Eurostat retrata a España como el país de la UE más alejado de su PIB pre-Covid

► Es una de las tres economías europeas que no ha recuperado su nivel de 2019

Los datos económicos son un campo abonado para las paradojas. El Gobierno de Pedro Sánchez ha convertido en las últimas semanas en uno de sus mantras que la economía española ha crecido en el segundo trimestre del año cuatro veces más que la media de los países de la OCDE, el doble que la media de la UE y también de forma más vigorosa que las principales economías de la zona euro, una afirmación irrebatible a la luz de los datos oficiales de crecimiento de las economías europeas actualizados ayer por la agencia estadística europea Eurostat.

En el relato gubernamental esto constituye una evidencia de la fortaleza de la economía española y del vigor de su recuperación. Lo que ocurre es que esas mismas estadísticas señalan también a España como uno de los tres países de los 27 que conforman la Unión Europea que aún no ha recuperado su nivel de PIB anterior a la pandemia y también como el que está más lejos de conseguirlo, un hito que después de varios retrasos se espera ahora para el tercer trimestre de 2023.

Según la última actualización de datos difundida por Eurostat, la economía española se habría situado al cierre del segundo trimestre del año aún por debajo del 98% del PIB que acreditaba en 2019, el último año normal antes de la pandemia.

La situación de España es excepcional, porque la inmensa mayoría de los 27 ya han recuperado el nivel de producto anterior a la pandemia, en buena medida también porque la recesión económica que experimentaron durante lo más duro de los confinamientos resultó menos profunda que la española.

Recuperación incompleta

Los datos difundidos ayer por Eurostat acreditan que la economía de la Unión Europea se situó al cierre del segundo trimestre de 2022 un 1,8% por encima del nivel anterior a la pandemia, mientras que las economías del euro –principales competidoras de la economía española– se sitúan ya un 2,3% por encima de ese nivel.

A la espera de la eventual revisión que pueda realizar el Instituto Nacional de Estadística de las cifras de crecimiento de la primera parte del año, la economía española creció un 0,2% en el primer trimestre y un 1,1% en el segundo trimestre a un ritmo interanual de crecimiento del 6,3%. En el mismo periodo el ritmo de crecimiento de la economía de la UE fue del 4,2% y el del área euro del 4,1%, claro que en ambos casos ese crecimiento sirvió para avanzar respecto al nivel de PIB previo a la pandemia mientras que en el caso de España ni siquiera ha servido para recuperar el nivel anterior a la Covid.

Deterioro de expectativas

Las expectativas para los próximos meses, además, no resultan particularmente halagüeñas. Los indicadores de confianza en la economía de empresas y consumidores se están deteriorando antes de lo esperado y a mayor velocidad de lo previsto, e incluso hay referencias, como el indicador avanzado de actividad de la Airef, que ya sugieren una caída de la actividad en el tercer trimestre.

Frente a este deterioro de expectativas, Nadia Calviño se reafirmó ayer en el Congreso en que la recuperación de la economía española continuará tanto este año como el próximo «con ritmos de crecimiento en el entorno del 4% este año y del 2% en 2023», lo que, subrayó, continuarán situando a España al frente del crecimiento de las economías desarrolladas.

La vicepresidenta no negó la existencia de incertidumbres en el horizonte por factores que, dijo, son ajenos a la acción gubernamental, pero confió en el impacto de las reformas aprobadas por el Gobierno –entre las que destacó la reforma laboral, a la que atribuyó el buen comportamiento del empleo en la primera mitad del año– y en el de los fondos europeos.

Calviño aseguró ayer, en su comparecencia ante la Comisión de Asuntos Económicos del Congreso de los Diputados, que el Gobierno ha autorizado ya el 66% de los fondos previstos para este año y ha comprometido ya el uso del 53%. Ni la autorización del gasto ni el compromiso del crédito aseguran la ejecución efectiva de las cantidades, que no se produce hasta que el ministerio implicado reconoce la obligación, un dato que la vicepresidenta no proporcionó a los diputados.