Anticipación para resolver una crisis
SIEMPRE he estado seguro de que el futuro está en nuestras manos. Es importante ser conscientes del inmenso significado y responsabilidad que implica esta afirmación que nos hace ser, si no los únicos responsables de lo que nos sucede, sí los últimos y más importantes protagonistas de nuestra vida. Y también de la de nuestras empresas. España ha atravesado muchos momentos difíciles a lo largo de su historia. Siempre hemos sido capaces de sobreponernos con visión, esfuerzo y unidad. La actual crisis se diferencia por la incertidumbre que arrastramos desde hace tiempo y que ha hecho muy difícil no solo acertar en nuestras predicciones sino, lo que es mucho más grave, reaccionar ante peligros difíciles de visionar (en espacio y tiempo).
Sin embargo, no podemos permitirnos la inacción. La economía se resiente con una inflación desmesurada y estructuras de costes cada vez más insoportables para empresas que penden de un hilo y de las que dependen muchos trabajadores. Todos sufren, además, las subidas de los tipos de interés para enfriar una economía sin rumbo. No olvidemos que más del 90% del tejido empresarial del país está compuesto por micropymes que no saben cómo afrontar la devolución de los préstamos ICO o la reincorporación de personal que, tras mucho tiempo en ERTE, han de volver al trabajo. Se avecinan incumplimientos y un huracán de despidos colectivos a partir de septiembre.
A pesar de todo, el panorama puede ser controlado si somos capaces de asumir la situación y, a decir de Miguel de Unamuno, procuramos ser padres de nuestro porvenir más que hijos de nuestro pasado. Hemos de lidiar con el presente y, bien asesorados, empezar a construir un futuro al que, por muy difícil que se ponga todo, podremos sobreponernos con anticipación. Ya hay elementos para ello.
En el tiempo que llevo trabajando en Carles | Cuesta Abogados y Economistas, asesoramos con pulcritud el estado de situación de nuestros clientes. Esos que, antes del ‘tsunami’ que está por venir, quieren tener una hoja de ruta para reaccionar con criterio, no solo comercial sino, además, jurídico-empresarial en su conjunto. Han de estar preparados para defender sus negocios pero también su eventual responsabilidad y, en definitiva, sus posiciones desde diversos ángulos. Encuentro en estos pequeños y grandes empresarios a los futuros supervivientes de la actual crisis (más presente cada día). Siempre ha sido así.
Las tensiones de tesorería que atravesamos son crecientes. Por ello muchas empresas tendrán que revisar calendarios de pago de su financiación, valorar alternativas de financiación o, lo que no es excluyente, someterse a una reestructuración empresarial dentro del marco regulado que ofrece la recién estrenada Ley Concursal que, con mayor o menor precisión o acierto, cuenta con útiles herramientas de salvamento que no deben ser descartadas ‘ab initio’ como tantas veces ha sucedido con empresarios escépticos debido al estigma de quiebra y ruina que arrastra nuestro pasado derecho de insolvencias y que nada tiene que ver con el actual propósito del legislador.
Ahora más que nunca, anticiparse es resolver el 80% de los problemas de falta de liquidez actual, inminente o, como dispone la nueva Ley Concursal, probable.