El mujeronío
La derecha hoy parece tener más mujeres potentes que la izquierda, quizá porque les ha tocado oponerse al feminismo colectivista de Montero
ME comentaba un amigo diplomático, Jaime López-Dóriga, que en la sucesión al Trono británico el éxito desmedido de Isabel II hace que se ensombrezca ligeramente a sus sucesores varones. A menudo se pasa por alto que la institución también adquiere la talla de la persona, y que es difícil para un heredero haber tenido un gran antecesor. Viendo las fotos que circulan de Isabel II una piensa en aquellas mujeres de rompe y rasga, de bandera y tronío.
En España tenemos otros modelos más a mano. Ramón Gómez de la Serna destacó en ‘La Nardo’ el prototipo de mujeronío a la madrileña. La Nardo no se puede comparar con la ‘cocotte parisiene’, ni con las damas británicas del sombrerito ladeado que llevan cuatro generaciones beneficiándose de plebeyos. Pero tienen algunos rasgos comunes, son mujeres que no se someten a su destino sino que lo crean. Sobre Francia (y España), considero que el único periodo de libertad femenina anterior al actual se dio en las clases altas de la Ilustración. Ahí están los salones franceses (que pusieron las bases, sin saberlo, de la Revolución Francesa), la influencia de la Pompadour y la Du Barry en Luis XV, nuestra Alba de Goya, o la duquesa de Osuna, una de las aristócratas más importantes y discretas de España, etc. Todas estas no serán reconocidas como iconos feministas, pero sí como grandes mujeres.
Las ‘Nardo’ no desaparecen y lo interesante es ver que con el paso del tiempo los roles y los estereotipos se difuminan y no son demasiado importantes. Las mujeres que no representan al colectivo feminista de ‘hashtag’ hoy imperante representan, en mi opinión, el viejo arquetipo de libertad femenina. No hay que menospreciar ni a la marujona que se queda en casa pasándole el polvo al televisor ni a las mujeres que salen a la calle en plan agresivo y ejercen sus derechos con naturalidad. Las que conducen empresas y proyectos son tan potentes como las que conducen una familia y ponen un sello personal en todo lo que hacen. El secreto del feminismo es que no hay secreto, el nuevo paradigma es que no hay paradigma, que no hay modelo.
Paradójicamente la derecha hoy parece tener más mujeres potentes que la izquierda, quizá porque les ha tocado oponerse a este feminismo colectivista de la Montero, quizá porque todas las niñas bien de este país son descendientes de Isabel la Católica, o porque nuestra clase media después de Franco continuó siendo pequeño-burguesa y de derechas y se ha pasado media vida mimetizando a las señoras elegantes del ‘¡Hola!’. Pero también podríamos incluir a las feministas progres de la generación del 68. Mucho antes, en toda esta galería de perpetuas podemos reconocer que la maja desnuda fue otra Nardo de su época en muchos aspectos y la Fortunata galdosiana tiene algún punto. Y siempre tendremos el ejemplo de Lola Flores, que encarna para mí el concepto de la Nardo folclórica y es la viva imagen del éxito.