ABC (Andalucía)

Evenepoel sigue con mal de altura

▶ Enric Mas y Roglic recortan más tiempo al líder a 2.500 metros en Sierra Nevada. Ha perdido un minuto en dos días. Victoria de Arensman

- JOSÉ CARLOS CARABIAS HOYA DE LA MORA (GRANADA)

La altitud altera el cuerpo a 2.512 metros. La falta de oxígeno se traduce en cansancio, dolor de cabeza, taquicardi­a o digestión lenta. Y a Remco Evenepoel le comienza a perseguir el mal de altura, dos etapas de montaña por Andalucía le han arañado las piernas y sembrado las dudas sobre su rendimient­o en la tercera semana. En el Alto de Hoya de la Mora, una calzada en formato serpiente en los aledaños de Sierra Nevada, el líder tiene que defenderse otra vez de los ataques que no puede seguir y administra­r la extensa ventaja que consiguió en el primer tercio de la Vuelta. Roglic le quitó 15 segundos y Enric Mas 26. La renta que tenía se reduce ahora a 1:24 con el esloveno y 2:01 con el mallorquín. Ha entregado un minuto a cada uno en dos días. En la montaña de Granada vence Thymen Arensman, el holandés de perfil alto que fue segundo detrás de Pogacar en el Tour del Porvenir.

El Jumbo de la Vuelta quiere parecerse al Jumbo del Tour en el acceso al Alto Hoya de la Mora. Como si se hubiera reencarnad­o en Wout van Aert, Sam Oomen irrumpe como un búfalo en las primeras estribacio­nes, zona roja del puerto que sobrepasa el 15 por ciento de desnivel (quince metros de altura por cada cien llanos).

El holandés estira el cuello y siente la llamada de la manada, todos a una, ciclismo coral que enfatiza el conjunto holandés como seña de identidad. Oomen deja colgado a Roglic, a Evenopel y todos los artistas que calculan el paso de crucero en los 22 kilómetros y 300 metros de subida. Una hora de escalada como para andar con esas prisas.

Oomen vuelve sobre sus pasos y se agrupa a Harper, Gesink y demás integrante­s del portaavion­es amarillo que arropa a Roglic en una demostraci­ón de fortaleza y espíritu colectivo. Durante unos minutos, el Jumbo amenaza con propagar una onda destructiv­a como la encerrona a Pogacar en el Galibier. Evenepoel queda en evidencia, solo con Van Wilder, a merced de los holandeses.

Pero ni Oomen es Van Aert ni la Vuelta es el Tour. Las camisetas amarillas desaparece­n a medida que el puerto se estira y que la fuga con pegadores de nivel (Carapaz, Marc Soler, Hindley, Nibali y el ganador Arensman) empieza a vislumbrar la opción de victoria.

Tres kilómetros después de esa bengala amarilla, Roglic también está solo. La Vuelta se decide en otros detalles, en la distancia corta, en la importanci­a de las bonificaci­ones, en las rampas imposibles. No hay muchas etapas como la de este domingo, con dos cotas de largo aliento encadenada­s, el Purche y la Hoya de la Mora, en Monachil.

La subida de una hora es deliciosa porque ‘Supermán’ López ha entrado en calor y es un tipo que no se aguanta. No entiende de pactos, el ciclismo es una pelea continua para él. Suben acompasado­s Evenepoel, Roglic, Mas, O’Connor y el impetuoso colombiano hasta que este se cansa de compañía y sacude a los favoritos.

Nadie altera el pulso porque, a seis minutos, el suramerica­no no compromete las jerarquías. Sale Enric Mas y tampoco hace caso la pareja estelar de la Vuelta: Roglic y Evenepoel no lo persiguen. El mallorquín atrapa a su antiguo compañero del Movistar y la fusión recuerda, inevitable, a la etapa de Mos que provocó el año pasado el argumento de la tercera entrega de ‘El día menos pensado’. ‘Supermán’ diciendo que no corría más porque el equipo favorecía al español.

No hay sorpresa. Enric Mas no releva a López a pesar del indudable interés que le hubiese procurado recortar más segundos a Roglic y Evenepoel. Hay tensión entre Enric y ‘Supermán’. Este pide relevos y el otro se hace el sueco hasta que empieza a tirar sin evitar esa sensación de desgana.

Ya ha cazado Arensman a Marc Soler, otro que brilla más fuera del Movistar y sus habituales tácticas conservado­ras. Soler busca otra etapa, pero se desfonda cuando lo atrapa el holandés.

Más atrás se quedan las promesas españolas, Juan Ayuso desde el principio, sube a su ritmo y remonta. Carlos Rodríguez sufre en el tramo final.

A un kilómetro de la meta acelera Roglic y no puede seguirlo Evenepoel. El joven belga, temperamen­tal y ambicioso, se refugia con inteligenc­ia en la calculador­a. No hay nervios, pero sí pérdida. Roglic avanza y en su empeño por ser el titán de la Vuelta, le muerde quince segundos. Nada definitivo, pero suficiente para decretar que la ronda no está sentenciad­a porque el líder ha entregado un minuto con sus perseguido­res en dos días. «No olvides que en la primera semana adquirí una buena ventaja. No estoy preocupado por nada», dice orgulloso el maillot rojo cuando se le recuerda el recorte. «El objetivo es mantener este jersey, vienen etapas más suaves y me vendrán bien».

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// EFE Evenepoel, a la llegada a la meta en Sierra Nevada

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