Ascender a pato cojo
En 2020 un Biden ya marchito no hubiera derrotado a Trump sin la pandemia
Joe Biden ha inaugurado el curso con un discurso en Filadelfia en el que advierte sobre las amenazas a la democracia norteamericana. Cita a Donald Trump como un peligro inminente, por sus posibilidades de ganar en 2024, esta vez como un caudillo sin tapujos. Por fin Biden se ha atrevido a poner nombre y apellidos a la figura que encabeza un movimiento nacionalista y populista capaz de arrasar la primera democracia del mundo. Ahora debería dar el siguiente paso y anunciar que no se presentará a las elecciones. Si admitiese que no está en condiciones de ser presidente otros cuatro años, por su edad y su frágil salud, pondría remedio a su baja popularidad y abriría un debate muy necesario en su partido, una verdadera jaula de grillos, para sucederlo. Es cierto que desde hace unos años los demócratas no pierden oportunidad de perder cualquier oportunidad.
En 2020 un Biden ya marchito no hubiera derrotado a Trump sin la pandemia. Pero si ahora sus correligionarios escogen un candidato centrista y joven (desde luego no a Kamala Harris), pueden retener la Presidencia. La demografía les favorece, aunque las reglas electorales ayuden a los republicanos. Tal vez el problema sea que Biden siente que por fin empieza a conseguir algunos de sus objetivos. Ha conseguido que se apruebe una versión descafeinada de su ley sobre infraestructuras, convertida en ley contra la inflación, así como una ley sobre microchips muy bien recibida. Mantiene el liderazgo internacional en la guerra de Ucrania, unos datos de desempleo muy bajos y ha eliminado al líder de AlQaida. El debate sobre el aborto desatado por la restrictiva sentencia del Tribunal Supremo moviliza a miles de activistas demócratas.
Todos estos datos a favor, sin embargo, le darían más reconocimiento si anuncia que no se presenta y pasa a ser lo que en Washington se llama un pato cojo. Se convertiría en realidad en un estadista que busca unir a sus conciudadanos y reducir la polarización. La paradoja es que los votantes apreciarían mucho su gesto, pero en las urnas seguirían buscando líderes llenos de energía y mensajes simplistas.