Sánchez estrena entre pitos su campaña por «la gente» y contra las «derechas»
► Se da un baño de masas en Sevilla en un acto con preguntas de simpatizantes del PSOE para su lucimiento ► El presidente del Gobierno carga contra las grandes empresas energéticas que «llevan de la mano al PP»
El secretario general del PSOE y presidente del autodenominado «Gobierno de la Gente», Pedro Sánchez, comenzó ayer en Sevilla su caravana de actos para recuperar el pulso de la calle tras el duro golpe que supuso la debacle de las elecciones andaluzas del 19 de junio. Para el estreno de esta campaña pensada para poner a funcionar a toda máquina el partido de cara a las elecciones municipales del próximo mayo, el PSOE montó un acto con preguntas nada incómodas de asistentes –en su mayoría simpatizantes, militantes y cargos del partido– que le dedicaron alabanzas y le pusieron delante el capote para que se focalizase en el objetivo de su campaña: tratar de convencer a los ciudadanos de los «logros» que ha cosechado con la gestión de la pandemia y de los efectos de la subida de los precios provocada por la invasión rusa de Ucrania. Tras erigirse en el faro de la «mayoría social» de españoles, se dedicó a atacar a la «derecha» en todas sus variantes –política, económica y mediática–, que funcionó como catalizador de todas las críticas.
En su empeño por remontar las encuestas cuando falta año y medio para las elecciones generales, el jefe de Ejecutivo dejó colgado el traje institucional para ponerse el mono de trabajo del candidato que clama contra los poderes económicos, «las grandes empresas energéticas» que «llevan de la mano al PP y a la derecha mediática». Juntos, dijo, conspiran para «derribar al Gobierno de España», oponiéndose a las medidas económicas y sociales impulsadas por el Ejecutivo, como la excepción ibérica. «Nunca me olvidaré de quién medraba junto a las grandes empresas energéticas en Bruselas para que nos dijeran que no a la excepción ibérica; la derecha política y la mediática», proclamó.
Sánchez garantizó que va a permitir «pasar el invierno blindados», pero dejó en el aire lo que pueda suceder después con el mecanismo ideado por España y Portugal para contener de forma temporal el coste disparado de la factura de la luz y que «muchos países miran ahora con envidia». «A partir de la primavera, veremos»,aratar la luz que garantizó hasta el invierno. «A partir de la primavera, veremos», señaló enigmático. Reclamó a la Comisión Europea que «de una vez por todas» aborde las reformas en materia energética que su gobierno «lleva pidiendo desde hace más de doce meses para defender a la clase media trabajadora y a la industria, que emplea a mucha gente».
Fuera del encorsetado formato del acto que se nutría de preguntas de esas que se contestan del tirón con un ‘me alegro de que me haga usted esa pregunta’, el presidente del «Gobierno de la gente» se topó con el enfado de una parte de la gente, de esa «mayoría social» con la que quiere mantener un contacto directo fuera de las paredes de La Moncloa. Ocurrió durante su paseo previo por el mercado de Pino Montano, una barriada de trabajadores escogida cuidadosamente por su partido para darse el primero de sus baños de multitudes por el país. Poco antes de tomar la palabra en una especie de asamblea ciudadana organizada en los jardines de la sede de la Comunidad de Propietarios de Pino Montano, el jefe del Ejecutivo fue recibido entre saludos, felicitaciones y ‘selfies’, pero también tuvo que vérselas con los pitos y los abucheos de algunos vecinos que le afeaban el acercamiento de los presos etarras y le gritaron «fuera ya» exhibiendo carteles con mensajes como «Que te vote Txapote».
El ambiente de hostilidad de un grupo de vecinos –cuyas imágenes difundió en redes sociales el sindicato Solidaridad, vinculado a Vox– obligó a la comitiva presidencial a apretar el paso al entrar en un recinto lleno de simpatizantes y curiosos, que pronto se quedó pequeño. Le acompañaban el secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas; el alcalde de Sevilla, el socialista Antonio Muñoz, y la ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE, la sevillana María Jesús Montero, que no se libró de los reproches.
El propio Sánchez no pudo omitir el haberse convertido en objeto de vituperios. Se acordó de los vecinos crispados cuando tuvo delante el micrófono. «Gracias a todos por el recibimiento, incluso también a aquellos que muestran tener muchos pulmones. Pero no nos van a esconder, no nos van a callar, vamos a explicar todas las cosas», les desafió. Fuera, seguían sonando los pitidos de esa parte de la población que no se siente representado por su «Gobierno de la gente». Dentro del recinto, el ambiente era más relajado y el público más indulgente. Antonio
El secretario general del PSOE garantiza la vía ibérica para abaratar la luz en invierno, pero avisa: «En primavera, veremos»
León, uno de los vecinos escogidos para interrogar al presidente, no disimuló sus simpatías y le agradeció la gestión que está haciendo al frente del gobierno y «con un partido como el nuestro». «Somos la envidia de Europa», dijo, antes de preguntarle cuánto iba a durar la excepción ibérica. Otro ciudadano, Antonio Muñoz, presentado como un dirigente vecinal «histórico», preguntó por la revalorización de las pensiones para que se enteren «esos tertulianos» que no le bailan el agua.