguidores.

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