ABC (Andalucía)

Con toros paraditos, toreo sin emoción

Talavante corta dos fáciles orejas al único ejemplar de Domingo Hernández que aguanta una faena completa

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Llega el calor, llegan las figuras, llega algo de público; sólo algo, nada más: media entrada. No era eso Bilbao, hace poco. La entrada plantea graves interrogan­tes sobre los festejos que habrá en las Corridas Generales del próximo año. La realidad es la que es, por dura o triste que resulte. Hablar de modernidad sin una base sólida no resuelve nada.

Los toros de Domingo Hernández, muy serios, un par de ellos con más de 600 kilos, son nobles pero se apagan pronto; así, no cabe emoción auténtica. Sólo uno, el segundo, aguanta toda la faena y lo aprovecha Talavante en una fácil labor, recompensa­da con dos orejas y salida en hombros. El Juli y Rufo se quedan a medio gas, como la tarde.

Con responsabi­lidad de primera figura, ha aceptado El Juli torear dos días seguidos en Bilbao, igual que Roca Rey (los dos únicos que torean dos tardes). Esa actitud responsabl­e, unida a una afición que no decae, su gran técnica y su carácter, es lo que le han hecho triunfar en San Isidro. Cuando parecía en la etapa final de su carrera, vive ahora uno de sus momentos más felices. El primero, de gran presencia, abierto de pitones, sale suelto, va al caballo al relance. Muy bien Curro Javier con los palos, como siempre. El Juli lo sujeta, manda mucho, pero el toro se apaga, tiene una embestida mortecina: es imposible la emoción. La fiereza de un toro bravo es otra cosa. Mata pronto pero no bien.

Naturales relajados

Sujeta con la pierna flexionada al cuarto, que también se para; tirando de él, lo lleva prendido en la muleta, alargando las cortas embestidas. Logra naturales relajados, de mano baja, aunque el toro dice muy poco. Mata desprendid­o: petición.

¿Por qué se retiró Talavante y por qué ha vuelto ahora? Nadie lo sabe pero se supone que estaba disconform­e con el trato que recibía de los empresario­s. Su vuelta a los ruedos no está siendo feliz. La nobleza de un toro de Domingo Hernández le permite su primer gran triunfo de la temporada. Miden bien el castigo al segundo. Lo aprovecha Talavante en series que van a más, por la nobleza del toro. Sentencia mi vecino: «Le va a hacer lo que le dé la gana». Así lo hace, en una faena fácil, vistosa, desigual: a unos naturales lentos siguen unas luquecinas atropellad­as. Recupera su estilo al matar, como si hundiera la espada en mantequill­a. Matías, tan generoso este año, saca a la vez los dos pañuelos. Se olvidan del bravo toro, también merecedor de premio.

En el quinto, expone con los palos y saluda Miguelín Murillo. El toro flaquea, va dormidito. Cuando se acopla, logra naturales suaves, a cámara lenta (la velocidad del toro), sin emoción. Vuelve a matar fácil.

Tomás Rufo es la más sólida promesa. Abrir la Puerta del Príncipe y la de Las Ventas, todo seguido, no es moco de pavo. Tiene 23 años, todavía no se ha cumplido uno, desde su alternativ­a. No acusar el paso de novillero a matador no es fácil. Los Lozano han apostado por él con rotundidad, sin ‘cuidarlo’, y ha respondido plenamente. Está triunfando todas las tardes gracias a un toreo clásico, basado en el temple, la entrega y la estocada: una fórmula infalible. En Bilbao, una vez más, compite con las primeras figuras. Recibe con suaves verónicas al tercero. Dándole sitio, liga muletazos templados y mandones por los dos lados, enroscándo­selo a la cintura; aguanta parones con valor pero el toro se acaba pronto y la buena faena queda a medias. Aunque el toro se distrae, agarra la estocada. Suena un aviso porque ha alargado la faena inútilment­e y saluda.

En el último, se luce Fernando Sánchez con los palos, como tantas tardes, andándole al toro. El trasteo de Rufo es clásico, correcto, pero falta toro. Tiene que llamarle cinco veces para que embista sólo una: la gente se aburre. Mata a la segunda.

Supongo que Talavante ha estado feliz con estos toros: sin aparente esfuerzo, sólo con suavidad y oficio, ha cortado dos orejas y salido a hombros. A mí me ha recordado el toreo con el carretón. Sin toros con movilidad, casta y fuerza, todo es plácido, previsible, demasiado ‘light’. Aunque los toreen buenos toreros. No ha sido eso la Fiesta brava ni debe serlo.

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// BMF TOROS Alejandro Talavante inicia por abajo la faena al excelente segundo de la tarde

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