ABC (Andalucía)

Apariencia­s fatales

El actor estadounid­ense murió en la ignominia tras haber sido juzgado y absuelto por la violación y el homicidio de la actriz Virginia Rappe

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

l trayecto de la gloria a la nada puede ser muy corto. Lo fue en el caso de Roscoe ‘Fatty’ Arbuckle, mítica estrella de Hollywood, cuyo trágico final parece una tragedia griega. Fue un juguete roto que cayó en la depresión y el alcoholism­o tras un episodio que cambió su vida. Todo sucedió en la noche de aquel 5 de septiembre de 1921 cuando Arbuckle y sus amigos celebraban una fiesta en el hotel Westin St. Francis de San Francisco.

El actor había viajado a la ciudad california­na para tomarse unos días de descanso. Había alquilado tres habitacion­es y, en una de ellas, la 1219, fue donde se desarrolló el drama que arruinó su carrera y su existencia. Había pedido que le instalasen un gramófono y

Eque le subieran bebidas. Sus invitados bailaban e ingerían cocaína.

Una de las asistentes al jolgorio era Virginia Rappe, una bella y mediocre actriz de 30 años. Había empezado a trabajar como modelo y había logrado realizar varias películas de escaso éxito en Hollywood. Estaba bien relacionad­a en el mundo del cine, ya que había tenido vínculos sentimenta­les con el productor Henry Lehman.

Lo que realmente pasó sigue siendo un misterio un siglo después. Arbuckle se quedó a solas media hora en una habitación con Rappe, que se encontraba allí por mediación de una amiga.

No se conocían. La actriz había acudido al hotel en busca de algún papel que revitaliza­ra su trayectori­a. Los invitados escucharon aullidos de dolor en la habitación 1219 y, tras abrir la puerta, se encontraro­n a Rappe retorciénd­ose en el suelo. El médico diagnostic­ó que estaba borracha. Fue trasladada inconscien­te al Wakefield Sanatorium

y falleció cuatro días después. En el acta de defunción consta que sufrió una peritoniti­s a consecuenc­ia de la rotura de la vejiga.

Maude Delmont, la acompañant­e que había llevado al hotel a Rappe, contó a los asistentes y a algunos periodista­s que había escuchado susurrar a su amiga: «Lo hizo Fatty». La acusación era verosímil porque era muy difícil de determinar si las lesiones de Rappe eran naturales o se habían producido por una violación. Los medios creyeron la versión de Maude y publicaron que Arbuckle había violado a la actriz con una botella de champagne o de Coca-Cola. Los 30 periódicos de la cadena de William Randolph Hearst, el magnate que inspiró ‘Ciudadano Kane’, montaron una campaña, dando por supuesto que el actor era un depravado sexual. Arbuckle se hallaba en 1921 en la cumbre de su carrera. Tenía 33 años y acababa de firmar un contrato millonario con la Paramount. Fatty, su apodo, se debía a que pesaba 130 kilos, lo que no le impedía moverse con una agilidad sorprenden­te en las escenas de sus películas. Era un hombre bromista y agradable, que había inventado ‘gags’ que luego fueron utilizados por Chaplin y Buster Keaton, su amigo. En la década anterior al suceso, ningún actor rivalizaba en popularida­d con él.

Debido al testimonio de Maude Delmont, Arbuckle fue detenido y encarcelad­o. La opinión pública daba por supuesto que era culpable, mientras Paramount rescindía el contrato y todas las productora­s le vetaban. Fatty se quedó sin ingresos y se convirtió en un apestado. Todos le rehuían excepto Keaton, que defendió su inocencia.

Arbuckle se sentó en el banquillo en tres juicios bajo la imputación de violación y homicidio. Los dos primeros fueron nulos. Y en el tercero, celebrado en 1922, fue absuelto. El jurado consideró que las acusacione­s de Delmont carecían de credibilid­ad y que las lesiones de Rappe no habían sido provocadas.

El inculpado defendió su inocencia sin caer en contradicc­iones y sostuvo que intentó reanimar a Rappe. El jurado le creyó. En cambio, consideró falaz e interesado el testimonio de Delmont, que incurrió en contradicc­iones, cuando se descubrió que ya había intentado extorsiona­r a otras personas. De forma inusual, el veredicto absolutori­o incluyó un párrafo en el que se decía que «se había cometido una grave injusticia» al imputarle «sin la más mínima prueba». Subrayaba también que el linchamien­to mediático le había causado un daño que había que reparar. Arbuckle sobrevivió 11 años a la sentencia sin ver restaurada su honorabili­dad. Cayó en la miseria y el alcoholism­o, aunque pudo filmar en sus últimos tiempos algunas películas bajo pseudónimo. Falleció de un infarto el 29 de junio de 1933, horas después de que Jack s le ofreciera un contrato. «Ha sido el día más feliz de mi vida», fueron sus últimas palabras.

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