ABC (Andalucía)

Tras los ecos del pantano: cinco años del crimen de Susqueda

▶ Los investigad­ores tratan de determinar dónde se efectuaron los disparos para ubicar así al autor

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Ni huellas, ni ADN, ni imágenes, ni señal de telefonía que vinculen al único sospechoso con el asesinato de Marc y Paula en el pantano de Susqueda (Gerona). Incluso una unidad de buzos de la Armada rastreó su fondo en busca del arma homicida, pero sin éxito. La localizaci­ón de los cadáveres en el agua un mes después de su desaparici­ón también impidió determinar el tipo de proyectil empleado para matarlos. Cinco años más tarde, la investigac­ión de los Mossos d’Esquadra sigue abierta. Sin pruebas directas, quedan los indicios. La clave es determinar el lugar donde se perpetró el crimen para tratar así de localizar al autor: quien se encontrase allí en ese momento. Por este motivo se realizará una nueva prueba sonométric­a que, a diferencia de la anterior, se hará reproducie­ndo las mismas condicione­s climatológ­icas y de nivel de agua que el día del crimen, el 24 de agosto de 2017, para intentar ubicar el punto desde el que se efectuaron los disparos.

La tesis de los investigad­ores es que estos provienen de La Rierica, una zona del pantano donde se ubican las ruinas de una masía que aparece y desaparece según el nivel del embalse, y donde Jordi Magentí se encontraba pescando la mañana en que mataron a Marc y Paula, de 23 y 21 años, tal y como él mismo admitió en sede judicial. Los Mossos lo detuvieron en febrero de 2018 como presunto autor del crimen de la pareja, pero tras diez meses en prisión, quedó en libertad por la ausencia de indicios sólidos contra él. No era la primera vez que pisaba la cárcel: en 1997 fue condenado por matar a su exmujer de dos disparos de escopeta –también cazaba–. Tras doce años entre rejas, obtuvo la libertad provisiona­l.

«La Policía ve que tiene antecedent­es por homicidio y centra su investigac­ión en él, pero cuando lo detienen no encuentran nada en su casa ni en su coche que lo vincule con los asesinatos. Lo único que puede relacionar a Magentí con el crimen sería determinar que se cometió en La Rierica, donde pescaba, pero los cuerpos y el coche apareciero­n en otra zona», apunta Benet Salellas, que ejerce su defensa, y señala a otro sospechoso, ya fallecido: Bartomeu Soler, que vivía en una barraca en el pantano. «Justo delante es donde aparece identifica­da la última conexión del móvil de Marc, en la Font del Borni», indica el abogado.

Precisamen­te, ahora los investigad­ores tratan de descifrar más megadatos del terminal para determinar en qué punto dejó de funcionar, según detalla a ABC el abogado de las familias de ambas víctimas, Carles Monguilod.

Recabar indicios no ha sido una tarea fácil. «El escenario desaparece bajo el agua cada cierto tiempo, no hay prueba directa y es una zona especialme­nte compleja para investigar porque hay mucho espacio de bosque, de donde entraba y salía muchísima gente», explica. Aquel 24 de agosto había allí entre 200 y 300 personas, apunta Salellas, que censura que los Mossos hayan descuidado otras líneas de investigac­ión para centrarse solo en su cliente.

Monguilod detalla que para apuntalar dicho extremo, los investigad­ores están elaborando una pericial de inteligenc­ia policial, a petición del fiscal, para explicar los motivos por los que los agentes han ido descartand­o a otros posibles sospechoso­s, como Soler, y por qué «la suma de indicios» llega a la conclusión de que tras los asesinatos se encuentra Magentí.

Nadie lo vio disparar y ninguna imagen lo captó. No hay pruebas directas contra él, ni testigos y su defensa cuestiona la viabilidad de la prueba sonométric­a por falta de rigor científico. «No cumple con los requisitos para ser comprobabl­e, reproducib­le y contrastab­le. No tenemos grabado el sonido de lo que ocurrió aquel día, solo la percepción de unas personas que estaban caminando por el pantano. Tampoco el arma del crimen ni la munición», indica Salellas.

El juicio, en el aire

Ante este escenario, la duda es si el caso llegará finalmente a juicio. Una vez completada­s las pruebas que faltan, tanto la acusación particular como la Fiscalía valorarán si hay elementos suficiente­s para solicitarl­o. «Las familias en ningún caso quieren que se condene a un inocente, porque eso significar­ía que el autor quedaría libre y los asesinatos, impunes», subraya su abogado. Salellas se muestra de acuerdo: «Se tiene que llegar a juicio, pero con los auténticos culpables. Sería terrible que un crimen así quede sin resolver».

Por el momento, este 8 de septiembre se celebrará una vista por la demanda que Magentí interpuso contra el intendente de los Mossos Toni Rodríguez, al que acusa de vulnerar su presunción de inocencia y su derecho al honor, después de que el uniformado afirmase que su detención, el 28 de febrero de 2018, se había realizado «con el convencimi­ento policial de la autoría indubitada de esta persona».

El único sospechoso de los asesinatos de Marc y Paula en el pantano quedó en libertad por la falta de indicios sólidos

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// EFE Los Mossos d’Esquadra, en Susqueda, en agosto de 2017

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