Bélgica descubre las grietas de la selección
▶ Mal partido de España, que sufre su primera derrota en el torneo y se complica el pase a los octavos de final ▶ Un apagón en los últimos cuatro minutos condenó al equipo nacional, al que le faltó consistencia y un líder
La media sonrisa que se le había dibujado a España en el inicio del Eurobasket se le borró ayer de golpe. Bélgica, que no aparecía como uno de los ogros del grupo, descubrió las grietas de una selección aún en obras y le infligió su primera derrota en el torneo. Tropiezo inesperado que aplaza la clasificación para octavos y que obliga a evitar más despistes en la primera fase. Un toque de atención antes de medirse a Montenegro y Turquía, los dos últimos escollos antes de los cruces.
En plena euforia por las victorias abultadas ante Bulgaria y Georgia, anticipaba Scariolo que era pronto para medir a este equipo. Lo sabía de sobra el italiano, consciente más que nadie de la fragilidad del conjunto. Un equipo con talento, pero aún en construcción, al que le falta consistencia. «Lo importante no es hacer bien las cosas una vez, sino mantener esa excelencia durante todo el partido o durante todo el campeonato», decía tras ganar a los búlgaros. Palabras que resonaban ayer en el ambiente hueco del Tbilisi Arena a medida que pasaban los minutos. Esas grietas, que ya conocía el técnico, las sacó a la luz Bélgica con una actuación sólida que tumbó a su rival. «Igual hace falta un bofetón para aprender», reflexionaba ayer Scariolo, consciente de los límites del equipo.
A España se le atragantó el encuentro desde el principio, espesa la selección como nunca antes en el campeonato. Después de dos exhibiciones corales, plenas de energía, el equipo se mostró plomizo ante Bélgica, un duelo asequible a priori que se convirtió en una pesadilla. El derroche ante Georgia pasó factura. En menos de 24 horas, España pasó de lucirse ante el anfitrión a vagar por la pista, con ataques interminables que acababan casi siempre con un lanzamiento forzado. Bastaron apenas unos minutos para que Scariolo se diera cuenta de que la tarde iba a ser complicada.
Movió el banquillo el italiano, que no encontró el impulso defensivo de la segunda unidad. Esa que tan buen resultado le había dado en los dos primeros partidos y que esta vez tampoco mostró su mejor versión. Campaba a sus anchas Bélgica hasta que el genio de Brescia puso en liza un experimento inesperado. Con Brown y Díaz muy erráticos, fue Jaime Fernández el que tomó la manija del equipo y ese movimiento le cambió la cara al partido. Rejuveneció España de su mano y de la de Brizuela, autor de seis puntos en el parcial de 15-0 que le dio la vuelta al marcador (26-17, min. 16).
Cansancio acumulado
La mejoría de España fue un espejismo, pues no tardó en volver la pesadez de brazos y el batiburrillo de ideas. No terminaba de encontrar su sitio la selección y eso lo aprovechó su rival para llevar el duelo equilibrado al descanso (33-32).
Sergio Scariolo
Seleccionador nacional «Igual hace falta un bofetón así para aprender. Jugaremos mejor el siguiente partido, seguro»
Las caras largas de los españoles camino de los vestuarios no cambiaron en el regreso a la pista. El panorama, similar, anticipaba nubarrones. Y los hubo. Porque a pesar de que España mostró chispazos, nunca encontró la consistencia necesaria para resolver el partido. Una antideportiva de Willy Hernangómez, por un codazo involuntario a Bako, puso cuatro arriba a Bélgica. Ventaja que enjugó Juancho con siete puntos consecutivos en un parcial exprés al que se sumó Rudy. El arreón parecía romper definitivamente la resistencia belga (48-43, min. 27), pero la respuesta de Vanwijn, autor de dos triples seguidos, volvió a enredar el encuentro.
España empezó contra las cuerdas el último parcial y, a falta de fluidez, tiró de orgullo para sacar adelante el partido (54-59, min. 31). Tres triples consecutivos de Pradilla y Aróstegui (2) servían para mantener a flote al equipo, aunque nada más que eso. Sacaba un poco la cabeza, pero se la volvía a hundir una Bélgica, que ya por entonces vivía mecida por la mano de Lecomte.
Hacía tiempo que el base belga se había adueñado del encuentro y que manejaba el ritmo a su antojo. De hecho, en sus brazos nació el último parcial de 15-2 que cerró el choque y que condenó a España. Cuatro minutos de sequía en los que la selección solo anotó una canasta. Apagón que condenó al equipo y que confirma la fragilidad de la nueva construcción de Scariolo.
«Lo nuestro es fácil de explicar, vamos más allá de nuestros límites, en energía, esfuerzo. Nuestra gasolina es la defensa, la intensidad. En dos días empieza otra doble sesión –Montenegro el martes y Turquía el miércoles–, a ver si hemos aprendido la lección. Podemos volver a ser la buena versión, porque no somos tan malos. Probablemente este pueda ser un test de realidad, pero esta no es la versión real de mi equipo. Jugaremos mejor el próximo partido sin duda», señalaba el técnico italiano, convencido de poder enmendar la situación antes de los dos encuentros decisivos de esta semana.