ABC (Andalucía)

«La decencia es un territorio moral, clasista y económico»

Leonardo Padura Escritor

- MARIANO CEBRIÁN

El cubano visita España para presentar ‘Personas decentes’, una nueva novela de la serie de Mario Conde

Pasan pocos minutos de las diez de la mañana y Leonardo Padura (La Habana, 1955) llega a su entrevista con ABC con un cigarro en la mano. Un vicio, el del tabaco, cada vez más caro en la Cuba actual porque una cajetilla de cigarros cuesta 1,5 dólares, cuando un reputado médico gana 49 dólares al mes en estos momentos. «Esta es la situación que se vive hoy en mi país», asegura el escritor, que acaba de publicar ‘Personas decentes’ (Tusquets), una nueva historia de la serie policíaca protagoniz­ada por su personaje Mario Conde, el paradigma de la decencia y de los valores éticos que, según él, deberían reinar en Cuba y en el mundo.

—¿Cómo se plantea la escritura de sus historias, cuando, en teoría, los primeros lectores de las mismas son los españoles y no sus paisanos?

—Lo primero que uno piensa es que tiene un desafío estético en lo que está escribiend­o. El punto de partida es siempre una pregunta: ¿para qué voy a escribir esa novela? Por ejemplo, ‘Personas decentes’ la escribí para ver todo el proceso de represión cultural que se vivió en la isla en los años 70, no desde el punto de las víctimas, como hice en mi novela ‘Máscaras’, sino desde el punto de vista de un victimario.

—¿Cómo ve la situación de la Cuba actual?

—La situación siempre ha sido difícil. Los ochenta fueron un momento en el que hubo una oferta mucho más amplia, el dinero que tenías como salario te alcanzaba incluso para tener determinad­o ocio, ir a un pequeño hotel o a un restaurant­e. Sin embargo, después de eso comenzó una depresión económica que no ha menguado, aunque haya habido momentos de más alivio. Y en la actualidad se unieron varios elementos que han llevado a que haya una crisis profundísi­ma en la sociedad.

—¿Cómo hace para abstraerse de todo ello e incluso para que las musas le iluminen?

—Uno tiene que seguir haciendo su trabajo y yo me considero un privilegia­do porque soy uno de los pocos escritores en el mundo que puede vivir de sus derechos y eso me permite tener un cierto sosiego, al menos económico, para escribir mis novelas. Soy muy trabajador y disciplina­do, y eso es algo que me ayuda, pues me siento todos los días a escribir varias horas por la mañana, de siete de la mañana a una de la tarde de lunes a domingo. Todo ello me está provocando una angustia por el paso del tiempo, voy a cumplir 67 años el mes próximo y me voy haciendo viejo, y cada vez tengo menos tiempo para leer. Muchas veces solo me leo a mí mismo y hay tantas cosas que leer... Aun así, cuando estoy comenzando a escribir una novela, releo a determinad­os autores. Por lo menos, los primeros capítulos de ‘Conversaci­ón

❝ Prostituci­ón «Ninguna mujer se prostituye porque le guste tener sexo, sino porque tiene que vivir, y la vida es lo más importante»

Rutina «Cuando empiezo a escribir una novela releo los primeros capítulos de ‘Conversaci­ón en La Catedral’»

en La Catedral’, de Mario Vargas Llosa.

—Otro de los temas que aparecen en ‘Personas decentes’ es el de la censura y la represión. ¿Cuál es la situación más surrealist­a que ha vivido usted?

—Hace unos diez o quince años, una pequeña revista estaba haciendo un pequeño dossier sobre béisbol y, como saben que me gusta mucho este deporte, me encargaron un artículo sobre el equipo de La Habana, Industrial­es, que es algo así como el Real Madrid de fútbol en España. En esos momentos estaba en una crisis muy profunda, y en mi texto yo hablaba que eran un desastre y unos descarados en términos deportivos. Pero el secretario del Partido Comunista de la ciudad había puesto en marcha una campaña para realzar la imagen del equipo. Los encargados de esa publicació­n me llamaron un día y me dijeron que no podían publicar mi trabajo. El resultado final fue que recibí en casa la visita de un funcionari­o del Ministerio de Cultura para explicarme que era una cuestión de política de Estado no hablar mal de Industrial­es y, a cambio, tuve como recompensa una conexión a internet en una época en la que no era fácil tenerla en Cuba. La cosa más loca del mundo.

—¿Qué opina de lo vivido por otros compañeros de profesión latinoamer­icanos que han sufrido la represión en sus carnes, como el caso de Sergio Ramírez en Nicaragua? ¿Se parece a lo que se vivió en la isla hace unos años?

—Posiblemen­te, sí se parece a lo que está ocurriendo ahora en Nicaragua. Yo, hace muchos años, por una cuestión muy puntual, dije que no firmaba más cartas colectivas. Pero cuando me enteré de lo que estaba pasando con Sergio Ramírez lo hice porque tenemos una relación de amistad. Siempre habrá marginacio­nes y censuras, que tienen que ver con muchas formas en la que los poderes políticos, económicos, religiosos o de cualquier tipo entienden la libertad de expresión. Solo hay que ver lo que ha pasado con Salman Rusdhie o con Michel Houellebec­q, que tuvo varios años guardaespa­ldas en París, siendo Francia un país laico.

—En un momento de la novela, Mario Conde reflexiona sobre el concepto de decencia, que da título a la misma... ¿Conoce a alguien decente, más allá de Mario Conde?

—Como he repetido muchas veces, ser un decente absoluto en la Cuba contemporá­nea es muy difícil porque tienes que buscar alternativ­as de superviven­cia, algo que se ve en algunos personajes de mi novela, como son las putas. Mi actitud hacia ellas no es compasiva, sino comprensiv­a, porque ninguna mujer se prostituye porque le guste tener sexo, sino porque tiene que vivir, y la vida es lo más importante. Ello demuestra que la decencia es un territorio moral y también clasista o económico, dependiend­o del lugar y del tiempo en el que se viva. Por lo tanto, la realidad cubana me da aún mucha tela para cortar y espero que los años y la salud me acompañen para poder hacerlo.

 ?? // H. FRAILE ?? Leonardo Padura, retratado en Toledo
// H. FRAILE Leonardo Padura, retratado en Toledo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain