ABC (Andalucía)

Metaverso de Cantalejo

Con el autoelogio, al Gobierno le pasa como a Oscar Wilde, que antes de su último estertor pidió champán «para morirme por encima de mis posibilida­des»

- ÁLVARO MARTÍNEZ

ESTE verano, y según caían chuzos de punto para Sánchez en las encuestas, han salido el presidente, los ministros y las ministras (y hasta Patxi López) contra Feijóo con el vigor y entusiasmo de aquellos quintos del reemplazo de la mili recién sorteados, pongamos que en Cantalejo, que cumplían con todos los tópicos (cencerrada, calderetad­a, cucaña, petardos y verbena final) que arrastraba la condición del recluta llamado a filas. «Vago», «negacionis­ta», «sectario», «mentiroso», «ignorante», «cínico»... no se han dejado nada el presidente, las ministras y los ministros (y hasta Patxi López) en la barahúnda de insultos, denuestos y ofensas contra el líder del PP. El escenario para tanto dicterio da un poco igual: el Consejo de Ministros, un viaje internacio­nal, la visita a un incendio a medio apagar, la inauguraci­ón de un centro de interpreta­ción de no sé qué... cualquier marco es útil para seguir el guion del Matrix que el sanchismo trata de crear con el fin de retorcer el pescuezo a la realidad y que esta no se parezca a lo que de verdad ocurre. Penúltimo detalle: con el presidente de vacaciones en La Mareta, la portavoz Rodríguez señala que «el Congreso está de vacaciones pero el Gobierno ha seguido trabajando estos días». La ‘lucecita del Pardo’, ahora en Moncloa.

Los sondeos les están dejando en el paladar peor sabor que el veneno de los Borgia, sobre todo después de que Tezanos entregase la cuchara y también diese al PP el liderazgo en el apoyo ciudadano del momento. «José Félix, tu quoque, fili mi?», debió murmurar Sánchez cuando echó un vistazo al último barómetro del CIS. La solución, por tanto, pasa por crear una especie de metaverso, una realidad ‘diferente’ a la real, lanzando al presidente, los ministros y las ministras (y hasta a Patxi López) a pintar un Feijóo a brochazos como si fuera una mezcla del hombre del saco y Landrú, con gotas del talante del Ebenezer Scrooge en el ‘Cuento de Navidad’, lo normal en la lid política, vamos. Pero se les ha ido la mano. La receta original incluía tres dientes de ajo pero con las prisas y los nervios debieron leer mal los ingredient­es y han echado al mortero tres cabezas enteras de Las Pedroñeras. ¿Resultado? No hay quién se lo trague.

Este Gobierno tiene la más extraordin­aria disposició­n al autoelogio que la memoria alcanza. Su cénit fue aquella ovación con que los ministros recibieron al líder llegando victorioso de Bruselas, cual César regresando de las Galias. Desde la foto de «las manos de Sánchez marca la determinac­ión del Gobierno» nada dio tanta vergüenza ajena, nada tan jactancios­o, engreído y sobreactua­do respecto a la eficacia de su gestión, todo un ‘lujo’ para los españoles. Hablando de hedonismo, a este metaverso (formato Cantalejo), con los ministros de cencerrada contra Feijóo, le pasa como a Oscar Wilde, que antes del último estertor pidió champán «para morirme por encima de mis posibilida­des».

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