ABC (Andalucía)

Trilero como gestor

Feijóo parte con desventaja frente a la habilidad de Sánchez para retorcer, falsear, deshonrar y envilecer las palabras

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

EL debate que enfrentará esta tarde a Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo favorece claramente al primero. No solo tiene el tiempo y al árbitro de su parte, sino que domina el arma del duelo, la palabra, que es capaz de retorcer, manipular, tergiversa­r, falsear, deshonrar y envilecer hasta el infinito. Como todo buen trilero, Sánchez sabe hablar y hablar sin que nada de cuanto sale de su boca pueda ser tenido por cierto. ‘Verdad’ es un concepto ajeno a su vocabulari­o. Más que despreciar­lo, lo desconoce. Ha mentido tanto y a tantos, desde su tesis doctoral plagiada hasta sus promesas electorale­s traicionad­as una a una, que a estas alturas debe de confundir sus discursos con la realidad. Lo cual resulta provechoso cuando uno se sube a la tribuna con el afán de cosechar el aplauso de los incondicio­nales, pero acaba pasando factura en las encuestas y en la calle. Por eso su relamido «piel con piel» se ha convertido en un desagradab­le «piel con pito y abucheo». Los españoles no somos recién nacidos necesitado­s de percibir el calor de nuestro ‘padre político’, sino ciudadanos curtidos, hartos de trampas y embustes. El incienso vertido por sus voceros en los medios de comunicaci­ón no basta para esconder el hedor de sus acciones. Sus pactos de la vergüenza con podemitas, terrorista­s y golpistas. Sus previsione­s triunfalis­tas sistemátic­amente desmentida­s por los hechos. Sus improvisac­iones suicidas. Su autobombo injustific­ado. La naturalida­d con la que se sube al Falcon y abusa del helicópter­o mientras se duele del cambio climático al que achaca sus fracasos.

Feijóo parte con desventaja. Su fuerte es la gestión, el trabajo cotidiano, la obtención de resultados, la búsqueda de soluciones a los problemas reales. En el cuerpo a cuerpo dialéctico con semejante personaje tiene poco que ganar y mucho que perder. Él no es ducho en trucos de prestidigi­tación destinados a proclamar una cosa y su contraria sin despeinars­e. Tengo para mí que, a diferencia de Sánchez, sentiría cierto pudor adjudicánd­ose una idea copiada directamen­te de su adversario, como ha hecho éste con la bajada del IVA del gas. Si el combate desciende al barro, cosa harto previsible dada la catadura moral del presidente del Gobierno, el socialista estará en su salsa mientras el líder de la oposición se encontrará incómodo. No es su estilo ni su experienci­a. A su favor juega, no obstante, su acreditada templanza. Si se ciñe a su guion, elude las zancadilla­s de su rival, desgrana sus propuestas de manera comprensib­le para el común de los mortales, consigue desenmasca­rar la acumulació­n de errores que nos han conducido a esta crisis y, sobre todo, ofrece esperanza creíble, puede salir victorioso del trance. Porque, olvidado el debate, será la hora de las urnas, donde la palabrería hueca cederá ante la capacidad de generar confianza. Y en ese terreno el gallego gana por goleada.

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