ABC (Andalucía)

Pues yo siento envidia y admiración

La muerte de Queen Elizabeth nos recuerda la necesidad de respetar la historia. Las institucio­nes y los valores

- ÁNGEL EXPÓSITO

SE confirma: somos el único país del mundo donde no ocurre nada si escupes a la bandera, si silbas cuando suena el himno nacional o menospreci­as al Jefe del Estado y hasta se quema su retrato. No «passssa» nada. En todo esto también somos únicos.

En este caso ha sido el Reino Unido. Desde Escocia

a las Malvinas, pasando por toda la Commenweal­th, quienes están dando otra lección de orgullo, educación y dignidad al mundo entero.

La memoria de la Reina Isabel II lo merece, sin duda, pero cabe plantearse una duda razonable: ¿seríamos capaces de honrar así (aunque fuera mínimament­e) a nuestros personajes históricos? Porque también los tenemos. Y aún vivo, aunque desterrado.

No es por hacer comparacio­nes (o sí), pero me quiero detener por un momento en lo sucedido el pasado jueves en Mánchester... en ese minuto de silencio en el partido entre el United y la Real Sociedad de San Sebastián. Porque me pareció impresiona­nte. Sencillame­nte sobrecoged­or y envidiable.

Seamos tan sinceros como políticame­nte incorrecto­s: ¿Se imagina usted –querido lector– a esos aficionado­s de la Real Sociedad, del F. C. Barcelona, del Atlétic de Bilbao o del Gerona comportánd­ose así en cualquier momento o acto de respeto en España?

Ni de broma. Piénselo. Recuerde si no –estimada lectora–, la final de la Copa del Rey, partidos de la selección española o la Vuelta Ciclista a España. ¿Qué pasa? Pues que se muere la Reina de Inglaterra y entonces sí. Máximo respeto, como debe ser, pero... ¿qué quieres que le diga?

Dios quiera que tardemos mucho en comprobar algo parecido aquí en España. Pero creo que se me entiende.

Tenemos tanta historia o más que cualquiera gran nación del mundo. Podemos presumir de hitos y éxitos recientes para estudiar en las facultades de Políticas. Pero no somos capaces de mostrar unidad ni siquiera en eso.

Y así nos va. Suicidándo­nos poco a poco. Sin darnos cuenta, y, eso sí, respetando al otro, como buenos cínicos.

P. D.: La muerte de Queen Elizabeth nos recuerda la necesidad de respetar la historia. Sólo así se conservan las institucio­nes y los principios, los valores y los fundamento­s de una gran nación como sin duda alguna es el Reino Unido de la Gran Bretaña.

Como lo es, sin duda alguna, España, aunque no queramos valorarlo ni nosotros mismos. Tomemos nota.

Yo siento mucha envidia. Y admiración.

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