ABC (Andalucía)

La espía de Putin que se infiltró en una base de la OTAN en Nápoles

María Adela, fingiendo ser estudiante y luego empresaria, conectó con militares, empleados y técnicos de la base de la Alianza y de la VI Flota estadounid­ense

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES CORRESPONS­AL EN ROMA

María Adela, como empresaria de joyería, fue aceptada en un club fundado por oficiales de la base de la OTAN en Nápoles

La espía de Putin en Italia es «la protagonis­ta de la operación de Inteligenc­ia más sensaciona­l llevada a cabo por Rusia en el país transalpin­o, considerad­o estratégic­o por el Kremlin». Así la define una investigac­ión realizada durante diez meses por el diario ‘La Repubblica’, junto con el semanario alemán ‘Der Spiegel’, ‘The Insider’ y el sitio web Bellingcat, especializ­ado en Inteligenc­ia, que han reconstrui­do la misión secreta de la espía. Se trata de María Adela Kuhfeldt Rivera, nacida en Perú hace unos 40 años y de padre alemán, que se ha adentrado en los círculos mundanos de Nápoles, consiguien­do infiltrars­e en la plana mayor de la base de la OTAN y de la VI Flota estadounid­ense, es decir, la cumbre operativa del poder militar occidental en Europa.

Ningún agente ruso había logrado jamás penetrar tan profundame­nte en la cumbre de la Alianza Atlántica como lo ha hecho María Adela. La investigac­ión periodísti­ca relata una década de la vida de la misteriosa Adela, con etapas entre París, Malta, Roma y luego a la sombra del Vesubio en Nápoles antes de que se perdieran sus huellas en 2018. El principal rastro que la relaciona con los servicios secretos de Moscú –explica ‘La Repubblica’– es el pasaporte ruso utilizado para ingresar a Italia: pertenece a la misma serie especial utilizada por el 007 del GRU, la Inteligenc­ia militar a las órdenes del Kremlin, los que han intentado envenenar a Novichok Sergey Skripal y al fabricante de armas búlgaro Emilian Gebrev.

La misteriosa espía tiene una identidad tan compleja como falsa: María Adela Kuhfeldt Rivera nació en Perú de padre alemán. Ese nombre fue una invención. El verdadero es Olga Kolobova. En agosto de 2005, un abogado de Lima solicitó el reconocimi­ento de la ciudadanía peruana a María Adela Kuhfeldt Rivera, presentand­o una partida de nacimiento firmada en Callao el 1 de septiembre de 1978 y partida de bautismo de la parroquia de Cristo Libertador, una iglesia que no existía: fue construida nueve años después.

María Adela es una mujer segura de sí misma que habla seis idiomas: montó una empresa para producir joyas, para proseguir su actividad en los círculos mundanos de Nápoles y finalmente conseguir infiltrars­e en el personal de la base de la OTAN y de la VI Flota de Estados Unidos, hasta asistir a sus cenas de gala. Inició su camino como espía lentamente. Según las fotos publicadas en las redes sociales, entre 2009 y 2011 se movió entre Roma y Malta [...] El 11 de octubre de 2011 realizó un largo viaje en tren de París a Moscú a través de Bielorrusi­a: el viaje duró dos días y medio y lo repetirá varias veces en los años siguientes. De hecho, hasta 2012 residió principalm­ente en la capital francesa, donde registró una empresa de joyería con la marca Serein.

En Italia vivió en un modesto edificio en las afueras de Valmontone (municipio de 14.200 habitantes de la provincia de Roma): la tarjeta de identidad emitida por la ciudad la califica como estudiante, pero en febrero de 2013 registró una empresa, Serein Srl, para la confección de joyas. En dos años, todo cambia. Su empresa, con la autorizaci­ón de la Jefatura de policía, abre un taller en el centro de orfebrería Tarì en Marcianise, municipio de la provincia de Caserta, en la región de Campania, a unos 25 kilómetros de Nápoles. Ella se trasladó a vivir al barrio residencia­l napolitano de Posillipo, en una de las calles más fascinante­s, vía Manzoni; después alquiló una casa mucho más bella aún, en vía Petrarca. Así se adentra en la vida de relaciones de la ciudad, entre eventos e inauguraci­ones.

Conexión con militares

Fue aceptada en el Lions Club ‘Napoli Monte Nuovo’, un club muy especial: fue fundado por los oficiales de la base de la OTAN de Lago Patria. Los socios son prácticame­nte todos militares, empleados y técnicos de la Alianza Atlántica o de la VI Flota de EE.UU. María Adela en 2015 llegó incluso a ser secretaria del club. Ese club era la telaraña perfecta, en la que la agente del GRU enganchó a numerosos oficiales de la OTAN, construyen­do una vasta red de relaciones, algunas de carácter sentimenta­l. Para todos, justificó su ciudadanía rusa con una historia ficticia: ella nació en Sudamérica, hija de un alemán y una peruana. Cuando aún no tenía dos años, su madre soltera la había llevado a Moscú para participar en los Juegos Olímpicos de 1980. Pero la mujer tuvo que regresar urgentemen­te a su tierra natal, encomendán­dola a una familia de conocidos soviéticos. Su madre nunca volvió y María Adela creció en la URSS, en una situación difícil: «Durante mi infancia –decía– me violó el padrastro. Por eso me fui de

Rusia: mi sueño es quedarme en Europa y casarme aquí».

Son muchos los miembros de la Alianza Atlántica y de la Marina de Estados Unidos a los que se ha acercado. Estuvo muy unida al entonces Administra­dor de Sistemas de Datos del cuartel general de la OTAN: el responsabl­e de los sistemas de informació­n más sensibles. Hay indicios de su participac­ión en algunas ceremonias dentro de los comandos de la OTAN y de Estados Unidos. Mientras tanto, traslada la sede de su empresa a Milán, a pocos metros del Duomo: el último balance muestra 300.000 euros de pérdidas, probableme­nte gastos por la frenética actividad de representa­ción.

Nuestra investigac­ión –afirma ‘La Repubblica’– no pudo reconstrui­r qué informació­n obtuvo la espía, o si pudo inyectar virus informátic­os en los teléfonos y computador­as de sus amigos para espiarlos y robar datos. Un largo análisis en las bases de datos rusas divulgadas en los últimos años, utilizando software para la comparació­n de caras, nos ha permitido descubrir su verdadero nombre: Olga Kolobova, nacida en 1982. Reapareció en Moscú a finales de 2018, cuando en poco tiempo compró dos apartament­os de lujo y un Audi. Su padre era un coronel que recibió numerosas medallas «por haber servido a su país en el exterior, en Angola, Irak y Siria».

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// ABC Olga Kolobova, conocida como María Adela, en el Vaticano en 2010
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