El reclamo del corzo: otra forma de caza
▶ Esta modalidad es relativamente nueva en España
Escribir sobre el celo del corzo y su caza en un medio generalista da cierto rubor por el tema en cuestión, y porque no me considero un experto sino un simple aficionado y aprendiz a la modalidad.
Empezaré con la parte mala, y es que existen muchas razones para no engancharse a esta forma de caza. En primer lugar, que los períodos aprobados por las diferentes comunidades autónomas suelen cortar en el momento álgido del celo, que va de mediados de julio a mediados de agosto. Otra cuestión a tener en cuenta es que nos quedasen precintos a estas alturas de la temporada, y luego, la más importante, son las ganas. La caza del corzo se asocia a verdor y a campo mollar, a madrugones con olor a primavera y a tardes frescas en las que el jersey y el polar se agradecen. La caza en celo del corzo representaría la antítesis de todo eso. Calor y moscas serían nuestros aliados, con lo que el tesón y la paciencia de aguantar medio día o día entero en el monte, con un calor infernal, no serían del agrado de muchos.
Pero además nadie nos va a enseñar a hacerlo, uno tiene que ser autodidacta en la materia. Con lo que de un plumazo un porcentaje importante de aficionados se caerá de la ecuación. Para los valientes que queden y que no hayan probado, me resta animarles a que vean y lean todos los tutoriales de internet, manuales y libros sobre el tema para que se les vaya despertando la curiosidad y se formen. La ACE (Asociación del Corzo Español) acaba de reeditar el mejor libro al respecto, ‘Los secretos del arte del reclamo del Conde Munster’, que regala a sus socios.
La caza del corzo es relativamente nueva en España. Me atrevería a decir que los primeros que la disfrutaron fueron los de finales de los años setenta, cazadores españoles que viajaron a Inglaterra, Francia y Alemania en verano, donde atónitos vieron a los guardas coger una hoja de haya que hacían sonar con destreza y meter un corzo a los pies atraídos por el sonido de la hembra en celo. Algunas temporadas después, se trajeron a esos afamados guardas a España, y disfrutaron de esta bonita caza.
La filosofía de la caza del reclamo del corzo es la opuesta a la de la berrea del venado, la ronca del gamo o la caza con el perdigón. En éstas, el sonido que se imita para atraer a otros congéneres de la especie que se cazan es el del macho, mientras que en el corzo es el de la hembra y en algunos casos el del corcino. Por tanto, es la hembra la que lleva la voz cantante y se desplaza y entra en el territorio del macho llamándole para decirle que está receptiva. Los corzos cubren a varias hembras durante el periodo de celo.
La época de caza en la meseta va del 20 de julio al 15 de agosto. Ver carreras a principios de julio no es sinónimo de celo. No hay que tocar antes porque los corzos aprenderán. Aún así, habrá días buenos y otros en los que no hagan ni caso. La densidad de animales no es relevante para esta caza ni el ‘sex ratio’ tampoco.