Malversación
Susana también firmará el indulto de los ERE con el patético argumento de ‘no se llevaron ni un duro’
TODOS los que estamos aquí sabemos que el dinero de los ERE no se devolverá nunca. Usted lo sabe, yo lo sé y el que asó la vaca también lo sabe. El Tribunal de Cuentas tiene la obligación de reclamarlo porque la cantidad que el Supremo considera defraudada es nuestra. Se repartió a capricho, sin cumplir las reglas del juego, y, por tanto, tiene que volver a su sitio. El problema es que el presupuesto que se desvió al ‘fondo de reptiles’ ha pasado por tantas manos que ahora hay mil razones distintas que impiden su recuperación. La primera y más importante es que los beneficiarios se lo han gastado y son insolventes. La segunda es que las víctimas, que somos todos los contribuyentes, ya hemos amortizado el caso y entendemos que los 680 millones a los que asciende el fraude son el coste que hemos tenido que pagar por nuestra libertad. El precio ha sido alto y las instituciones tienen la obligación de intentar recuperar todo lo malversado. Como gesto está bien. Otra cosa será el resultado. Lo mejor para evitar otra decepción será no esperar nada. Y que sea lo que Dios quiera.
Pero ahora que Susana también ha firmado la petición de indulto para Griñán –sólo ella es capaz de estar en misa y repicando– conviene aclarar que el dinero perdido es precisamente la clave de la condena. El PSOE ha activado una campaña muy retorcida bajo el lema ‘No se han llevado un duro’. Cierto es. Por eso los expresidentes y antiguos consejeros que crearon la trama han sido condenados por malversación. Cuando este delito lo comete un responsable público se llama malversación propia y hay dos tipos según el Código Penal: la malversación apropiativa y la de uso. La que los tribunales dicen en sentencia firme que cometieron los condenados de los ERE es la segunda, que se da cuando la autoridad o funcionario «desvía los recursos públicos de su fin legítimo», que no tiene por qué ser su bolsillo. Se puede discutir si la pena es excesiva y puedo estar incluso de acuerdo, pero que el dinero de los ERE se ha perdido en cuentas corrientes indebidas es el evangelio. Y que la retórica socialista es patética, también.