La séptima muerte obliga a revisar los ‘bous al carrer’: «Se ha perdido el miedo»
▶ Este verano bate récord de actos con toros, con 300 heridos. «El riesgo cero no existe», dice la Generalitat Valenciana
«Entendemos que se le ha perdido el miedo al toro y hay muchos participantes que no entienden el riesgo que supone ponerse delante de él». Es una de las conclusiones, con llamada a la «prudencia» incluida, que se extrajo ayer de la reunión de la Comisión Consultiva de Festejos Taurinos Tradicionales –los ‘bous al carrer’– de la Comunidad Valenciana. Una mesa convocada de urgencia ante el trágico balance que arrojan este tipo de actos populares en lo que llevamos de año: siete personas han muerto y otras 300 han resultado heridas por cornadas o lesiones ocasionadas por la embestida de las reses.
Es la cifra de víctimas mortales más elevada de los últimos tiempos e iguala a la de 2015, un año negro que –con el eco de los 1.278 heridos de 2014– motivó cambios en un reglamento que se considera «muy duro». Por ejemplo, además de contar con un servicio médico especializado, el festejo no puede realizarse sin la presencia obligatoria de una ambulancia. Ahora, los actores implicados piden más modificaciones para afrontar los 13.000 espectáculos programados –récord histórico– para este año en 280 municipios de la región, sobre todo en las provincias de Castellón y Valencia. Hasta julio, el mes en el que arranca la temporada alta que se alarga hasta finales de septiembre, se habían celebrado ya siete mil eventos.
Los esfuerzos se concentrarán en los próximos meses, previa recogida de propuestas, en aumentar la seguridad con las aportaciones de todos los actores, entre los que también figuran especialistas de sanidad y veterinaria. Eso abre la puerta a modificar la normativa autonómica para mejorar su cumplimiento. No obstante, el secretario autonómico de Seguridad y Emergencias de la Generalitat, José María Ángel, ya advirtió ayer de que «el riesgo cero no existe»; opinión compartida por Germán Zaragozá, presidente de la Federación de Peñas de Bous al Carrer, que salió del encuentro «con una visión muy positiva del futuro de la fiesta». En ella solicitaron más presencia policial y la colaboración entre ayuntamientos que no disponen de cuerpo municipal propio. También se acordó reforzar la formación de los voluntarios, a partir de octubre, con cursos que impartirá la Policía Autonómica.
Las peñas ya auguraban que la vuelta a los cadafales y las plazas portátiles se traduciría en un aumento de los siniestros. Zaragozá puso el foco en aquel participante que, «tras dos años de parón por la pandemia, no está informado realmente del peligro» que supone esta fiesta popular. «Son festejos que no son ir a la verbena o a un concierto en la plaza del pueblo, conllevan un riesgo individual y colectivos y tiene que tener uno la madurez para participar», incidió José María Ángel, apuntando a la «imprudencia» que supone no llevar el calzado adecuado o hacerse una foto delante de la res.
A la tragedia se suma la polémica por la participación de menores de 16 años –prohibida en la normativa– en estos eventos populares. Un niño de 12 años resultó herido grave al ser corneado por una vaca en Puzol a principios de julio, mientras que a mediados de agosto Náquera tuvo que suspender las celebraciones tras encender dos menores –no alcanzaban 10 años– el toro embolado en la última noche de festejos, con la connivencia de dos adultos y a espaldas de los organizadores. Para evitar que la «masificación» de los actos los convierta en un coladero de menores, se aboga por aumentar al máximo las sanciones para los responsables, fijadas actualmente en hasta 30.000 euros.
La controversia también ha llegado al municipio castellonense de Nules: la ONG AnimaNaturalis denuncia que se realizó un encierro con becerros dirigido a menores bajo la denominación de «trashumancia».
Bienestar animal
Donde no habrá exhibiciones es en la localidad valenciana de Tabernes de Valldigna. Pese a la oposición de un grupo de vecinos, el gobierno local de Compromís y PSPV no autorizará la celebración de más festejos taurinos al considerar que son un «maltrato animal flagrante». «Esto es algo de lo que se habla mucho, pero hemos hecho lo que muy pocos se han atrevido», defendió el alcalde del municipio, Sergi González.
En ese sentido, la presidenta del Consejo Valenciano de Colegios de Veterinarios, Inmaculada Ibor, reivindicó ayer la necesidad de que uno de estos profesionales esté presente de forma obligatoria en actos con reses. Por ejemplo, en Alcàsser, donde la semana pasada murieron dos toros por un golpe de calor, «la presencia de un veterinario podría haber alertado de las elevadas temperaturas». Además, controlarían la documentación sanitaria de los animales y las desinfecciones, y advertirían si sus condiciones no fueran «óptimas», añadió.