Y la gasolina para cuándo
La semana pasada el precio del petróleo volvía a amagar con irse por debajo de los niveles de precios al arranque de la guerra en Ucrania. No lo consiguió pero tiene pinta de que no tardará en hacerlo una vez que el mercado ha cumplido con su función y el petróleo ruso ha econtrado la forma de llegar al mercado. De hecho, la fórmula ha sido relativamente sencilla. Árabes e indios compran con descuento a los rusos para luego revenderlo. Directamente en el caso de los árabes que ahora paradójicamente siendo el mayor productor del mundo queman en casa el que le compran a Putin y así poder vender más del suyo a mejor precio; o refinado como hacen los indios que ven como el margen con el que compran compensa con creces el coste de llevarlo a Europa desde sus refinerías.
En las próximas semanas, además, el petróleo que Irán no ha podido sacar estos años por las sanciones occidentales, es bastante probable que vuelva al mercado en un momento en el que la demanda de los países desarrollados se está reduciendo por una mezcla de medidas para restringir el consumo y la concienciación más o menos general.
También en una medida muy ambiciosa las potencias del G-7 han anunciado un tope al precio del petróleo ruso que, si termina siendo efectivo, lógicamente repercutirá positivamente en el resto.
Y sin embargo el precio de la gasolina solo ha recogido en parte las caídas que ya se han producido. De hecho estas semanas de verano han sido un muy buen ejemplo de cómo funciona lo que se ha venido a llamar el efecto cohete de las subidas y pluma en las bajadas. Las alzas se trasladan inmediatamente al consumidor por no sé bien que lógicas que, sorprendentemente, no funcionan en sentido contrario.
No es desde luego un tema menor. Y no se trata tanto de un problema de que la gasolina se tenga que subvencionar de forma generalizada sino de que la formación de precios funcione de forma correcta. Más cuando el petróleo lleva ya un tiempo a los niveles de antes de la invasión de Ucrania y sus derivados con subvención incluida les cuesta muchísimo bajar para mayor gloria de la rentabilidad de unos pocos –demasiado pocos de hecho–. Por eso no creo que esté de más preguntarnos parafraseando la pegadiza canción, y la gasolina ¿pa cuándo?