Una granada de la Guerra Civil lleva a la detención de un yihadista en Cataluña
► Planeaba atentar tras completar su radicalización y será expulsado del país
Fue a finales de mayo cuando los Mossos d’Esquadra localizaron una granada de la Guerra Civil en un domicilio de Ampuriabrava (Gerona). El hallazgo supuso la movilización de los artificieros, que retiraron el artefacto para su posterior análisis. Hasta ahí todo normal, pero la investigación de la Comisaría General de Información (CGI) ha permitido detener a uno de los residentes en la casa ocupada, quien, según los agentes, tenía la intención de perpetrar un ataque en Cataluña.
Lo más habitual es detectar estos perfiles a través de su actividad en redes sociales, aunque no es la primera vez que la alerta por la presencia de un artefacto explosivo lleva hasta un posible yihadista, explica a este diario un inspector de la CGI.
El arrestado es un hombre de unos treinta años y origen marroquí, que no solo había adquirido la granada, sino que contaba con un arma simulada y varias armas blancas. Hasta su detención, los uniformados lo han sometido a vigilancia permanente tras determinar su «convicción y propósito de atentar», antes de desplazarse como combatiente a Siria.
El individuo se encontraba en un avanzado proceso de radicalización, que se completa no solo cuando se «legitima la violencia», sino cuando el sujeto se muestra dispuesto a ejercerla, detalla el mando. La Policía catalana apunta que el hombre había modificado su actitud, volviéndose más agresivo. También su aspecto físico, mientras que, a través de internet, consumía y compartía material de contenido yihadista, en su mayoría, relacionado con el martirio. Tras adherirse a los postulados del Daesh, había interiorizado sus mensajes y realizaba difusión masiva de contenidos a terceros, a quienes animaba a perpetrar acciones violentas. Una vez recabadas todas las pesquisas en una investigación coordinada por la Fiscalía de la Audiencia Nacional y tutelada por el Juzgado Central de Instrucción 1 de Madrid, los agentes lo detuvieron el pasado viernes, 2 de septiembre.
El arrestado se encuentra ahora ingresado en un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), pendiente del procedimiento de expulsión por motivos de seguridad nacional.
Desde hace años, los Mossos centran sus esfuerzos en la prevención. Primero, en el entorno penitenciario, y más adelante lo extendieron a otros ámbitos, como el de la enseñanza. Durante el pasado año, se generaron 191 alertas por posible radicalización violenta en Cataluña, de las cuales solo tres se trasladaron a la Fiscalía, explica el inspector de Información. En muchos casos, al tratarse de detecciones tempranas, se atajan con una intervención educativa.
El uniformado señala que el proceso pasa primero por la fase cognitiva –la asunción de la ideología– y luego por la conductual –legitimación de la violencia–. En éste puede intervenir algún familiar, algún combatiente retornado o simplemente el contenido que circula por internet. Los cambios de comportamiento y la identificación de un enemigo son una de las señales de la deriva hacia el extremismo radical. «Estamos ante una amenaza que ha evolucionado. Ya no hablamos solo de células o integrantes de una organización terrorista, sino de una persona que puede acabar actuando tras consumir mensajes del Daesh», constata el mando, «por eso es tan importante trabajar la prevención».
Supremacismo blanco
Junto al yihadismo, la otra amenaza contra la que advierten los Cuerpos policiales en Europa es el supremacismo blanco. Ambos se retroalimentan, ya que, mientras los últimos promueven su discurso xenófobo señalando a la comunidad islámica tras un ataque, los yihadistas se valen de dichos postulados para promover los ataques contra Occidente. «La manipulación es una característica propia de estas ideologías y por eso se valen de la polarización», apunta el mosso.
Fue hace dos años cuando la Policía catalana detuvo a dos supremacistas blancos en Lérida. Ambos, de unos 30 años, alababan a terroristas como Theodore Kaczynski, conocido como ‘Unabomber’, que envió más de una decena de paquetes bomba a universidades y aerolíneas, causando así tres muertes. Además, pretendían emular a Anders Breivik –que asesinó a 77 personas en 2011 en Noruega – y a Brenton Tarrant, que atacó dos mezquitas en Nueva Zelanda en 2019, causando 51 muertos. Los arrestados incitaban a una «guerra racial», sin salir de una masía aislada.