La ‘pastilla española del corazón’ reduce la mortalidad tras un infarto
► Un estudio confirma la eficacia de la polipíldora del doctor Valentín Fuster para pacientes infartados ► Combina en un comprimido tres fármacos: aspirina, una estatina contra el colesterol y un antihipertensivo
Quienes superan un infarto están atados de por vida a una medicación para proteger el corazón de un segundo ataque cardíaco o un ictus. El cóctel más frecuente contiene una pastilla para mantener a raya la tensión arterial, otra para el colesterol y una tercera (aspirina) para evitar que la sangre esté espesa y obstruya de nuevo las arterias. Tantos comprimidos diarios llevan al olvido a muchos pacientes y son incapaces de seguir el tratamiento que les protegería de sufrir una recaída.
El cardiólogo Valentín Fuster tuvo una idea feliz para simplificar la toma: ¿por qué no combinar esos tres fármacos en un único comprimido? El proyecto surgió en 2002, durante un viaje a Rusia. Allí comprobó cómo el seguimiento de los tratamientos era muy bajo. No solo por la incomodidad de tomarse todas las pastillas, sino por el precio elevado de los medicamentos. Pensó entonces que una fórmula ideada para combatir la epidemia de VIH también podría servir para hacer frente a la pandemia de las enfermedades cardiovasculares, las que más matan en el mundo.
Salva vidas
En 2017 se alió con el laboratorio Ferrer y se inició el proyecto de la famosa polipíldora para el corazón. Ahora tras años de investigación, un nuevo estudio le da la razón a Fuster. Tomar una única pastilla diaria tras un infarto no solo es una opción más cómoda, también salva vidas. El trabajo científico, coordinado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), demuestra que reduce en un 33% la mortalidad en pacientes que ya habían sufrido un infarto. Los resultados se presentaron ayer en el Congreso Europeo de Cardiología que se celebra en Barcelona y los detalles se publican también en la prestigiosa revista ‘The New England Journal of Medicine’.
El estudio involucra a 2.499 pacientes de siete países europeos (España, Italia, Alemania, República Checa, Francia, Polonia y Hungría). Todos los participantes tenían en común que habían sufrido un infarto de miocardio y contaban con una media de 76 años. La gran mayoría de ellos (77,9%) tenían hipertensión, diabetes (57,4%) y fumaban o habían fumado (51,3%). Estos antecedentes los convertían en una bomba de relojería con riesgo de sufrir un nuevo accidente cardiovascular.
Los participantes en el estudio recibieron aleatoriamente el tratamiento estándar con varias pastillas y la polipíldora. Empezaron el tratamiento a los ocho días de haber sufrido el infarto. El resultado fue claro: hubo una adherencia mayor en el grupo de la polipíldora y, el dato más importante, la reducción de mortalidad, pasó de 71 pacientes en el grupo del tratamiento habitual a 48 en el de la pastilla ‘tres en uno’.
El estudio demostraría que todas las personas que han sufrido un ataque cardíaco se podrían beneficiar de la polipíldora. «Hemos visto beneficios en todos los grupos estudiados, según país de procedencia, edad, sexo, sean o no diabéticos o tengan insuficiencia renal», asegura a ABC José María Castellano, primer autor del trabajo y director de la Fundación de Investigación HM Hospitales.
El cardiólogo Fuster tampoco duda: «Este enfoque tiene el potencial de reducir el riesgo de sufrir un segundo infarto y muerte cardiovascular a escala mundial».
Pero la iniciativa no siempre fue bien recibida. La mayor crítica que ha recibido este proyecto desde sus inicios es que la polipíldora puede impedir hacer un tratamiento más eficaz y personalizado, en el que los médicos pueden ajustar las dosis de cada uno de los medicamentos para sus pa
El cóctel de aspirina, fármaco anticolesterol y antihipertensivo cuesta la mitad de lo que costarían los tres por separado
No a todos gustó la idea en un inicio: se criticó que impide un tratamiento personalizado con dosis ajustadas a cada paciente
cientes. Por eso, durante el desarrollo de la polipíldora se optó por comercializar diferentes versiones de esta ‘pastilla del corazón’, con tres dosis diferentes de antihipertensivo. Así se personalizó también la polipíldora.
No está a la medida de cada enfermo, pero a cambio se asegura un mayor cumplimiento del tratamiento y a un precio más reducido. El cóctel de aspirina, más fármaco anticolesterol y antihipertensivo, cuesta la mitad de lo que costarían los tres medicamentos por separado. La reducción del precio se consigue al combinar medicamentos genéricos y eliminar costes de la distribución farmacéutica.
Ahorro al sistema
Aunque el verdadero ahorro no está en el coste del medicamento, sino en el coste asociado a las recaídas que se evitan en los pacientes que están en tratamiento con la polipíldora. El número de pacientes incumplidores no es bajo, se calcula que menos del 50% de los enfermos crónicos toman la medicación adecuadamente.
Este ‘tres en uno’ «tiene muchas virtudes», asegura Castellano. «La simplicidad es una de ellas. El paciente identifica un comprimido con la ‘pastilla del corazón’ y facilita la adherencia a este. Además, es fácil de implementar en diferentes regiones del mundo donde directamente no hay acceso a tratamientos para prevenir eventos cardiovasculares», explica. Pero también será un fármaco sutil en países con sistemas sanitarios donde se financian los medicamentos como España.