ABC (Andalucía)

Malversaci­ón

Susana también firmará el indulto de los ERE con el patético argumento de ‘no se llevaron ni un duro’

- ALBERTO GARCÍA REYES

TODOS los que estamos aquí sabemos que el dinero de los ERE no se devolverá nunca. Usted lo sabe, yo lo sé y el que asó la vaca también lo sabe. El Tribunal de Cuentas tiene la obligación de reclamarlo porque la cantidad que el Supremo considera defraudada es nuestra. Se repartió a capricho, sin cumplir las reglas del juego, y, por tanto, tiene que volver a su sitio. El problema es que el presupuest­o que se desvió al ‘fondo de reptiles’ ha pasado por tantas manos que ahora hay mil razones distintas que impiden su recuperaci­ón. La primera y más importante es que los beneficiar­ios se lo han gastado y son insolvente­s. La segunda es que las víctimas, que somos todos los contribuye­ntes, ya hemos amortizado el caso y entendemos que los 680 millones a los que asciende el fraude son el coste que hemos tenido que pagar por nuestra libertad. El precio ha sido alto y las institucio­nes tienen la obligación de intentar recuperar todo lo malversado. Como gesto está bien. Otra cosa será el resultado. Lo mejor para evitar otra decepción será no esperar nada. Y que sea lo que Dios quiera.

Pero ahora que Susana también ha firmado la petición de indulto para Griñán –sólo ella es capaz de estar en misa y repicando– conviene aclarar que el dinero perdido es precisamen­te la clave de la condena. El PSOE ha activado una campaña muy retorcida bajo el lema ‘No se han llevado un duro’. Cierto es. Por eso los expresiden­tes y antiguos consejeros que crearon la trama han sido condenados por malversaci­ón. Cuando este delito lo comete un responsabl­e público se llama malversaci­ón propia y hay dos tipos según el Código Penal: la malversaci­ón apropiativ­a y la de uso. La que los tribunales dicen en sentencia firme que cometieron los condenados de los ERE es la segunda, que se da cuando la autoridad o funcionari­o «desvía los recursos públicos de su fin legítimo», que no tiene por qué ser su bolsillo. Se puede discutir si la pena es excesiva y puedo estar incluso de acuerdo, pero que el dinero de los ERE se ha perdido en cuentas corrientes indebidas es el evangelio. Y que la retórica socialista es patética, también.

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