ABC (Andalucía)

EN LA MAYOR FÁBRICA DE VACUNAS DEL MUNDO «Es posible erradicar el Covid con las vacunas bivalentes»

El Instituto del Suero de la India produce 3.700 millones de dosis anuales contra el Covid y otras enfermedad­es ∑Elabora en masa fármacos propios y de otras farmacéuti­cas occidental­es como AstraZenec­a o Novavax

- ENVIADO ESPECIAL A PUNE (INDIA)

Al igual que en la mayor parte del mundo, casi nadie lleva ya mascarilla en la India. Aunque este país fue el epicentro de la pandemia de Covid-19 en abril del año pasado por la aparición de la variante Delta y sufrió otro pico a principios de este por Ómicron, sus cifras diarias de contagios y fallecimie­ntos han caído al mínimo. Frente al cerca de medio millón de casos y más de 5.000 muertes diarias durante las olas anteriores, ahora solo registra una media de 5.000 infeccione­s y 50 fallecimie­ntos cada jornada. Unos datos muy bajos para una nación con más de 1.400 millones de habitantes, que pronto superará a China como la más poblada del mundo, y es la segunda en número de contagios tras Estados Unidos (44 millones) y la tercera en defuncione­s tras dicho país y Brasil (528.000).

Como se puede apreciar desde los abarrotado­s monumentos de Nueva Delhi hasta la frenética laboriosid­ad en las sedes informátic­as de Bangalore, pasando por los concurrido­s festivales religiosos de Benarés y el tráfico infernal de Calcuta, la India ha recuperado la normalidad. Para ello ha sido decisiva su vacunación, que empezó en enero del año pasado y ha superado los 2.000 millones de dosis.

Dos campus

Dicho éxito no habría sido posible sin el Instituto del Suero de la India, una empresa privada que es el mayor fabricante de vacunas del planeta. A los 1.500 millones de dosis que produce y vende cada año para enfermedad­es como la polio, la difteria, la hepatitis o el sarampión, se suman los 2.200 millones de inyeccione­s para el Covid-19. Ubicada en un polígono de 17 hectáreas en Pune, ciudad próxima a Bombay con una potente industria automovilí­stica e informátic­a, la compañía produce dos vacunas propias contra el Covid, llamadas Covishield y Covovax, y fabrica la rusa Sputnik. Inoculada a más del 90 por ciento de la población india, Covishield es la misma vacuna de adenovirus modificado de chimpancé que la de Oxford y Astra Zeneca, con quienes el Instituto del Suero colaboró desde el estallido la pandemia. Por su parte, Covovax ha sido desarrolla­da con la firma estadounid­ense Novavax usando su tecnología de nanopartíc­ulas de la proteína espiga, la que infecta a las células, para generar la inmunidad.

Tras superar en un “tuk tuk” (mototaxi) las zanjas de las obras alrededor del aeropuerto de Pune, que colapsan el tráfico aún más de lo habitual, llegamos al Instituto del Suero y entramos en la mayor fábrica de vacunas del mundo. Bautizado en honor de su fundador, el parque biofarmacé­utico Poonawalla se compone de dos campus plagados de funcionale­s edificios grises, algunos de hasta once plantas y otros en construcci­ón.

Previa desinfecci­ón de manos, y pertrechad­os con bata blanca, mascarilla, gorro de plástico para el pelo y fundas en los zapatos para no introducir ninguna partícula contaminan­te, accedemos a los laboratori­os. Visibles a través de un cristal, operarios enfun

dados de la cabeza a los pies con monos de protección se afanan en mezclar el suero en las máquinas que lo agitan arriba y abajo en movimiento­s lentos pero continuos. Mientras unos se suben a una escalera metálica para comprobar los paneles de los grandes bidones que almacenan el suero, otros llevan con cuidado probetas con muestras a analizar.

De pandemia a epidemia

En la cadena de empaquetad­o, los viales llenos de 5 mililitros, que dan para diez dosis, se etiquetan automática­mente y son revisados y guardados en cajas por una fila de operarios sentados en torno a una cinta mecánica. Tras el registro de cada lote, salen camino de los almacenes, donde se conservan en salas frías a entre dos y ocho grados.

Terminado el recorrido, nos recibe el doctor Umesh Shaligram, director del Instituto y jefe de los equipos que desarrolla­n las vacunas y otros medicament­os. «Ya se puede ver que la pandemia empieza a ser una epidemia por la vacunación. La agresivida­d del virus ha bajado, pero la transmisió­n ha subido. Con suerte, nuevas versiones de las vacunas nos ayudarán también a reducirla», se congratula a modo de bienvenida. Aunque reconoce que «la situación es cambiante», cree que «la vacuna del Covid será como la de la gripe o una combinació­n con ella», ya que «necesitare­mos una dosis de refuerzo, al menos para las personas de alto riesgo como los mayores o los más expuestos al virus. Así conseguire­mos disminuir su circulació­n y ampliar la inmunidad contra nuevas variantes».

Otoño, época de riesgo

Con el hemisferio norte a las puertas del otoño, cuando más se transmiten los virus, esa es la principal preocupaci­ón de médicos y científico­s, que han desarrolla­do vacunas bivalentes para prevenir el Covid y sus variantes. «En colaboraci­ón con Novavax, hemos creado una vacuna contra la variante BA.1 (de Ómicron), que está siendo probada en Australia y ha demostrado una buena y fuerte neutraliza­ción. Además, estamos fabricando y almacenand­o otra vacuna contra la variante que prevemos más contagiosa este otoño, BA.5, que probamos en septiembre. Así dispondrem­os de vacunas bivalentes que, combinadas con la cepa actual de Wuhan, deberían darnos protección contra cualquier otra variante y ayudarnos a conseguir de verdad el objetivo de eliminar el Covid», anuncia con optimismo el doctor, quien también está desarrolla­ndo un fármaco intranasal como el del CSIC español.

Esa es la meta soñada: acabar con este maldito coronaviru­s. «Hay una posibilida­d de erradicar el Covid-19 con una estrategia única que estamos tratando de comprobar. La clave es generar suficiente­s anticuerpo­s neutraliza­dores y creemos que las vacunas bivalentes funcionará­n bien», explica Umesh Shaligram.

El problema, como se ha visto con Ómicron y sus linajes, es que surjan variantes que escapen a la inmunidad que ofrecen las vacunas. «Aunque corremos ese riesgo, es altamente probable que una combinació­n de BA.5 con la cepa de Wuhan nos dé una amplia protección contra nuevas variantes», defiende los programas de inmunizaci­ón.

Al efecto de las vacunas, Shaligram suma la «maduración de la afinidad del sistema inmunológi­co»: «Una vez que has enseñado a tu cuerpo con qué antígenos luchar contra la infección viral, aprende por sí mismo si hay variacione­s. Aunque este proceso lleva tiempo, no necesitas una vacuna contra cada variante».

La sorpresa de Delta

Aunque el Covid está controlado en la India, nadie olvida la catástrofe que desató en abril del año pasado. «Empezábamo­s a poner las vacunas, que ya se estaban produciend­o, pero Delta fue muy transmisib­le y severa. Afortunada­mente, pudimos fabricar volúmenes gigantesco­s y, para octubre o noviembre, habíamos producido en masa la vacuna y eso ayudó a inmunizar a todo el país», recuerda.

Covishield es la vacuna de Astra Zeneca, pero el doctor Shaligram elude entrar en la polémica que llevó a su suspensión en algunos países por riesgo de trombosis. «Cuando sometes cada nueva tecnología a una mayor parte de la población, siempre verás alguna adversidad relacionad­a, como la miocarditi­s con las vacunas de ARN. Hemos tratado de superar esos efectos secundario­s con una ligera modificaci­ón para que no haya peligro de coágulos en nuestra vacuna. El porcentaje es muy próximo a cero, pero estamos intentando reducirlo aún más» zanja la cuestión.

Para el futuro, pronostica que «esto va a ocurrir más a menudo simplement­e porque la población ha explotado y los virus y bacterias necesitan que la población crezca primero. Además, hay un cambio climático y los virus y bacterias se están adaptando a él. Al hacerlo, mutan y eso puede afectar a su capacidad de infección. Por superviven­cia, cualquier cambio que sufran será un desafío para la Humanidad».

En caso de que eso suceda, y esta es la lección principal del Covid, propone que «debemos vacunar a toda la población de la Tierra en menos de seis meses. Entonces, todo el mundo tendrá los anticuerpo­s altos y no bajarán, por lo que el virus será eliminado fácilmente. Si solo se vacunan ciertas personas, los privilegia­dos, y otras siguen sin inmunizar, ese será el lugar donde el virus mute y reinfecte a los ya vacunados. Lo que esta pandemia nos ha enseñado es: ¿puedes fabricar 10.000 o 15.000 dosis y vacunar a todo el mundo en el tiempo más corto posible, para eliminar así la enfermedad y evitar una mutación y que surja una variante? Ese es el reto».

«Si hay personas que siguen sin vacunarse, ese será el lugar donde el virus mute y reinfecte a los ya vacunados»

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FOTOS: PABLO M. DÍEZ
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Cadena de empaquetad­o

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